VIENTOS DE GUERRA
Aseguran que no logrará la relección
en 2004 si no derroca al mandatario iraquí
El futuro político de Bush está atado
al de Hussein, afirman analistas
Adversos resultados económicos, otro factor en
contra del presidente estadunidense
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington, 7 de marzo. Todo el futuro político
de George W. Bush depende ahora de Irak.
Veteranos analistas, entre ellos algunos republicanos,
han concluido que, a pesar de lo que decida la Organización de Naciones
Unidas, Bush no podrá lograr su relección si no derroca al
presidente iraquí Saddam Hussein.
Aun si lo consiguiera, no será fácil ganar
la relección en 2004 por el triste estado de la economía
estadunidense, pero sin derrocar a Hussein, Bush no tiene futuro político.
Si estos analistas tienen razón, la Casa Blanca
ya no tiene otra opción más que lanzar una acción
militar contra Irak con o sin el apoyo de la llamada comunidad internacional.
Al invertir tanto capital político en este tema,
Bush y sus estrategas han apostado la credibilidad y vitalidad de su gobierno
al objetivo del "cambio de régimen" en Irak, y con ello también
se han acorralado en torno a este tema por la definición de éxito
o fracaso de la Casa Blanca.
Pero aun si se cumplen sus deseos más optimistas
y hay una victoria rápida y relativamente poco costosa -una guerra
relámpago y/o el exilio de Hussein-, empieza a cundir una sensación
muy conocida por este equipo político -la sombra de lo que ocurrió
con George W. Bush padre. En 1991 el gobierno de Bush ganó la guerra
en el golfo Pérsico, pero perdió la relección. El
problema fundamental fue que el triunfo militar en el extranjero no fue
suficiente para resolver los problemas en casa.
Podría
repetirse esa maldición. El problema ahora es que la mayoría
de los estadunidenses está más preocupado por sus empleos
y la estancada economía nacional que por Irak. Mientras los medios
se han enfocado extensamente a la guerra, hoy el gobierno federal reportó
que 308 mil personas perdieron su empleo el mes de febrero.
Con ello, el gobierno de Bush ha presidido la reducción
continua de empleo de mayor duración desde el periodo inmediatamente
después de la Segunda Guerra Mundial. Casi 3 millones de personas
-2.8 millones para ser exactos- han perdido sus empleos desde que Bush
llegó a la Casa Blanca y sus asesores entienden que ninguno de ellos
tendrá la disposición de votar por su relección.
Una encuesta difundida esta semana reveló que si
la elección se celebrara hoy, el presidente Bush sería derrotado
por un candidato del Partido Demócrata. Los encuestados expresaron
su preocupación tanto por la economía como por la guerra.
Claro que estas tendencias podrán cambiar. El apoyo
popular para un presidente en tiempos de guerra siempre se eleva considerablemente.
Aun el senador Edward Kennedy, opositor a la guerra, dijo que votaría
en favor de una resolución legislativa expresando apoyo a las tropas
estadunidenses una vez que estalle la guerra. El reto para los estrategas
electorales de la Casa Blanca es asegurar que la guerra no sea prolongada
y que culmine con el derrocamiento de Hussein, afirmó el analista
político de CNN William Schneider esta semana. "El señor
Bush está apostando toda su presidencia a esto", subrayó.
El derrocamiento de Hussein, añadió Schneider,
no garantiza que Bush logrará su relección, pero si el enfrentamiento
actual no culmina con ese presidente expulsado del poder, su contraparte
estadunidense casi seguramente perderá su relección. Un problema
grave por el momento es que, hasta ahora, Bush no ha logrado muchas victorias
concretas. Prometió encontrar a Osama Bin Laden "muerto o vivo",
pero hasta ahora ese "enemigo" ha evadido a las fuerzas especiales estadunidenses
y a la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Esta percepción fue retomada por un senador republicano,
quien pidió el anonimato. "Este es pókar texano, con
el presidente apostando todo a Irak", comentó al columnista conservador
Robert Novak. Un alto funcionario del gobierno de Bush confirmó
a Novak que la Casa Blanca ahora cree que la economía no resucitará
hasta después de concluir la guerra contra Irak.
Una victoria militar rápida que incluya el derrocamiento
de Hussein calmaría los temores en los ámbitos empresariales
y financieros, y generaría una reactivación de la economía,
creen en la Casa Blanca, informó Novak. Agregó que los mercados
financieros se tranquilizarían por lo que él caracterizó
como el hecho de que después de la guerra Estados Unidos estaría
en control de una enorme fuente de petróleo que también podría
ser utilizada para estimular la economía.
Pero también podría ocurrir lo opuesto,
advierten tanto Novak como Schneider. "La extraordinaria apuesta del presidente
Bush conlleva una creciente aprensión entre los políticos
republicanos mientras esperan la guerra inevitable", escribió Novak
esta semana. "La relección de Bush el año próximo
está amenazada por dos temas: la economía y la guerra contra
el terrorismo. El éxito en ambas está vinculado a la guerra
contra Irak".
Si la guerra no se realiza o si se prolonga demasiado,
Bush tendrá que buscar la relección mientras miles de soldados
están en combate -y probablemente algunos muriendo- en una guerra
lejana que supuestamente fue llevada a cabo para prevenir futuros atentados
contra Estados Unidos, mientras que en casa se prolonga la recesión
económica. Esa no es una situación en la que desean encontrarse
los estrategas de la Casa Blanca.
Prefieren una guerra relativamente breve, con limitadas
bajas estadunidenses (las iraquíes son una preocupación mucho
menor), que concluya con Hussein fuera del poder. Esa sería una
victoria no ambigua que hará mucho para preparar su próxima
batalla: la relección en noviembre de 2004.
Así, por el momento, existe una ironía:
el futuro político del hombre más poderoso del mundo depende
ahora de uno de los hombres más débiles y vulnerables de
la tierra.