Interpretarán de manera conjunta La
consagración y otras primaveras
La OSUG y el Ballet Nacional, hoy en el Palacio de
Bellas Artes
La orquesta guanajuatense confirma con esa presentación
su interés por trabajar con diversas plataformas, explica su director
La universidad estatal celebra 50 años de vida
MERRY MAC MASTERS
Tras su debut el miércoles en el Auditorio de Guanajuato,
el Ballet Nacional de México, dirigido por Guillermina Bravo, continúa
su temporada La consagración y otras primaveras en el Palacio
de Bellas Artes, con un programa que presentó anoche y repetirá
hoy, el cual después de muchos años y con motivo del medio
siglo de la Universidad de Guanajuato se bailará con el acompañamiento
de la orquesta sinfónica de esa casa de estudios, bajo la dirección
de José Luis Castillo.
De
acuerdo con su joven titular de origen español, la orquesta ''trabaja
con muchas plataformas, convoca diferentes disciplinas estéticas,
es un instrumento que apunta a trabajar con multimedia, con ballet, marionetas,
títeres, hace óperas, acompaña películas silentes''.
Respecto al reto que representa La consagración y otras primaveras,
señala que fue concebido por sus diferentes participantes como "un
espectáculo que fuera un poco más allá de sí
mismo. Por ello, pensamos en estas tres reflexiones de un mismo hecho visto
por tres compositores de momentos distintos de la historia, y por un trío
de creadores radicalmente diferentes. Esto la convierte en una producción
con una propuesta muy temeraria".
Con un interés ''desde muy joven'' por La consagración
de la primavera, de Igor Stravinsky, que considera ''un parteaguas
de la música del siglo XX", el coreógrafo Jaime Blanc retomó
una obra de su autoría montada hace 20 años. Si no lo ha
repuesto tal cual, fue para "no traicionar" el espíritu mismo de
la pieza original. En cambio, prefirió ''remitirla a un mundo mucho
más primitivo -la obra está pensada como un homenaje a la
mujer como tierra fértil-, no tomar ningún otro punto de
vista más que lo que propone la música, y que el público
haga sus propias deducciones respecto de qué relación hay
con nuestro mundo contemporáneo, que seguimos siendo una comunidad,
en este caso global, y quiénes son víctimas y quiénes
victimarios".
-¿Quién era el aludido hace dos décadas?
-Hace 20 años acababa de ver una obra maestra del
cine, Salo (1975), de Pasolini, que me conmocionó por la
forma en que mostraba las barbaridades terribles del fascismo. En ese entonces
me pareció que la música me podría servir para ilustrar
algo similar, utilizando más o menos los mismos personajes y una
comunidad que era víctima. Fue poco afortunado el trabajo. Ahora,
creo que el resultado es muchísimo mejor, porque no es tan pretencioso
y se refiere mucho más a lo ritual.
A su vez, Rossana Filomarino, para construir su coreografía
Canto a la primavera (Primavera, de Claude Debussy), tomó
una parte del poema homónimo de Xavier Villaurrutia, que habla de
"la tierra sumisa", el mar, el cielo y finalmente que "la primavera nace
en nuestro cuerpo,/ filtrando su inasible,/ su misteriosa savia/ en cada
débil rama/ del árbol de los nervios". Esa imagen, dice Filomarino,
"me gustó mucho y me dio pie para construir casi toda la segunda
parte de la danza (la obra musical es en dos partes). Basé la danza
sobre el inicio de pequeñas pulsaciones como el despertar del cuerpo
a nuevas sensaciones, como si fuera un árbol de la vida, hasta construir
imágenes que tienen que ver otra vez con la naturaleza. Pero la
naturaleza metida dentro de nosotros mismos hasta llegar a una exaltación
y un júbilo de celebración".
Completa el trío La primavera (Las cuatro
estaciones, de Antonio Vivaldi), con coreografía de Luis Arreguín.