Los países árabes, cada vez más
divididos
Amplio intercambio de insultos durante la cumbre islámica
ROBERT FISK
Bienvenidos a la unidad árabe: el delegado iraquí,
Izzat Ibrahim al Douri llamó "mono y traidor" al alto delegado kuwaití
en la cumbre de Doha, por interrumpirlo. Antes, los kuwaitíes habían
dicho que la dirigencia iraquí debería considerar la opción
del exilio, y éstos respondieron llamando a Saddam Hussein "el verdadero
gigante".
Todos los representantes de la región del Pérsico
dijeron que Hussein debe renunciar, lo cual no es ninguna sorpresa ya que
es el único líder árabe que -sin importar cuán
equivocadas sean sus razones- ha luchado contra Estados Unidos.
Ayer, en la Organización de la Conferencia Islámica,
en Doha, Qatar, el jeque Mohammed Sabah al Salim al Sabah interrumpió
la sesión para hablar de las "mentiras" de Irak. ¿La respuesta
iraquí? Al Douri fue muy directo: "Cállate mono, traidor.
Que sobre tu bigote caigan maldiciones".
El jeque Ahmed Fahd al Ahmed, ministro de Información
kuwaití, se puso de pie de un salto, ondeó su pequeña
bandera de Kuwait y exigió se le concediera el uso de la palabra.
Pero el presidente de la sesión, jeque Ha-med Bin
Khalifa Bin Al Saadi, representante de Emiratos Arabes Unidos, mostró
determinación: "No estamos aquí para que se den este tipo
de intercambios".
Volviéndose hacia Douri, el presidente señaló:
"Usted comenzó su discurso con un verso del Corán que dice
que debemos estar unidos por la palabra de Dios. Eso no es más que
hipocresía y falsedad".
No es de extrañar que la mayoría de las
naciones árabes declinó la invitación a Doha. Incluso
Líbano envió una delegación de bajo nivel.
La democracia no existe realmente en el mundo musulmán.
Sólo Turquía la ejerce en cierta medida y es por eso que,
para la inmensa vergüenza de los árabes, rechazó que
ingresen a su territorio las tropas estadunidenses que invadirán
Irak, a pesar de que al menos cinco estados árabes sí las
aceptaron.
Turquía, como sabe todo árabe, es aliado
de Israel. Pero -el muy odiado centro del imperio otomano- representa a
los árabes de la misma forma en que el presidente francés,
Jacques Chirac, ahora representa a la mayoría de los británicos.
La cumbre en Doha nunca iba a influir en los gobiernos
de Europa o en el de Estados Unidos, pero era una oportunidad, muy ne-cesaria,
para que el mundo árabe mostrara alguna forma de oposición
madura contra la guerra en Irak.
¡Ay los árabes! Las tribus del golfo y de
Irak -"las tribus con bandera", como los llamó el gran historiador
británico de las cruzadas- no iban a dar muestra de unidad.
De la misma forma en que el coronel Kadafi, de Libia,
y el príncipe heredero Abdullah, de Arabia Saudita, se escupieron
veneno el uno al otro en la cumbre de la Liga Arabe en Charm el Cheij el
pasado fin de semana, los iraquíes y sus adversarios de la región
tenían que demostrar su odio mutuo.
Periodista irlandés especialista en Medio
Oriente, corresponsal de The Independent
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca