La anulación no contribuye a que condenemos
un ataque a ese país, dice el Kremlin
Irak rescinde a firmas rusas contrato para explotar
rico campo petrolífero
Hussein no es tan interesante como para apoyarlo en
cualquier situación, expresa Moscú
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 14 de diciembre. Como balde de petróleo
frío cayó sobre el Kremlin la noticia de que el régimen
de Saddam Hussein decidió anular la concesión que otorgó
hace cinco años a LUKoil y otros dos consorcios rusos para explotar
el riquísimo campo petrolífero de Qurna Occidental-2, cuyas
reservas estimadas ascienden a 7 mil 300 millones de barriles de crudo.
Los medios informativos locales difundieron de inmediato
la primera reacción oficial por conducto de un funcionario no identificado
del primer círculo de la presidencia rusa: "decisiones como ésa
no contribuyen a que Rusia mantenga su posición de rechazo a una
guerra en Irak.
"Por sí mismo, Hussein no es tan interesante como
para que Rusia lo apoye en cualquier situación."
Antes cuidadoso de guardar las formas, el gobierno de
Bagdad sacó a relucir su drástico distanciamiento de Moscú
en el momento en que el Kremlin continúa negociando con la Casa
Blanca garantías de que Estados Unidos, incluso de llegar al extremo
de derrocar el régimen de Hussein, respetará los intereses
de Rusia en Irak, pero sólo ha conseguido, según las filtraciones
más recientes, vagas promesas verbales.
El Estado ruso, afectado por partida doble
La cancelación del contrato con LUKoil, además,
se produjo justo cuando Nikolai Tokariev, presidente de la compañía
Zarubezhneft, otro de los gigantes petroleros de Rusia, hizo público
lo que llamó inminente acuerdo para obtener una nueva y multimillonaria
concesión en Irak.
Zarubezhneft, junto con los consorcios Rosneft -ruso-
y Total Fina Elf -francés-, daba por hecho la firma con el gobierno
iraquí de un contrato para desarrollar el campo petrolífero
de Nahr bin Umar, con reservas potenciales que podrían duplicar
las de Qurna Occidental-2.
Ahora queda en entredicho la concreción de ambos
proyectos, con los cuales Rusia buscaba consolidar su ventaja frente a
las petroleras occidentales en el sector energético de Irak, mientras
Zarubezhneft, que pertenece al Estado ruso, resultó afectado por
partida doble, pues también tenía participación en
el anulado contrato de LUKoil.
Firmado en 1997, el convenio para explotar el campo de
Qurna Occidental-2 estipula la creación de un conglomerado ruso-iraquí,
en el cual LUKoil lleva la voz cantante con 68.5 por ciento de las acciones,
las compañías rusas Zarubezhneft y Mashinoimport tienen cada
una 3.25 por ciento y el Ministerio de Petróleo y Gas de Irak el
restante 25 por ciento.
En una carta suscrita por el viceministro iraquí
de Petróleo y Gas, cuyo contenido trascendió, Bagdad defiende
como razón legal para romper con LUKoil y los otros dos socios rusos
el incumplimiento por parte de éstos de los puntos principales del
contrato.
LUKoil, por conducto de uno de sus vicepresidentes, Leonid
Fedun, alega que no ha violado cláusula alguna, y sostiene que Bagdad
exige comenzar sin demora la extracción de crudo, cuando el convenio
especifica claramente que ello se podrá hacer sólo después
de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) levante las
sanciones contra el régimen de Saddam Hussein.
Existen opiniones encontradas acerca de qué fue
lo que realmente llevó al gobierno iraquí a desconocer el
hasta ahora único contrato petrolero de envergadura con Rusia.
Para algunos analistas, Bagdad se sintió traicionado
por Vaguit Alekperov, presidente de LUKoil, quien todavía hace relativamente
poco era su principal cabildero ante el Kremlin, y a partir de octubre
pasado asumió una actitud prepotente al anunciar que el presidente
Vladimir Putin le había asegurado que no se afectarían sus
intereses en Irak, con o sin Hussein en el poder.
Otros expertos sostienen que la ruptura con LUKoil, que
aún podría enmendarse con reducir a un simple malentendido
la carta del viceministro iraquí, es una forma de presionar a Rusia
frente a los crecientes signos que apuntan a que Estados Unidos, independientemente
de las conclusiones que presenten los inspectores de armas de la ONU, mantendrá
su intención de desatar una nueva versión de la Guerra del
Golfo.
Al respecto, Dmitri Rogozin, presidente del Comité
de Relaciones Exteriores de la Duma, Cámara baja del Parlamento
ruso, calificó de serio error la decisión de Bagdad de anular
el contrato con LUKoil, y subrayó su motivación "esencialmente
política".
"Todavía no hay guerra, pero ya se empezó
a afectar los intereses rusos", concluyó Rogozin.