EUROPA: DESARMAR A BUSH
La
resolución adoptada ayer por la Unión Europea, en la que
ese conglomerado de naciones fija una postura única ante los intentos
de Estados Unidos por obtener respaldo para sus planes de guerra contra
Irak, constituye, como señalaron varios de los participantes en
la reunión de Bruselas, una respuesta alentadora a los millones
de ciudadanos de buena voluntad que en los últimos días han
salido a las calles de miles de ciudades para manifestarse en favor de
la paz.
Asimismo, el documento, si bien abre la posibilidad del
uso de la fuerza contra Bagdad "como último recurso" para eliminar
las armas de destrucción masiva que supuestamente posee el gobierno
iraquí, señala que "la guerra no es inevitable", descarta
el establecimiento de un plazo perentorio para el desarme del régimen
de Saddam Hussein, respalda incondicionalmente la tarea del equipo de inspectores
encabezado por Hans Blix y restituye la plena autoridad de la ONU y de
su Consejo de Seguridad como únicas instancias capaces de determinar
las acciones a tomar por la comunidad internacional en la presente coyuntura.
Ciertamente, la resolución europea no emplea un
tono suave ni obsecuente hacia las autoridades iraquíes, a las que
exige cooperación plena y les advierte que "no se hagan ilusiones"
sobre las perspectivas de conservar o desarrollar armas de destrucción
masiva. Pero, lo más importante, el documento de la UE tiene el
efecto inmediato de desarmar no a Saddam, sino al presidente estadunidense
George W. Bush y a sus patéticos aliados europeos -los principales
son Tony Blair, Silvio Berlusconi y José María Aznar-, quienes
tendrán que desistir, así sea en lo inmediato, de su empeño
de lograr que la agresión militar contra el país árabe
fuera llevada a cabo por una alianza entre Estados Unidos y Europa occidental.
El documento señalado deja fuera al viejo continente
de cualquier empresa bélica inmediata y coloca a Washington en la
disyuntiva de abortar sus planes bélicos o de realizarlos en solitario,
o en todo caso auxiliado por naciones de talla diplomática y militar
muy menor, como uno que otro gobierno del este de Europa, de esos que harían
cualquier cosa -incluso jugarse su admisión a la Unión Europea-
con tal de recibir asistencia financiera de Estados Unidos.
En suma, la causa de la paz ha ganado un margen adicional
de tiempo, y ello da motivos para congratularse a todas las personas lúcidas
y bien intencionadas para las cuales resulta inaceptable la propuesta de
violencia, destrucción y muerte que pregona la Casa Blanca.