Entre los festejos, personal de seguridad golpeó
a reporteros
"¡Sí se pudo!", clamor en La Bombonera
MARLENE SANTOS A. ENVIADA
Toluca, Edo. de Mex., 21 de diciembre. Con un nudo
atravesándole la garganta, el timonel Alberto Jorge rechazó
grabadoras y micrófonos, y tras el silbatazo que decretó
el final se encaminó raudo hacia una esquina, en la cual el seleccionador
nacional, Ricardo LaVolpe, sonreía feliz.
Alberto
alzó el brazo como torero que brinda una corrida. De inmediato el
seleccionador nacional bajó al vestidor y antes de entrar alcanzó
a musitar "Jorge Alberto tiene mucho mérito; agarró una responsabilidad
muy fuerte".
En la cancha, Hernán Cristante por fin se relajó,
se puso de hinojos, besó el césped y elevó la mirada
al cielo; una gigantesca bandera de Argentina lo cubrió cual rebozo,
de inmediato se encaminó hacia el centro para comenzar los interminables
festejos. Hubo abrazos y el llanto de jugadores, como Israel López,
que no dejaba de felicitarse por haber llegado un día a este equipo.
También era conmovedora la humildad de Cardozo,
quien dejó de lado sus muchos récords y optó por decir
que todo era mérito de un gran grupo muy unido, no de un jugador.
La misma frase fue repetida por el dueño del equipo, Valentín
Díez Morodo, quien fue cuestionado: "Se gasta mucho dinero y se
sufre, pero vale la pena ¿no?", a lo que respondió: "Sí...
pero no tanto".
"¡Sí se pudo, sí se pudo!" clamaba
el público conmovido, mientras una joven se despojó de la
blusa para lucir un brassier rojo charol e hizo ondear una bandera
rojiblanca. De inmediato fue aclamada a su alrededor como si hubiera anotado
el quinto gol que nunca llegó.
Víctor Garcés se encargó de entregar
el cetro y medallas a los campeones, pues el titular de la Federación
Mexicana de Futbol, Alberto de la Torre, anticipó que no iría
por tener que atender asuntos personales. La nota negra fue la pésima
organización para canalizar a los medios de comunicación,
así como el excesivo personal de seguridad con chamarras negras,
con la leyenda "Servicios Profesionales Logísticos", que golpearon
e insultaron a varios reporteros.
La capital mexiquense se entregó a los festejos
desbordados tras la conquista de su cuarto título en la historia
de los tor-neos cortos, las bocinas de los automóviles sonaron al
ritmo de "yo sí le voy, le voy al Toluca", mientras la espuma artificial
pintó paisajes que envidiaría una estampa canadiense. En
tanto, los miembros de la porra Perra brava desfilaron por los alrededores
del estadio y el centro de la ciudad haciendo retumbar sus tambores, en
una fiesta que había iniciado bajo los acordes de Don Diablo,
de Miguel Bosé.