La crisis de los misiles
A la luz del relámpago: Cuba en octubre
Adolfo Gilly
Hace 40 años, a finales de octubre de 1962, el mundo estuvo al borde de la guerra nuclear. La Unión Soviética había instalado cohetes estratégicos en Cuba desde junio de ese año. Estados Unidos confirmó su presencia el 16 de octubre. El 22 del mismo mes, el presidente John F. Kennedy lanzó un ultimátum: retirada inmediata o bombardeo, invasión y guerra. Era claro que esta guerra no podía ser sino con armas nucleares. El primer ministro soviético, Nikita Jruschov, cedió y, sin consultar a Cuba, desde el 25 de octubre hizo saber a Washington que se replegaría. Los cubanos se enteraron de esta decisión, que afectaba a su soberanía y su territorio, apenas el 28 de octubre. Se abrió allí una segunda y grave crisis, no militar sino política, entre Cuba y la Unión Soviética.
Esta serie de complejos acontecimientos, en los cuales la destrucción nuclear planeó sobre el mundo, es conocida bajo tres nombres: en Estados Unidos la llaman "la crisis de los cohetes"; en Rusia, "la crisis del Caribe"; en Cuba, "la crisis de octubre". Para Washington, el significado era la amenaza nuclear de los cohetes soviéticos sobre su territorio; para la Unión Soviética, era la extensión de sus bases militares hacia el Caribe, lejos de su territorio; para Cuba, era la defensa de la nación, de su independencia y de su territorio en un momento preciso de su historia, octubre de 1962, contra las agresiones que a partir de la invasión de Playa Girón (abril 1961) se multiplicaban desde territorio de Estados Unidos y bajo la planeación y la cobertura de su gobierno. Los tres nombres, como suele suceder, no son caprichosos. Dice, cada uno, diferentes vivencias, sentidos e interpretaciones de un mismo acontecimiento.
Los días 11 y 12 de octubre de 2002 se realizó en La Habana la más reciente conferencia internacional sobre esta crisis. Estuvieron presentes, a título personal, delegaciones de Estados Unidos, Rusia y Cuba. Protagonistas de primera línea de aquel entonces pudieron volver a dialogar: entre ellos, Fidel Castro, presidente de Cuba; Robert Mc Namara, secretario de Defensa de John F. Kennedy, y el general Anatoly Gribkov, entonces jefe de las fuerzas soviéticas estacionadas en Cuba. Se dieron a conocer documentos reciente- mente desclasificados y se cruzaron los testimonios y las reflexiones de quienes hace 40 años se habían enfrentado como combatientes enemigos en un duelo militar cercano a la guerra y a la catástrofe nuclear. El respeto y el diálogo fueron la norma de las discusiones, cuyo interés histórico y político no es preciso subrayar. Enviado por La Jornada, tuve ocasión de presenciar en pantalla y en vivo, como uno más de los varios cientos de espectadores reunidos en una sala contigua al salón de sesiones, el desarrollo íntegro de la conferencia.
A la luz del relámpago: Cuba en octubre es un testimonio de cuanto desde allí pudo verse, unido a la lectura de documentos hace poco desclasificados y de las actas de la conferencia precedente, realizada en La Habana en octubre de 1992.