Hay quienes hacen lo imposible por tener una gran cena
Las celebraciones de fin de año y las promesas cumplidas a medias
JOSEFINA QUINTERO M.
Hoy empiezan los preparativos para la cena de fin de año. Ensalada de manzana, pavo, bacalao y romeritos son platillos que habrá en algunos hogares de la ciudad. Sin embargo, hay quienes no consideran los guisos tradicionales, como doña Bertha Espinoza, quien se surte en el Mercado de Pescaditos del Pedregal de Santa Ursula, pues su plato fuerte para esta noche serán los pollos rostizados.
En compañía de su nuera adelantó ayer algunas compras: jitomates, chiles secos, pasas, manzanas y nueces. Desde la semana pasada doña Bertha empezó los preparativos para la "gran cena". Juntó a toda la familia y cada quien dio su cooperación, reuniendo 350 pesos entre los nueve hijos. Esta vez a todos les toca recibir el año nuevo en el barrio de Santa Ursula.
Ya la mesa está puesta en su imaginación con muchas flores: los claveles rojos son sus preferidos; "nueve hijos llegan y todos con familia. Será una mesa repleta de platos". Encorvada y con pasos lentos camina por la calle de San Cástulo para llegar al mercado. Entusiasta y animosa recuerda cada fin de año como el mejor día de todos.
Doña Bertha durante toda la semana recolecta ropa vieja y objetos inservibles (como planchas, licuadoras de los vecinos de la colonia), para venderlos el domingo en el tianguis de ropa usada que se pone en San Ricardo y San Hermilio.
Su preocupación son los precios, pues en las compras que hizo invirtió 114 pesos y no es ni la mitad de lo que necesita. Por supuesto también anticipó las veladoras, por las que pagó 24 pesos por una caja con 12. Esta vez quería tener uvas en la mesa, pues con más de 75 años cree que pronto ya no estará con su familia, pero pagar 30 pesos por un kilo saldría mucho más caro que los pollos rostizados, así que los 12 últimos segundos del año los despedirá con pasas, "que al final de cuentas también son uvas".
El día de los arrepentidos
El último día del año muchas personas quieren encontrar otra vida. Joel Castañeda, de 28 años, juró ante la virgen de Guadalupe que dejará de beber por tres meses, porque la última vez que lo hizo golpeó a su esposa y ésta lo abandonó.
"Solamente por tres meses voy a dejar el alcohol, porque no me gusta comprometerme mucho. Estoy arrepentido de haberle pegado a Estela, por eso le pido a Dios que me ayude a encontrar a una mujer que aguante más: la soledad es canija".
Joel atribuye su vicio por el alcohol a su trabajo. "Soy mesero en un restaurante y no falta quien invite la botella; además a mí no me gusta quedar mal con nadie y sólo una cubita no es suficiente para nadie. Por eso ahora que termina el año voy a cambiar, quiero formar un hogar, una familia".