Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 22 de diciembre de 2002
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Política

Antonio Gershenson

Encarecimiento del gas natural

Los precios del gas natural en América del Norte -incluido México, que fija sus precios sobre la base de los del sur de Texas- han estado, en este diciembre, rebasando los cinco dólares por millón de unidades térmicas británicas (BTU). El precio previsto para 2002 en las bases del concurso para la planta Mérida 3 era de 1.68 dólares, aproximadamente una tercera parte del precio real de estos días.

Se citan una serie de elementos que confluyen en los precios recientes del gas, superiores a los que muchos esperaban. Habían bajado en 2001, y eso deprimió la inversión en materia gasera, lo cual a su vez se tradujo en una reducción de la producción: a principios de diciembre había en América del Norte 705 equipos de perforación trabajando, frente a 769 un año antes. Esto generó escasez, que a su vez contribuyó al aumento del precio. Y explica el nuevo ciclo que se observa desde el año 2000.

Algunos citan un frío mayor que el esperado en el invierno, y no faltan los elementos circunstanciales. El hecho es que el gas es más caro que antes en general, y no en un momento dado. Durante por lo menos 10 años, el precio del gas en el sur de Texas osciló alrededor de una línea lentamente ascendente. El promedio en 1995 era de dos dólares por millón de BTU, y este promedio, hacia 1998 y principios de 1999, se acercaba a los 2.50 dólares. Pero cuando el petróleo empezó a subir, al lograrse acuerdos entre los principales exportadores del mundo, también subió el gas natural. Y se ha estado configurando un nuevo ciclo, más corto que el anterior. Antes eran aproximadamente cuatro años, ahora son poco más de dos. Y el punto más alto, que en el primer ciclo de esta nueva situación fue a principios de 2001, llegaría a principios de 2003. Aunque el precio de un mes puede ser ahora menor que el de hace dos años, el promedio móvil de 12 meses es muy similar. Ambos son parte, de hecho, de la misma curva.

Uno de los elementos más importantes es que el precio promedio en torno del cual se dan estas oscilaciones es de cuatro dólares por millón de BTU. Casualmente, ese es el precio del seguro de Pemex, el precio que se tuvo que pagar en 2001 por contratos a tres años a precio fijo. Y es también el costo del gas natural licuado que importa, por ejemplo, Japón, que no ha podido usar gasoductos para ello debido a las fallas en el fondo del mar que lo rodea, y por tanto la gran profundidad en partes del mismo.

Es este el precio sobre cuya base debe calcularse la posible conveniencia de plantas eléctricas de gas natural, y no sobre supuestos alegres como el que citamos de Mérida 3, y los de otros concursos posteriores. Eso, además del hecho de que no tenemos ese gas, y que tampoco abunda en el resto de América del Norte. En esta parte del mundo se consume ya 30 por ciento del gas natural producido globalmente, pero se tiene sólo 5 por ciento de las reservas probadas mundiales.

Por lo mismo, debe considerarse también un factor de riesgo en el precio del gas. Aunque sabemos cuál será su promedio en el largo plazo, sus bruscas fluctuaciones de corto plazo implican costos adicionales para los consumidores, que deben buscar y pagar por medios de protección que les aseguren que esos cambios bruscos no los van a afectar en forma tal que los hagan quebrar o que les causen problemas mayores.

De por sí, durante más de una década el costo de la electricidad generada con combustóleo de alto contenido de azufre ha sido, según cifras de la Asociación Internacional de Energía, de la que México es miembro, más bajo que el de la generada con gas natural. En los últimos años se encarecen tanto el petróleo y, consecuentemente, sus derivados, como el gas natural. Esto aumenta la ventaja económica, sobre todo de largo plazo, del uso de fuentes renovables como el agua y el viento, cuyos costos, además, se han reducido con los avances tecnológicos. La diversificación se impone, no sólo como elemento de soberanía energética, sino como forma de abatir costos y diluir riesgos.

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