Carlos Martínez García
Chamula y sus intérpretes
Después de los sucesos violentos que a finales
del mes pasado tuvieron lugar en Chamula, el saldo fue de siete muertos
y varios heridos, la prensa escrita y la electrónica como nunca
antes pusieron su atención en esa zona de Chiapas que tiene una
larga historia de conflictos religiosos, políticos y económicos.
Desafortunadamente gran parte de la cobertura informativa estuvo permeada
por simplificaciones y la repetición de lugares comunes, que ya
no debieran tener cabida en una prensa que en otros asuntos de interés
nacional ha demostrado conocimiento y profesionalismo.
En la mayoría de los medios se presentó
el enfrentamiento de Tres Cruces como disputa entre evangélicos
y tradicionalistas. Aunque distintas fuentes muy diversas entre sí
afirmaron lo contrario, los informadores prefirieron creerle a los tradicionalistas,
quienes consideran evangélicos a muchos que sin serlo no comparten
las creencias y prácticas de la tradición construida en Chamula,
y de la que sus guardianes obtienen beneficios político/económicos.
Una vez asumida la teoría de que los atacantes armados eran evangélicos,
algunos reporteros sintieron la necesidad de dar contexto a su narración
y se hicieron eco de graves imprecisiones que muestran poco respeto por
grupos religiosos distintos a los católicos. Ejemplo de muchos que
podría citar es el reportaje "Armas, droga, piratería y religión.
El coctel Chamula", de Sergio Arturo Venegas Ramírez, publicado
en Milenio Semanal el 10 de febrero.
En cuanto al origen del protestantismo en tierras chiapanecas
es común encontrar la especie de que se asentó en el estado
a finales de los años 30 del siglo pasado, vía los misioneros
del Instituto Lingüístico de Verano (ILV). Y el reportero hace
de caja de resonancia del mito. No fue así, el cristianismo evangélico
se fue enraizando en Chiapas por distintos caminos y solamente una de sus
vertientes tiene relación de origen con el trabajo de los lingüistas.
Las primeras células evangélicas surgieron en los años
finales del siglo xix y los primeros del xx, mediante el trabajo espontáneo
de creyentes protestantes guatemaltecos, quienes tenían lazos económicos,
culturales y familiares del lado mexicano y sin problemas cruzaban la línea
fronteriza. Esta modalidad tuvo lugar principalmente en Tapachula, Mazapa
de Madero y otros municipios de la región. Igualmente fueron trabajadores
guatemaltecos evangélicos los que en las fincas cafetaleras del
Soconusco, al despuntar el siglo xx, compartieron el mensaje con sus compañeros
de labores chiapanecos. Estos últimos provenían de lugares
con alta población indígena, como Los Altos y el Norte del
estado, al convertirse y regresar a sus poblaciones fueron los difusores
y primeros líderes del nuevo credo.
En la parte de Chiapas que colinda con Tabasco, casi cuatro
décadas antes de que llegaran los misioneros del ILV, corresponde
a los protestantes tabasqueños haber apoyado a las pequeñas
pero significativas células evangélicas formadas por chiapanecos.
En la consolidación de estos grupos tuvo papel sobresaliente José
Coffin Sánchez, a quien erróneamente algunos investigadores
han atribuido nacionalidad estadunidense, y lo encontramos haciendo tareas
pastorales en distintas zonas de Chiapas, como entre los mames, en la frontera
con Guatemala. Incluso Coffin, por propio reconocimiento del primer misionero
que la Iglesia Reformada en América envió a Chiapas en 1926,
John Kempers, fue el mentor de éste y le enseñó cómo
misionar en un estado con población muy diversa.
Ni cronológicamente ni por el peso de sus resultados,
corresponde a los misioneros del Instituto Lingüístico de Verano
llevarse el reconocimiento, o las críticas, por la génesis
del protestantismo en Chiapas. Con base en los datos aquí aportados,
y un cúmulo más que dejo en el tintero cibernético,
es evidente que fueron otros mucho antes que el ILV quienes se encargaron
de difundir el credo evangélico en Chiapas. Por consiguiente, decir,
como hace Sergio Arturo Venegas Ramírez, que "el primer grupo misionero
evangélico llega a Chiapas en 1934, y para 1940 ya tenían
presencia por medio del Instituto Lingüístico de Verano", es
simple y sencillamente un desconocimiento de cómo fue el proceso
de diversificación religiosa en la entidad.
Además de distorsiones históricas, el trabajo
de Sergio Venegas simplifica las causas de la conversión de los
indios a la fe evangélica, y minimiza las razones endógenas
que les han llevado a mutar de adscripción religiosa. Por otra parte,
deja de lado que en el protestantismo hay gran diversidad y que existen
distintas respuestas a problemas como el de las expulsiones. Deja la impresión
de que es dominante la posición de quienes están dispuestos
a contestar por las armas los ataques de sus adversarios religioso-políticos.
No es así, ya que tanto las principales denominaciones protestantes
con presencia en Chamula y sus alrededores, como la mayoría de organismos
evangélicos que aglutinan a distintas iglesias y líderes
(no existe una sola organización que pueda jactarse de representar
al pueblo evangélico) están por la respuesta legal y pacífica
a los conflictos que tienen con distintos actores sociales, políticos
y religiosos.