Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 23 de febrero de 2003
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Espectáculos
No financiaré la guerra, dice

Miguel Bosé ofreció concierto de besos y roces en la piel

ARTURO CRUZ BARCENAS

En el primero de sus tres conciertos en el Auditorio Nacional, el pasado viernes, el madrileño Miguel Bosé hizo público su rechazo a la guerra de Estados Unidos contra Irak: ''Sea lo que sea, no la apoyo y no la financiaré, ¡no la financiaré!'' Así, breve y contundente, el cantante se oponía a la postura de su gobernante José María Aznar. Lo que no quedó claro es si no pagará impuestos o qué quiso decir con eso de que ''no la financiaré''.

Entre una gritería ensordecedora, sobre todo de jóvenes que lo han conocido en su onda electrónica, defensor de la ecología, de la belleza y de sus definiciones personales sobre el matrimonio, expuso que en México cerrará su gira Sereno.

Bosé sigue gustando a su público, que no es uno sino varios, como pudo constatarse el pasado viernes, donde cincuentones bailaban y movían la mano delicadamente, muy delicadamente, al compás de Salamandra. Mala suerte para varios que iban a escuchar el concierto al toparse con la fan número uno, parada casi todo el evento, y quien no gritaba, sino que lanzaba alaridos. Eso, las dos horas.

Miles de miradas se dirigían a la entrepierna del Amante bandido cuando éste levantaba las piernas o abría el compás. Un hoyo cerca del tiro del pantalón de mezclilla dejaba ver la carne, quizá los calzones blancos. Los vouyeristas tenían su veinte de satisfacción. Igual cuando el otrora torero paraba las nalgas frente a sus fieles y posaba una de sus manos en esa asentadera afilada y escurrida, como define en una de sus rolas Alejandra Guzmán.

Otro momento para las sensaciones corporales: Bosé lleva a su guitarrista hasta el otro extremo del escenario; éste se deja conducir, con aire de roquero pesado, hasta donde las dos coristas de buen ver completan la cuarteta. Miguel, muy avispado en esas lides, toma a una de la cintura, le fija la vista en sus grandes ojos, se le acerca hasta donde el aliento puede empañar los cristales de los lentes y le da un beso que la concurrencia festeja.

No ha acabado y entre gritos de ''¡majo!'' toma a la otra corista, quien recibirá el mismo trato y cual gatita ya dominada, domesticada, en ciernes, será besada por el asediado. A lo lejos, muy lejos, Rebeca de Alba lo mira, a veces llevándose la punta del dedo índice a los labios.

Para los de las generaciones que han crecido con él, Bosé cantará Creo en ti, tan sólo un ejemplo de cuando comenzó su carrera de la mano de Camilo Sesto. Faltaron Linda, Te diré, Lo que ya quedó atrás. El amantísimo ladrón no se ha quedado atorado en ese sentimiento de balada pop cursi. Sus letras ahora son diferentes.

Tras dos horas, el centro ha sido Si tú no vuelves, el parteaguas sonoro y subjetivo, cuya melodía puede estirarse hacia el Bosé de los años 70 o al de este siglo. Hay jóvenes que sólo conocen un Bosé. El del Auditorio Nacional ha optado por dejar atrás al Bosé de sus primeros días.

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