El cardenal agradeció a todos los involucrados
en la canonización de Juan Diego
Las apariciones guadalupanas, episodio glorioso en
la historia: Rivera Carrera
Monroy Ponce llama a no ignorar los 50 millones
de pobres que hay en México
JOSE ANTONIO ROMAN
En la primera festividad guadalupana en la que se tiene
a Juan Diego como santo, el cardenal Norberto Rivera "agradeció"
a todas aquellas personas, incluyendo sacerdotes católicos, que
en su momento objetaron y pusieron obstáculos a la decisión
del Vaticano para canonizar al indígena.
Así, en la misa de la Bendición de las
Rosas, la principal en la celebración de la Virgen de Guadalupe,
también estuvo presente la sombra del ex abad de la Basílica,
Guillermo Schulemburg, quien con sus cuestionamientos sobre la historicidad
de Juan Diego aplazó por más de dos años la inscripción
de éste en el catálogo de los santos.
Ante miles de feligreses que abarrotaron la nave y las
capillas superiores del templo del Tepeyac, el arzobispo primado de México
calificó las apariciones guadalupanas como "un episodio glorioso
de nuestra historia nacional".
Dijo que en esta fecha, en el que se cumple el 471 aniversario
de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, "todo
México agradece y festeja el acontecimiento más grandioso
de nuestra historia", el que, aseguró, que dio nacimiento a nuestra
nacionalidad mestiza.
Acompañado por el cabildo de la Basílica
y la mayoría de sus ocho obispos auxiliares, el cardenal Rivera
recordó que este es el primer año en que se realiza la festividad
guadalupana "teniendo la definitiva certeza" de que el indio Juan Diego
sí existió; certeza que se deriva de que en ese mismo lugar,
en la Basílica, fue canonizado por el papa Juan Pablo II el pasado
31 de julio, luego de exhaustivos estudios de sobre la existencia y los
hechos del indígena.
"Gracias por el escrupuloso cuidado que puso el Vaticano
en investigarlo, gracias por los obstáculos y objeciones que algunos
de nuestros hermanos quisieron aportar, gracias por la luz con que pudieron
ser resueltos", dijo el cardenal Rivera, dirigiéndose a la Virgen
de Guadalupe, en una misa que duró poco más de dos horas.
De igual forma, agradeció a su predecesor, el cardenal
Ernesto Corripio Ahumada -quien ocupó un lugar especial durante
la celebración- por iniciar el proceso de canonización del
indio Juan Diego.
Por otra parte, en la celebración de las mañanitas,
que se realizó la noche del miércoles, el rector de la Basílica,
Diego Monroy Ponce, señaló que México no puede ignorar,
aunque sea la novena potencia económica mundial, que más
de 50 millones de personas en el país viven en la pobreza y la marginación.
El prelado señaló que la tarea evangelizadora
de Guadalupe no puede considerarse concluida mientras persistan signos
de desamor, de mentira, de egoísmo y de injusticia "que se manifiestan
inmediatamente en la grosera desigualdad social" que tiene su expresión
más impactante y dramática en la ignorancia y en la violencia
cotidiana.
Acompañado de todo el cabildo de la Basílica
y ante miles de feligreses que abarrotaron el recinto religioso, Diego
Monroy exhortó a los católicos a construir una sociedad cada
día más acorde a los planes de Dios, más solidaria
y más fraterna, pese a todos los signos de muerte que prevalecen
en ella. Estos signos de muerte, agregó, amenazan especialmente
a los que menos tienen.
No obstante, señaló que ninguno de estas
manifestaciones de muerte tiene la última palabra, pues en el Evangelio
se encuentran las respuestas para superar con Cristo estas sombras que
provocan tristeza y desencanto.
Además, en la misa, el rector de la Basílica
encomendó a la Virgen de Guadalupe a los obispos, para que fieles
al Evangelio, desempeñen siempre fielmente su ministerio "a favor
de los que menos cuentan en una sociedad materialista, arrogante y prepotente".
Asimismo, pidió especialmente por quienes son víctimas
de la mentira, la corrupción, el abandono, la injusticia y la soledad
a causa del egoísmo y la falta de compromiso de quienes deberían
desempeñar su tarea como servicio.
"No permitan que sus hijos lleguen a destruirse por el
odio, la amargura y la violencia que produce la frustración y la
falta de oportunidades de desarrollo integral, oportunidades a las que
todos tienen derecho", dijo el presbítero, desde el altar mayor
del recinto.