INQUIETANTE PANORAMA EN IRAK Y COREA
La
tensión por una escalada bélica en Medio Oriente y también
en la península de Corea parece incrementarse día con día,
sin que hasta la fecha hayan surtido efecto los incesantes llamados a la
paz y al diálogo que numerosas voces de la comunidad internacional
han emitido en fechas recientes.
Estados Unidos y el Reino Unido han mostrado reiteradamente
su determinación de derrocar a como dé lugar el régimen
de Saddam Hussein y han lanzado ataques preliminares contra objetivos iraquíes,
sin la autorización expresa de Naciones Unidas y bajo el argumento
de que el gobierno de Irak supuestamente violó la zona de exclusión
aérea al sur de ese país árabe. Tal circunstancia
permite suponer que Washington y Londres están ya preparando el
camino para una invasión y que el dictamen de los expertos de la
ONU que investigan los arsenales iraquíes no resultará determinante
-incluso si fuese favorable a Hussein- para frenar una guerra a todas luces
injusta y anunciada de antemano.
Por lo pronto, los indicadores económicos internacionales
comienzan a amoldarse a las posibles consecuencias de un eventual conflicto
bélico en el golfo Pérsico y, por añadidura, resienten
también los efectos de la crisis venezolana: los precios del petróleo
en el mercado de Nueva York alcanzaron su precio máximo en 22 meses,
al situarse en 31.75 dólares por barril. El valor del crudo Brent
de referencia del Mar del Norte también registró alzas y
se colocó al filo de los 30 dólares.
Corea del Norte es, paralelamente, otro foco de incertidumbre
global. El jefe del Organismo Internacional de Energía Atómica,
Mohamed El Baredei, expresó su preocupación por el restablecimiento
del programa nuclear norcoreano y señaló que Pyongyang podría
comenzar en un mes la obtención de plutonio para usos bélicos
en una de sus reactivadas centrales nucleares. Ante estos hechos, Washington
amenazó a Corea del Norte con represalias militares si no suspende
su programa de fabricación de armas atómicas y, en voz de
su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, advirtió que Estados
Unidos está en capacidad de "librar dos grandes conflictos regionales
a la vez". Pese a la ira mostrada desde el Pentágono, ha de considerarse
que Pyongyang decidió lanzarse a esa empresa casi suicida como forma
de presión y protesta por la suspensión de los envíos
de petróleo que Estados Unidos y sus aliados remitían a Corea
del Norte para paliar su catastrófica situación económica.
Las tensiones que inciden sobre estos países asiáticos
constituyen malos augurios para la paz y la estabilidad mundial y representan
una amenaza de muerte para los millones de habitantes de ambas naciones,
agraviados por igual por sus gobiernos dictatoriales y por la ambición
ilegítima y desmesurada de Estados Unidos. Con todo, aún
es tiempo de prevenir la guerra y abrir cauces al diálogo en el
marco de Naciones Unidas.
Una vez más, es urgente que la comunidad internacional
redoble esfuerzos para contener los vientos bélicos que soplan desde
Washington y para prevenir los desastres y las humillaciones que las eventuales
ofensivas militares asestarían a los de por sí desgraciados
y oprimidos pobladores de Irak y Corea del Norte.