No financiaré la guerra, dice
Miguel Bosé ofreció concierto de besos
y roces en la piel
ARTURO CRUZ BARCENAS
En el primero de sus tres conciertos en el Auditorio Nacional,
el pasado viernes, el madrileño Miguel Bosé hizo público
su rechazo a la guerra de Estados Unidos contra Irak: ''Sea lo que sea,
no la apoyo y no la financiaré, ¡no la financiaré!''
Así, breve y contundente, el cantante se oponía a la postura
de su gobernante José María Aznar. Lo que no quedó
claro es si no pagará impuestos o qué quiso decir con eso
de que ''no la financiaré''.
Entre una gritería ensordecedora, sobre todo de
jóvenes que lo han conocido en su onda electrónica, defensor
de la ecología, de la belleza y de sus definiciones personales sobre
el matrimonio, expuso que en México cerrará su gira Sereno.
Bosé
sigue gustando a su público, que no es uno sino varios, como pudo
constatarse el pasado viernes, donde cincuentones bailaban y movían
la mano delicadamente, muy delicadamente, al compás de Salamandra.
Mala suerte para varios que iban a escuchar el concierto al toparse con
la fan número uno, parada casi todo el evento, y quien no
gritaba, sino que lanzaba alaridos. Eso, las dos horas.
Miles de miradas se dirigían a la entrepierna del
Amante bandido cuando éste levantaba las piernas o abría
el compás. Un hoyo cerca del tiro del pantalón de mezclilla
dejaba ver la carne, quizá los calzones blancos. Los vouyeristas
tenían su veinte de satisfacción. Igual cuando el otrora
torero paraba las nalgas frente a sus fieles y posaba una de sus manos
en esa asentadera afilada y escurrida, como define en una de sus rolas
Alejandra Guzmán.
Otro momento para las sensaciones corporales: Bosé
lleva a su guitarrista hasta el otro extremo del escenario; éste
se deja conducir, con aire de roquero pesado, hasta donde las dos coristas
de buen ver completan la cuarteta. Miguel, muy avispado en esas lides,
toma a una de la cintura, le fija la vista en sus grandes ojos, se le acerca
hasta donde el aliento puede empañar los cristales de los lentes
y le da un beso que la concurrencia festeja.
No ha acabado y entre gritos de ''¡majo!'' toma
a la otra corista, quien recibirá el mismo trato y cual gatita ya
dominada, domesticada, en ciernes, será besada por el asediado.
A lo lejos, muy lejos, Rebeca de Alba lo mira, a veces llevándose
la punta del dedo índice a los labios.
Para los de las generaciones que han crecido con él,
Bosé cantará Creo en ti, tan sólo un ejemplo
de cuando comenzó su carrera de la mano de Camilo Sesto. Faltaron
Linda, Te diré, Lo que ya quedó atrás.
El amantísimo ladrón no se ha quedado atorado en ese sentimiento
de balada pop cursi. Sus letras ahora son diferentes.
Tras dos horas, el centro ha sido Si tú no vuelves,
el parteaguas sonoro y subjetivo, cuya melodía puede estirarse hacia
el Bosé de los años 70 o al de este siglo. Hay jóvenes
que sólo conocen un Bosé. El del Auditorio Nacional ha optado
por dejar atrás al Bosé de sus primeros días.