Ganadora del Premio Sor Juana Inés de
la Cruz, de la FIL, por la obra Cielo de tambores
"Lo femenino hace que la vida duela menos": Ana Gloria
Moya
Las mujeres "tienen algo que decir y hay lectores dispuestos
a escucharlas", expresa
CAYETANO FRIAS FRIAS CORRESPONSAL
Guadalajara, 7 de diciembre. En literatura, el
tema del género nos encuentra en 2003 entre el machismo y el feminismo,
pero "el enemigo está en otra parte, creo que el dolor, la muerte,
el sufrimiento, el amor, son universales. Ahí nos hermanamos todos,
pero de pronto nos distraemos en viejas luchas que de últimas ya
tuvieron su resultado", asegura Ana Gloria Moya, ganadora del Premio Sor
Juana Inés de la Cruz, que otorga la Feria Internacional del Libro
(FIL).
Moya, nacida en Tucumán, Argentina, es abogada,
y como hija de libreros dice que empezó leyendo y escribiendo "desde
siempre", pero su primer libro elaborado, Sangre tan caliente, apareció
en 1994, tras haber escrito varios cuentos.
Moya recibió este premio por Cielo de tambores,
publicado por la Universidad de Salta en 2002. El estímulo consistirá
en que la misma universidad publicará una edición crítica,
además de que la editorial Curbstone Press lo traducirá al
inglés.
Contenta
de haber logrado este premio, la autora argentina advierte que hay un avance
de la escritura femenina en Latinoamérica, lo que demuestra que
las mujeres "tenemos algo que decir y hay lectores dispuestos a escuchar
la mirada femenina sobre los temas universales".
Precisa que la literatura no tiene género, pero
que de cualquier forma se puede notar en Latinoamérica, "cuando
entras a una librería, ver la cantidad de escritoras mexicanas,
colombianas, argentinas, cubanas, que atestan las estanterías".
Explica que en su caso, al escribir piensa en un lector
universal, porque es el destinatario natural de todo libro y de él
depende la aceptación. "La mirada masculina es tan importante como
la femenina", precisa.
Resalta que la mirada femenina aporta a la literatura,
sobre todo, "la diferencia de percepciones al momento de saber que puede
engendrar vida. Suaviza aristas, convoca, cobija. Lo femenino hace que
la vida duela menos".
Añade que lo femenino "puede detenerse en lo poético,
en los detalles, cosas en las que quizá, el hombre es más
directo. Si bien es una generalización, porque García Márquez
no lo hace, pero el aporte de la mujer es diferente, eso enriquece".
En general, Moya dice que no se puede hablar aún
de igualdad entre géneros, porque se siguen padeciendo flagelos
tan grandes "como la violencia, la globalización, el desempleo;
todos somos víctimas. Hay avances y retrocesos y no depende de ser
hombre o mujer".
Insiste en que todavía hay discriminación
en muchas cosas y el sistema se nutre de víctimas indistintamente,
"obviamente el fragmento más débil son las mujeres y los
niños, pero, ¿cómo hacer para que deje de suceder?
La violencia que ejerce la sociedad sobre la familia repercute, el desempleo
es una forma de violencia, la inseguridad laboral es violenta".
Ante esos problemas que aquejan a los habitantes de Latinoamérica,
expresa que podría parecer menor hablar de literatura, pero "estoy
convencida de que el arte es y debe ser nuestra última trinchera
de resistencia. Si no pensamos ni leemos, tampoco vamos a poder ejercer
nuestros derechos ni conocer qué nos está pasando".
Insiste en que "así como hay una desnutrición
física, también hay una espiritual. Pero el espíritu
sigue siendo libre, pese a todo no vamos a entregar las alas, tenemos que
concretar los sueños, seguir luchando".
Refiere que desde la escuela secundaria conoció
la poesía de Sor Juana. "A partir de ahí siempre me apasionó
por todo lo que tuvo que resignar, no tanto por vocación religiosa,
pero sí por vocación de conocimiento."
Señala que Sor Juana "lo entendió demasiado
joven y tuvo que pagar un precio muy alto. Entró en una orden religiosa,
pero fue la única manera en que pudo trascender su escritura".
Todo pasa por la pasión, dice, "ni renunciar, ni
dejar atrás, ni resignar las banderas. Sor Juana es un ejemplo para
todas las mujeres americanas, me admira su mezcla de fragilidad y de invulnerabilidad.
Transgredió, pero no tanto, estuvo entre los límites y demuestra
que nada es gratis. Creo que el peaje del dolor es ineludible".
Cuenta que Cielo de tambores es una historia basada
en lo que pasó con los negros africanos a partir de 1800, luego
de quedar en libertad y demonizados por los gauchos o criollos de Argentina,
que casi los llevó al exterminio.
Explica que en esa época, donde incluso a negros
o "pardos" los enviaban por delante en las guerras, y "como última
rebelión de la raza, llevada a cabo por las mujeres, había
una bajísima tasa de natalidad y una altísima tasa de mortalidad
infantil, como que hasta los vientres se secaron porque no soportaban vivir
en cautiverio".
Ana Gloria Moya ha publicado Sangre tan caliente y
otras pasiones, La desmemoria, Perder el paraíso
y María Kumba, entre otros libros.