Leopoldo Fortunato Galtieri también partició en la guerra sucia contra Nicaragua
Muere el ex dictador que llevó a Argentina a la guerra de las Malvinas
Nunca reveló información sobre el destino de los desaparecidos entre 1976 y 1983
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 12 de enero. Sin dar señales de arrepentimiento, sin pedir perdón por los crímenes de lesa humanidad cometidos o dar algún dato sobre los miles de desaparecidos, murió esta madrugada a los 76 años el ex dictador Leopoldo Fortunato Galtieri, uno de los presidentes de la Junta Militar que impuso la dictadura más trágica de la historia nacional (1976-1983), quien lanzó al país a la breve y cruenta guerra de Malvinas.
Al igual que el dictador y luego presidente constitucional de Bolivia Hugo Bánzer, el ex general Galtieri, a quien un funcionario estaunidense de la era de Ronald Reagan calificó de "general majestuoso", no sólo fue responsable de secuestros, torturas y desapariciones en la pasada dictadura en Argentina, sino que también extendió su mano a América Central durante la guerra sucia de Estados Unidos contra Nicaragua, en los años 80.
También resultó célebre por otra acción que lo puso en la mira internacional: el 2 de abril de 1982 ordenó la ocupación de las australes islas Malvinas, ocupadas como colonia por Gran Bretaña desde el siglo XIX. Aunque los argentinos reivindican la soberanía del país sobre esas islas, esta acción, que hubiera parecido justa en otro momento, fue el fruto de la decisión desmedida de un dictador que entre vahos alcohólicos cayó en la trampa de sus socios estadunidenses y se lanzó a la aventura que costó más de 600 vidas, la mayoría de jóvenes soldados sin experiencia.
Galtieri, quien solía recibir en su despacho con un vaso de whisky en la mano, lanzó esa orden justamente cuando la crisis que atravesaba el país era evidente y los sindicatos se animaban a lanzar en esos años oscuros las primeras protestas. Este egresado de la estadunidense Escuela de las Américas, donde se forjaron otros muchos dictadores del continente; creyó que sus servicios a Washington serían reconocidos, y muchos analistas piensan que se le hizo creer que no habría una reacción militar británica.
Hasta hoy el tema es eje de debate, porque también por otra parte se destaca el heroísmo de muchos que enfrentaron la guerra declarada por Margaret Thatcher y protagonizaron acciones dignas de otros jefes y otras causas, como señala un analista local.
El 12 de julio del 2002 el juez Claudio Bonadío procesó a Galtieri por la desaparición de unos 20 militantes de la desaparecida guerrilla peronista Montoneros, cuando éstos regresaban al país en la década de los 70 para la contraofensiva" ordenada por sus jefes.
En este caso aparecen las garras de la coordinadora criminal de las dictaduras, la Operación Cóndor, ya que muchos fueron secuestrados en otros países, operación de la que también el "majestuoso general" fue parte. Su paso por la ciudad de Rosario, Santa Fe, dejó una marca imborrable en la historia de las violaciones de derechos humanos. Fue entre 1976 y 1979 cuando trasladó prisioneros a un campo clandestino de detención (la Quinta de Funes) para "quebrarlos", es decir, por medio del terror formar colaboradores y delatores, como hizo el ex contralmirante Emilio Massera, en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) en Buenos Aires. Galtieri y su equipo secuestraron y llevaron a la Quinta de Funes al jefe montonero de esa zona, Tulio Valenzuela, cuya familia fue dejada en rehenes, para que su marido tendiera una trampa en México al jefe montonero Mario Firmenich.
Valenzuela simuló aceptar y ya en México denunció públicamente lo que sucedía. Pagó el doloroso precio de la desaparición de su familia.
En 1985 Galtieri fue acusado en el juicio contra las juntas militares por secuestros, tormentos, privación ilegal de la libertad y sustracción de niños, pero fue absuelto. Sólo fue condenado en otro juicio por la serie de irresponsabilidades en Malvinas, como el maltrato a soldados y el robo por parte de oficiales de las donaciones que muchos argentinos enviaron.
Los indultos decretados en 1990 por el entonces presidente Carlos Menem para los jerarcas militares comprendieron también a Galtieri y consagraron, junto con las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida, la impunidad que hasta hoy condena a la empobrecida democracia argentina. Pero esa injusticia histórica no cerró las puertas a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, familiares y organismos de Derechos Humanos, que llevaron al exterior sus denuncias.
Las pruebas que iban acumulando lentamente los familiares de las víctimas, la aparición de algunos arrepentidos que confesaron crímenes y señalaron a los responsables, llevaron a que en el caso de Galtieri su captura y extradición fuera solicitada por el juez español Baltasar Garzón en 1997. En 2001 lo reclamó la justicia italiana por la desaparición de ciudadanos de ese origen, y finalmente fue aprehendido. Estuvo detenido domiciliariamente, y luego fue hospitalizado por su padecimiento de cáncer de páncreas, pero nunca dijo nada a esos hijos, madres y familiares que pedían algún dato sobre el destino de sus seres queridos.
Sin embargo, habrá quien se conmueva con esta muerte, como uno de los viejos amigos de Galtieri, el embajador de George W. Bush ante la ONU, John Dimitri Negroponte. Después de todo ambos fueron cómplices cuando Negroponte como embajador de Estados Unidos en Honduras era el hombre clave de la guerra sucia de su país contra el gobierno sandinista de Nicaragua, y en un acuerdo con los grupos de tareas argentinos cometieron crímenes de lesa humanidad. Hasta hoy los familiares de los casi 200 desaparecidos hondureños buscan justicia, pero Galtieri lleva su secreto a la tumba, mientras Negroponte falsificó deliberadamente informes del Departamento de Estado sobre derechos humanos durante su destino en Honduras.
En Brasil el ex dictador Alfredo Stroessner hace tiempo que está seriamente enfermo. Después de 35 años de dictadura en su país, uno de los hombres claves de la Operación Cóndor no ha pagado por sus delitos. Requerido por la justicia paraguaya y argentina, sin embargo, invoca su estado de salud para continuar instalado en su lujoso exilio en Brasil, mientras en la región se sigue esperando justicia.