TOROS
Otra burla a la comisión
Se confirma el contubernio entre Herrerías y Espina
LUMBRERA CHICO
Primero fue el atraco. Los gatos de Herrerías y Enrique Ponce echaron al ruedo un toro que no correspondía al orden aprobado por el juez y se burlaron del público, de la autoridad y de la Monumental Plaza Muerta (antes México). Cuando la estafa se hizo visible, los otros gatos de la empresa, aquellos que la sirven lacayunamente desde las páginas de la prensa palera, afirmaron que toda la culpa era de los torileros del coso, quienes según esto se habrían "equivocado" a la hora de soltar al primer reserva del encierro en vez del segundo cajón.
Después vinieron las aclaraciones. Una investigación demostró que para llevar a cabo esa burla, Herrerías copó la zona de toriles con guaruras que sólo respondían a sus órdenes, y que éstos, en la oscuridad del túnel, impusieron su voluntad, impidiendo que los torileros cumplieran con su deber como ellos saben. Ante esto, la Comisión Taurina del Distrito Federal solicitó a la delegación Benito Juárez que suspendiera a Enrique Ponce por un año, prohibiéndole torear durante ese lapso en el embudo de Mixcoac.
A continuación vino la cargada. Por medio de Juan Castañeda, su coordinador general de gatos, Herrerías dijo a los medios que, ante esa "intolerable intromisión" del Gobierno del Distrito Federal en los asuntos de una empresa privada, estaba pensando seriamente en poner fin a la Estafa Grande 2002-2003. Por su parte, la prensa lamebotas deformó las palabras de sus amos -que para eso les paga- y clamó a coro: "una vez más, las pugnas electorales entre PAN y PRD amenazan con dar al traste con la más bella de todas las fiestas".
Entonces afloró la complicidad. Al recibir la petición punitiva de la Comisión Taurina del Distrito Federal, la delegación Benito Juárez decidió citar a Herrerías el 27 de febrero. No olvidemos que José Espina, titular de esa demarcación panista, se llevó jugosas ganancias en la corrida del 57 aniversario de la plaza, al proteger la reventa que ese día alcanzó niveles desmesurados. Su respuesta, por tanto, a nadie extraña.
Hoy cunde la desesperanza. Limitada en sus funciones por un reglamento que poco o nada regula, la Comisión Taurina será burlada una vez más por la mancuerna Herrerías-Espina, como antes lo fue por el binomio Herrerías-Pascoe, como antes lo fue por el dueto Herrerías-Gómez Mont. Con su tozudez y prepotencia, el empresario de la Plaza Muerta actúa, gracias a su dinero, como George WC Bush, pasando por encima de todo y de todos. Su apuesta, a fin de cuentas, es la misma que persigue el dictador imperial. Cree en un futuro sin leyes ni contrapesos, en el que confía en que hará lo que se le pegue la gana. Si triunfa la barbarie neonazi promovida por Bush, la mano dura se reimplantará en México y será peor que antes. Pero si es derrotada, soplarán vientos nuevos y quienes hoy insultan a la justicia con tanta desfachatez, pagarán las consecuencias. ƑEscapará a esta dinámica optimista el pequeño sátrapa de Mixcoac? Puede usted darlo por hecho.