Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 6 de marzo de 2003
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas 
  >

Política

Sergio Zermeño

Ciudadanos exhaustos

Hace 20 años arrancaba una época optimista: el franquismo había concluido con la muerte del dictador; Portugal y Grecia dejaban atrás sus dictaduras; el eurocomunismo privilegiaba la vía pacífica hacia una democracia social por sobre la toma violenta del Estado; Brasil, Argentina, Uruguay, Chile y Perú estaban logrando que los militares regresaran a sus cuarteles; tocaba su turno a la tercera ola democratizadora en la historia de Occidente desde que las grandes revoluciones derrocaron o limitaron las monarquías absolutas y los campeones de la democracia detuvieron el fascismo y el estalinismo.

El campanazo final de esta etapa, que a la postre se bautizó como de transición a la democracia, fue dado por el presidente Bush hace ocho días, cuando afirmó ante un grupo de empresarios: "el resto de la historia será escrito por nosotros", agregando que ello podría implicar imponer "libertad" y "democracia" mediante la acción militar preventiva y unilateral, de ser necesario, para derrocar a gobiernos que poseen armas de destrucción masiva. No sólo será derrocado Saddam Hussein, agregó, sino que será reconstruido un Irak democrático y pro estadunidense (Ƒcomo en Afganistán?), que a su vez podría servir de catalizador para el cambio en otros países de Medio Oriente.

Francis Fukuyama, asesor del Departamento de Estado, había previsto el fin de la historia gracias a la terminación de la guerra fría y del mundo bipolar, y gracias también a la consolidación, ya sin contrapeso, de la democracia occidental encabezada por Estados Unidos. Pero el optimismo se desvaneció desde que se puso en claro que el renglón más exitoso de la economía global era la generación de masas inmensamente pobres en medio de una destrucción inmisericorde de la naturaleza y los recursos naturales, lo que convirtió en un espejismo al American way of life como vía a seguir por el resto del mundo.

Pobreza y degradación natural han erosionado los basamentos de la ciudadanía y se han convertido en el invernadero de los liderazgos personalizados y los autoritarismos. Pero, claro, Estados Unidos no va a derrocar a todos los regímenes dictatoriales, sólo a aquellos que le sean hostiles y que cuenten con fuentes de energéticos estratégicos para mantener el nivel de vida estadunidense (de otro modo tendrían que derrocar desde ahora a los regímenes aliados de Kuwait y Arabia Saudita).

No cabe duda que la tercera ola democratizadora se ha convertido en resaca, vamos de regreso: Occidente se encoge, pero no acepta limitaciones a su nivel de vida; Estados Unidos toma por la fuerza el control de los recursos mundiales ante la mirada nerviosa de las otras potencias, desencadenando en los territorios ocupados reacciones desesperadas que pasan a formar parte de las "evidencias" de una conspiración terrorista contra "el mundo civilizado".

En este escenario las capas de ciudadanos en países como los nuestros han comenzado a sentirse atacadas por varios frentes: en primer lugar, por la virulencia del discurso imperial, porque nada les garantiza que continuarán perteneciendo al lado de adentro de Occidente, pero sobre todo porque el agotamiento del entorno natural y la proliferación de los excluidos degrada aceleradamente sus referentes más confiables: el sistema de instituciones políticas se corrompe al evidenciarse que quien cuenta con más dinero en un espacio paupérrimo y en regresión cultural puede alquilar más medios de comunicación, hacer intensas campañas televisivas y así contar con más votos (bandas armadas de televisoras pro presidenciales asaltan televisoras no alineadas, al tiempo que Amigos de Fox no logra aclarar el origen de sus fondos y encarcela sin juicio a sus detractores).

En el plano social, el de todos los días, es donde más se derrumba la confianza de la ciudadanía. La muestra más ominosa: hace 10 años comenzaron a desaparecer jovencitas en el frente más exitoso de la globalización: la maquila, y el balance actual es de 300 muertas y 500 desaparecidas, sin que las autoridades aclaren nada, porque no hay nada que aclarar: el machismo ultrajado ha convertido a grupos enteros de hombres en asesinos en serie (una niña escapa a sus captores, mientras se llevan a otra encajuelada).

Pero las autoridades no pueden aceptar que la primera fuente de divisas sea un productor de enfermos sociales. Sin embargo, el IFE dice que "por el cauce electoral México vive hoy en la democracia, nada más pero nada menos", aunque Carlos Fuentes va en sentido contrario al imaginar desvirtuados a los tres grandes partidos hacia 2020.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año