Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 14 de febrero de 2003
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Cultura
Diccionario del corazón ofrece un atisbo sobre la cosmovisión de los antiguos mayas

Presentan en Bellas Artes libro en tzotzil-castellano y tzotzil-inglés

Incluye textos del antropólogo Robert M. Laughlin e ilustraciones de Naúl Ojeda

Será comentado por la actriz Ofelia Medina y el escritor Carlos Montemayor

ARTURO JIMENEZ

Un libro de arte que mediante metáforas cuenta una historia de ''amor mágico" ha sido creado a mano con papel de fibras de corazón de maguey, muérdago, ''conjuros" de artesanos mayas del Taller Leñateros de la editora Ambar Past, gráficos del artista uruguayo Naúl Ojeda y textos del antropólogo Robert M. Laughlin, quien a su vez se basó en un diccionario castellano-tzotzil hecho por un desconocido fraile de Zinacantán en el siglo XVI.

Se trata del Diccionario del corazón, que será presentado por la actriz Ofelia Medina, el escritor y traductor Carlos Montemayor y el mismo Laughlin, con la participación del Teatro Lo'il Maxil (Bromas de los Monos) y músicos tzotziles de Zinacantán, Chiapas, hoy a las 19 horas, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Meollo de la comprensión maya

''El libro es una mirada al pensamiento de la gente maya en ese tiempo, quienes consideraban que el alma y las emociones, así como el razonamiento y el sentido del juicio estaban en el corazón", señala Laughlin en entrevista desde San Cristóbal de las Casas, y agrega:

TallerLenateros''Pero cuando llegaron los españoles realizaron un divorcio y pusieron todos los pensamientos en la cabeza y las emociones en el corazón.

''Pese a ello, hasta ahora todavía los tzotziles consideran que tanto los pensamientos como las emociones están centrados en el corazón."

También lingüista, experto en los mayas y recién galardonado con el Premio Chiapas 2002, Laughlin recuerda que él había escrito un diccionario del tzotzil de Zinacantán en los años 60. Y cuenta que el diccionario del siglo XVI lo encontró en la década de los 80 en la biblioteca de la Universidad de Princeton, institución donde estudió y pueblo donde, por cierto, nació.

''Esperaba encontrar un panorama de la vida de los indígenas en ese tiempo, pero lo que hallé fue más que nada la vida de España, con palabras, por ejemplo, para barriles de vino y cosas así.

''Sin embargo, sí encontré 80 metáforas del corazón y pensé que escogiendo unas 20 de ellas podría contar una historia de amor. Y eso es lo que hice. Es una historia con problemas, obstáculos, corajes y todo, y al final el triunfo del amor."

Entre las metáforas retomadas por el investigador para su cuento de amor figuran: ''Es un guerrero mi corazón", ''Perfumas mi corazón" y ''Es un libro mi corazón". Con su descubrimiento de todas esas expresiones derivadas de la palabra corazón, el fraile desconocido llegó ''justo al meollo de la comprensión maya", dice Laughlin.

Caballos bibliófagos

Acerca del viejo diccionario realizado por aquel fraile cuyo nombre se perdió en los siglos, en realidad se trata de una copia del original elaborada por un obispo a principios del siglo XX.

Sucede que el diccionario original del siglo XVI desapareció en 1914 de la biblioteca del obispo de San Cristóbal de las Casas, cuando los caballos del ejército constitucionalista de Venustiano Carranza fueron alojados ahí y se comieron parte del acervo.

Pero la mencionada copia única del diccionario logró salvarse y, después de pasar por las manos de tres dueños, fue a dar a la caja fuerte de la biblioteca de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos.

Después de realizar la selección de metáforas, el antropólogo Robert M. Laughlin buscó quién podría crear las imágenes para las mismas y, luego de analizar algunas opciones que no se concretaron, entre ellas la del pintor juchiteco Francisco Toledo, dio con Naúl Ojeda en la ciudad de Washington.

Sin embargo, hace dos años que el investigador y el artista plástico decidieron llevar a la práctica el proyecto.

Ojeda, sin embargo, ya no pudo ver concluido el libro que tanto entusiasmo motivó en él, pues falleció el 6 de junio del año pasado.

Armado de uno por uno

La tipografía de los textos se hizo con una vieja máquina de offset que hay en San Cristóbal de las Casas, dice Laughlin.

Mientras, los artesanos mestizos y mayas del Taller Leñateros de esa ciudad chiapaneca reprodujeron mediante serigrafía los gráficos en negro y rojo aportados por Ojeda.

Después imprimieron y armaron uno por uno los 500 ejemplares de que consta esta primera edición: la mitad en tzotzil-castellano y el resto en tzotzil-inglés.

Fue más de un año de trabajo de más de 20 personas, recuerda Ambar Past, poeta y editora. El precio de cada uno es de mil pesos y se podrán adquirir durante la presentación del Diccionario del corazón, en el Palacio de Bellas Artes.

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