Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 12 de febrero de 2003
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Política

Oficialmente se niegan las obras para la hidroeléctrica de Boca del Cerro

Denuncian que CFE compra conciencias para permitir construcción de represas

Estiman que 72 mil 500 hectáreas de selva quedarían bajo las aguas del Usumacinta

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Chancala, Chis., 11 de febrero. Negadas una y otra vez por el gobierno mexicano, las obras para construir la hidroléctrica Boca del Cerro se iniciarían el 28 de marzo, en tierras de Tabasco, según revelaron autoridades ejidales de Tenosique a los ejidatarios chiapanecos de la región de Chancalá. La prensa tabasqueña también lo ha notificado en semanas recientes.

En tanto, bajo la apariencia de programas de electrificación de las comunidades fronterizas de Chiapas entre Palenque y Marqués de Comillas, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha iniciado la introducción de líneas de "alta potencia" (según expresan los indígenas) en las comunidades, a lo largo de la cuenca hidrológica en dirección a la "boca de cerro" donde se planea edificar la monumental cortina de la represa.

Ejidatarios de la región aseguraron a La Jornada que la CFE "está entrando a comprar la conciencia de la gente en las comunidades Busiljá, Zapata, Nuevo México, Nuevo Francisco León, Nuevo Petalcingo, Chancalá y otras". Al comisariado ejidal de Nuevo México bastaron 5 mil pesos para "convencerlo" de que permitiera pasar las líneas, dicen los campesinos. "Pero la gente rechaza", agregan.

Las comunidades se resisten, y hasta la fecha la línea no ha pasado por Nuevo Francisco León, por ejemplo, pues la población no lo ha permitido. La CFE presiona con el argumento de que se trata de líneas para electrificar poblados de la región de Marqués de Comillas.

"Si no permiten las obras, les vamos a echar encima a 20 mil gentes que están esperando allá la electricidad, para que entre campesinos se peguen", amenazaron los enviados de la CFE, según cuenta un ejidatario, que prefiere mantenerse en el anonimato.

La habitual presión del Ejército federal se ha incrementado. Ahora hay tres patrullajes militares al día entre Palenque y Frontera Corozal, aunque algunos vienen desde la base militar de Salto de Agua. Las tropas federales han empezado a hostigar directamente a los campesinos.

Mencionan a este enviado el caso de un indígena de Chancalá (Palenque), agredido el pasado 20 de enero por un destacamento militar mientras trabajaba en su parcela. "El señor vio venir a los soldados pisando su milpa, para decirle que se salga de la resistencia, que si no va a ver. Le robaron la montura de su caballo, le bajaron el morral y con su propio machete le partieron su comida, el pozol y la tortilla que llevaba."

Cuentan los indígenas que este hombre había participado días antes en una reunión de comunidades donde se discutió el problema de la electricidad y las presas. "O sea que alguien lo acusó. Ya sabemos que nos tienen vigilados."

Y es que se extiende la alarma por toda la región. En su gira reciente por Tabasco, el presidente Vicente Fox confirmó los avances del proyecto hidroeléctrico, y reconoció que "existe con CFE esa posibilidad de invertir en una presa de generación eléctrica por vía hidráulica". El presidente declaró también: "Hemos generado a nivel de gobierno federal un compromiso alrededor del agua, a tal grado que hemos catalogado el asunto como de seguridad nacional".

La obra hidráulica afectaría inicialmente a la población de Tabasco, pues las tierras bajas de Boca del Cerro están del lado de Tenosique, y la presa se ubicará a 9.5 kilómetros de dicha localidad tabasqueña.

Después de que el presidente Fox firmó el Memorándun de Cooperación Eléctrica con Centroamérica, el 28 de junio de 2002, el director de la CFE, Alfredo Elías Ayub, reconoció públicamente que la cortina de las obras hidrológicas "bajará en la cuenca del Usumacinta, que de por sí se inunda".

El Frente Petenero Contra la Represas de Guatemala ha coincidido con organismos civiles de México en los alcances que podría tener la ambiciosa alteración del río Usumacinta y sus poderosos afluentes de la selva Lacandona, el Petén y la selva de Ixcán, donde los gobiernos de Guatemala y México impulsan un "proyecto mesoamericano de interconexión energética".

De acuerdo con datos recientes del Centro de Investigaciones Económicas y Políticas de Acción Comunitaria (Ciepac), de concretarse el sistema de represas del río Usumacinta quedarían bajo las aguas 72 mil 500 hectáreas de tierras indígenas y selva (es decir un área de 725 kilómetros cuadrados, 300 en Guatemala y 425 en nuestro país).

Otra "avanzada" del progreso

Si estas tierras pródigas son sacrificadas en el altar del dios de la energía eléctrica, qué quedará de este "mundo vegetal que trabaja cien horas diarias", como escribió el poeta tabasqueño Carlos Pellicer.

Según cálculos de organismos independientes en el estado de Chiapas y en Guatemala, se teme que tras las represas venga una catástrofe social y cultural: en cinco años podría haber hasta un millón de desplazados, 300 sitios arqueológicos inundados, y daños severos en el entorno ecológico de la llamada Biosfera Maya (Guatemala), los extemos este y sur de la selva Lacandona, incluidos Montes Azules (Chiapas), y los pantanos de Centla (Tabasco). En 10 años, estos últimos desaparecerían en 70 por ciento, secando la llanura tabasqueña de manera irreparable.

En el Plan de Reactivación Económica de Guatemala, 2002-2004, se contempla la construcción "de proyectos hidrológicos medianos y grandes". El gobierno guatemalteco está comprometido a aprovechar los caudales de los ríos La Pasión, Chixoy e Ixcán, afluentes del Usumacinta en los departamentos de Petén y Alta Verapaz.

El Usumacinta es el último río caudaloso que queda en México. Pocos en el continente merecen tanto como este el nombre de río. Hendiendo las sierras, siempre ha sido la más importante frontera interior de la civilización maya. Hoy el poder trasnacional hace ojitos al gran negocio de usar todas estas aguas. Y los gobiernos de Guatemala y México se muestran aquiescentes y cooperativos. Si uno los imaginara leyendo, la culpa la tendría Pellicer.

En El canto del Usumacinta, el poeta delató como nadie la energía colosal del río: "De aquel hondo tumulto de rocas primitivas, / abriéndose paso entre sombras incendiadas, / arrancándose harapos de los gritos de nadie, / huyendo de los altos desórdenes de abajo, / con el cuchillo de la luz entre los dientes... brotó el agua".

Un efecto colateral de las proyecciones faraónicas de progreso es que las comunidades rurales de la vasta región fronteriza se organizan cada día con mayor certidumbre para resistir la consumación los "paisajes sumergidos" en sus llanuras y laderas.

ƑCómo negar a Pellicer cierta perspicacia profética, si en 1945 ya escribía: "Después fueron los paisajes sumergidos / y el sagrado maíz se pudrió. / Y en las ciudades desalojadas, / el reinado de las orquídeas se inició. / Así, cuando llueve socavando sobre el Usumacinta, / aún en la corteza de los viejos árboles / se encoge el terror. / El hombre abandonado que ahora lo puebla / fulgurará otra vez poderoso entre la muerte y el amor".

Los pobladores mayas de ambas riberas del río se aperciben de todo lo que amenaza de manera muy definitiva su territorio milenario, y por donde quiera que uno pase, ellos dejan claro que no se van a dejar.

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