Músculos elásticos, bengalas felinas
y risas blandas conviven en dos pistas a la vez
En 115 minutos, el Circo Atayde resume 115 años
de existencia
El show de hoy en la Arena México
coincide con la despedida del Cirque du Soleil en Santa Fe
PABLO ESPINOSA
El cumpleaños 115 del Circo Atayde se celebra con
más de 115 minutos de fascinación dos veces por día
en la Arena México.
Dos pistas, dos actos, piras de carne humana, bengalas
de carne felina, bólidos de tejido nervioso, músculos elásticos,
algunas lastimaduras, muchas risas blandas.
En
escena, una obertura-fantasía: el vagabundo que extrae de su maleta
una muñeca de trapo que trueca sus hilos por tendones, sus algodones
por protuberancias femeninas y un contorsionismo que asombra y hace abrir
la boca y más los ojos de un público notoriamente feligrés
del circo. Ha iniciado la magia.
Es ahí, desde el mismísimo primer instante
de la función del circo por antonomasia de México, que surge
de manera inevitable la comparación: comparecen en los mismos días
aunque en distintos escenarios dos versiones extremas del arte del circo.
En Santa Fe, lugar del más alto contraste entre
ricos y pobres (barracas y asentamientos irregulares conviven con oficinas
y edificios de lujo insolente), termina hoy domingo su temporada uno de
los capítulos más elevados de la cultura circense de Occidente:
el Cirque du Soleil.
En la colonia Doctores, lugar del más alto contraste
entre los últimos suspiros de la cultura de barrio y los embates
de la contaminación de todo tipo y la dizque modernidad, inició
su temporada uno de los capítulos más elevados de la tradición
de México: el Circo Atayde.
En contenido y continente resulta harto interesante la
comparación:
El arte supremo del Soleil y sus ahondamientos culturales
vastos. En tanto, su único defecto es lo prohibitivo de los precios
de los boletos, que reduce injustamente su disfrute al sector más
prepotente, grosero e ignorante: los dueños del dinero, que atiborraron
todas y cada una de las funciones a precios estratosféricos.
El arte supremo del Atayde y sus ahondamientos de identidad
cultural amplios y vastos. Ningún defecto, puras virtudes, entre
ellas la evidente cualidad de parroquianos, feligreses, asiduos, fieles
del circo. Un público evidentemente conocedor y cariñoso,
amante del arte del circo se acerca al fogón de dos pistas de la
Arena México.
En escena ya se oyen notas de clarines: inicia el magno
desfile de la función conmemorativa de los 115 años del Atayde.
Con los ojos bien abiertos, los mortales verán desfilar, una a una,
las rayas que Franz Kafka dibujó en la lisa frente infantil de su
artista del trapecio.
He
ahí el prodigio deconstruido: el chasquido del látigo, el
latido del corazón, el rugido del tigre de bengala, imponente y
bello como un poema de Eduardo Lizalde, tan sabio y hondo como una fábula
de Augusto Monterroso, las risas cristalinas, una lastimadura en el muslo
izquierdo de una bella dama que se contorsiona y se hace dueña y
señora del aire, la lava de adrenalina que flota entre butacas,
los ayes y los ohes de asombro, admiración, miedo repentino y divertido,
una sucesión de aleluyas que alejen lentamente, así vuelvan
en cuanto termine la función, nuestras miserias.
Animales, esencia circense. En autoironía inefable,
el maestro de ceremonias ensaya fallidos sinónimos de la palabra
"inteligencia" como motes para todos los animales que presenta: los chimpancés
comediantes, Yorch la jirafa inteligente, los perros amaestrados, los inmensos
elefantes, las llamas ardientes, los dromedarios, los mojones sonoros como
tubas de orquesta de pueblo de los elefantes. Hay el olor de circo, cierto,
pero también el sonido del circo, la piel del circo más adentro
de su carpa, su más profunda piel siempre tan erizada de emociones,
siempre tan abismada de alegrías tristes y de tristezas alegrísimas.
El circo, ay, el circo. El joven Circo Atayde apaga 115
velitas mientras prende dos veces al día sus luces en la Arena México.
El circo Atayde se presenta en la Arena México
(Doctor Lucio y Doctor Lavista) de lunes a viernes a las 17 y 19:30 horas;
sábados a las 12, 17 y 19:30 horas y los domingos a las 12, 16 y
19 horas.