CON VISTA AL ZOCALO
José Agustín Ortiz Pinchetti
Chapultepec de mis recuerdos
LA FAMILIA LOPEZ Portillo ha devuelto al Gobierno del Distrito Federal un terreno de casi mil metros cuadrados perteneciente a la tercera sección del bosque de Chapultepec. šBien por ellos! Si otros los imitan, nuestro invadido bosque se irá recuperando.
TRATANDOSE DE CHAPULTEPEC, siento siempre que ya "se está haciendo tarde". Mi madre me llevaba al parque frente a los múltiples chorros de la fuente de La Templanza. Como hoy, un Tarzán asfixiaba allí a un caballo, sin la protesta de las ONG protectoras de animales. Llegábamos a media mañana y las horas se iban como el agua. A la una sonaba, fatídico, del otro lado del bosque, el silbato de la fundición, y mi mamá decía: "se está haciendo tarde" y empezaba a pastorearnos. Poco después llegaba mi padre. Oía frenar el coche, abrirse la portezuela. Se acababa Chapultepec.
APRENDIMOS A ANDAR en bicicleta en el parque de La Hormiga. Seguro fue parte de los terrenos del rancho del mismo nombre. Lo compró el general Cárdenas a finales de los 30 y convirtió la casona en residencia presidencial. La rebautizó como Los Pinos, en romántico homenaje al lugar donde conoció a doña Amalia. El tenía mucho sentido común. Como a Juárez, no le parecía bien que los presidentes vivieran como emperadores en el castillo. Además, pensó en privarlos de tentaciones. Podía resultar insoportable dejar de gozar de aquellas terrazas cuando tuvieran la pena de dejar la Presidencia. Hombre sensato mi general.
LOS PINOS FUE creciendo y para los ochenta era un imponente bunker. Carlos Salinas le quitó un pedazo al parque de La Hormiga, no para utilizarlo como jardín, sino para impedir que los curiosos se acercaran a verlo en sus joggins matutinos. Casi nadie dijo pío, pero fue un agravio para quienes gastamos infancia y aprendimos ciclismo ahí. A petición de la ciudad, el actual Presidente democratizó el pedazo invadido, devolviéndolo.
ENRIQUE KRAUZE DISTINGUE entre un nacionalismo agresivo y malvado y un patriotismo defensivo y benigno. Mi abuela, una montañesa de la extremadura de Chihuahua, era patriota. En la frontera uno es patriota para poder ser. Me inoculó el patriotismo en las vitrinas del Museo Nacional de Chapultepec. Me mostraba arreos, espadines, banderas, charreteras, águilas. Símbolos bastante candorosos. Me llevaba en las noches del 15 de septiembre, cuando abrían e iluminaban las salas.
UN SECRETO: TODAVIA hoy los veo correr entre los árboles, esconderse y mirarme. No los veo directamente sino de reojo. Y siempre donde los conocí, en una región precisa, un poco al poniente del cerro, entre la calzada de Los Poetas y la del Rey. Podría uno confundirlos con las luces y sombras que provoca el viento al correr en la fronda... pero yo sé que existen y me observan juguetones. Mi madre me advirtió de su presencia... pero ya no hablo de ellos. Hoy no es política ni científicamente correcto decirles a mis nietos que hay enanos en el bosque de Chapultepec.
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