Gobierno y oposición dejan como árbitro
a la Fuerza Armada Nacional, dice Arturo Sosa
La radicalización empuja a Venezuela a la anarquía,
advierte analista
Existe la opción de una autoridad cívico-militar
de unidad nacional y transición, sostiene
GERARDO ARREOLA ENVIADO
Caracas, 19 de diciembre. La radicalización
y el pragmatismo extremos del gobierno y la oposición empujan a
Venezuela a la anarquía y dejan a la Fuerza Armada Nacional (FAN)
como árbitro y ante la opción de una salida cruenta y dictatorial,
dice Arturo Sosa, el provincial de la Compañía de Jesús
en el país y uno de los más reconocidos analistas de la política
y la sociedad locales.
Politólogo y doctor en historia y sociología
y ex profesor universitario, Sosa explica, sin embargo, que existe la opción
de un gobierno cívico-militar de unidad nacional y transición,
como el que siguió al derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez
Jiménez en 1958.
Jefe de los jesuitas venezolanos desde hace seis años,
Sosa representa a uno de los think tank más reconocidos en
el país. Acaba de concluir un ensayo de coyuntura que llamó
Abril en diciembre, aún inédito, y cuyo texto facilitó
a La Jornada. Sus tramos principales son los siguientes:
-Dos caminos: "La sociedad venezolana sigue viviendo una
tensión entre dos cursos de acción que hemos denominado salida
institucional y transición dictatorial". En la confrontación,
una parte "pretende vencer o eliminar al polo contrario".
-La
Mesa: La Mesa de Negociación y Acuerdos (MNA) "es una señal
que tanto en el chavismo como en la oposición hay corrientes dispuestas
a recorrer el difícil camino de la negociación, aunque persiste
la duda de si ambas delegaciones están realmente en capacidad de
comprometer al conjunto que representan." Reúne a "polos antagónicos,
cada uno de los cuales se siente "mayoría" y percibe contar con
la fuerza suficiente para derrotar al contrario, sus líderes estarán
inclinados a aumentar la presión social para eliminar al contrario
y no para negociar (...) Es uno más de los campos de batalla en
los que se tiene que vencer y cualquier gesto de acuerdo se interpreta
como debilidad, desesperación o inadmisible "paso atrás".
-Paro: El paro opositor está "alimentado por los
radicalismos de ambos bandos, las torpezas del Ejecutivo y el impacto de
la reducción al mínimo de la actividad petrolera (...) ha
servido, sobre todo, para confirmar en sus posiciones a los que estaban
radicalmente convencidos".
"A medida que pasan los días, a la oposición
se le hace cada vez más difícil levantar el paro sin aparecer
como derrotadas. Por eso, aunque confía en que las consecuencias
de la paralización petrolera agudizarán la crisis al punto
de doblegar al gobierno, debe estar preparando alternativas de desenlace
(...) que pueda aparecer como victoria; por su parte, el chavismo y el
gobierno parecen dispuestos a soportar el tiempo que haga falta y, desde
una posición dura, ejecutan un plan para romper el paro (...) En
este contexto se explica el ambiente de violencia que se percibe en el
país y las tensiones que provoca en la vida personal y colectiva."
-Elecciones ¿para qué?: Reducirlas a "la
ratificación o destitución del presidente, lo que hace es
posponer la creación de las condiciones para conseguir la estabilidad
política, económica y social, ingrediente necesario de la
superación pacífica de la crisis". La consulta tiene "pleno
sentido si se logra ubicarla en un horizonte nacional que trascienda a
las partes en contienda y, al mismo tiempo, incluya sus puntos de vista".
-Acuerdo nacional: El llamado a elecciones debe implicar
"un acuerdo nacional, con un programa de corto plazo en política
social para atender el impacto del empobrecimiento, en política
económica para iniciar la salida de la recesión y de fortalecimiento
de las instituciones públicas".
-¿Gobierno de unidad nacional?: "En este momento
es pertinente la pregunta sobre si una auténtica salida no implica
la formación de un gobierno provisional o gobierno de
unidad nacional".
"Se puede seguir el modelo de transición entre
la dictadura" militar y el Sistema de Conciliación de Elites y Partidos
Políticos de enero de 1958 a febrero de 1959. Las fuerzas armadas
que "venían de ser gobierno (...) aceptan regresar a ser una fuerza
garante de un régimen emanado de la voluntad popular y se ocupan
de garantizar el orden público, con lo que se logra conjurar la
violencia (...) Luego se encontró un grupo de personas capaces para
ejercer el gobierno (...) quienes no tenían pretensiones de mantenerse
en ellas una vez concluida la transición".
-Transición: "Una transición de esta naturaleza
permitiría un necesario proceso de deslindes políticos, hoy
ocultos por la polarización radicalizada. La unidad que hoy ostenta
la oposición está motivada exclusivamente por el objetivo
común de expulsar a Chávez (...) esconde las contradicciones
de las visiones distintas del país existentes, incluso incompatibles
unas con otras, en su interior, que no se han confrontado por el momento
de la lucha, pero que tendrán que hacerlo a la hora de encontrar
un acuerdo sobre el horizonte de largo plazo y el programa para alcanzarlo.
En el chavismo sucede algo análogo. Conviven visiones contradictorias
de la transformación que se quiere impulsar, además de la
ausencia generalizada de planes consistentes para llevarlas a cabo."
-Transición dictatorial: "El escenario confrontador
por el que se avanza hacia la transición dictatorial ha cobrado
fuerza en relación a las posibilidades de negociación para
una salida institucional. El factor que más influye en esa
dirección es el deterioro de la ética política (...)
el engaño y la mentira llegan a justificarse como instrumento político,
así como el recurso a la violencia e incluso la guerra (...) Esta
especie de todo vale con tal de mantener o lograr el poder político
es una pendiente inclinada al autoritarismo y la dictadura con costos muy
altos (...) A esto se une la prevalencia de las visiones más radicales"
en ambos lados.
"Se trata de una tendencia a la anarquía política
(...) sólo controlable por la acción directa de la Fuerza
Armada", que puede terminar "imponiendo un régimen de mano dura
(...) a sangre y fuego.
-Factor militar: La FAN "se convierte en el actor que
inclina la balanza a un lado o al otro (...) si se mantiene fiel al gobierno
tendrá que enfrentar la movilización opositora incluso con
una fuerte represión, especialmente si se llega a extremos de paralización
o conmoción que exijan la declaración de un estado de excepción.
Si, por el contrario, la FAN opta por la desobediencia al gobierno tendrá
que enfrentar al presidente, sus aliados, incluyendo, posiblemente, algunas
unidades militares y las organizaciones populares que lo apoyen, también
a base de una fuerte represión".
-Iglesia católica: "No tiene ningún papel
en la disputa sobre el poder político (...) Si en algún momento
la Iglesia católica ha producido la percepción o ha realizado
acciones fuera de su rol, está llamada a reconocerlo y corregirse".