MELON
Luis Angel Silva
A toro pasado
AUNQUE DEJO BIEN claro que no eligió a los
invitados, la amabilidad y don de gentes de Celia Cruz al aceptarlos hizo
que su homenaje, aniversario, concierto, fuera deslucido. Coinciden con
éste su enkobio José Luis Plaza, Mario Rojas y Arturo Cruz
Bárcenas. Este último hizo una crítica certera y puso
los puntos sobre las íes: ella sola hubiera levantado el ambiente.
EL
UNICO QUE estuvo como lo que es, "el lujo de México", fue Marco
Antonio Muñiz. Puso de manifiesto su calidad y colmillo retorcido
haciéndole una segunda de primera a Doña Son en Echame
a mí la culpa, de Ferrusquilla, obligando al respetable
a pedir una repetición que fue Lágrimas negras. El
señor Plaza dice de Pedrito Fernández que, al parecer, al
cantante le quedó un poco arriba el tono, pues en cada intervención
parecía gritar. Por lo visto a Pedrito no le han dicho que las damas
cantan en un tono y los hombres en otro. En vez de hacerle dueto a la Reina
Rumba, como hizo Marco Antonio, cantó en el tono de Celia, y
por el esfuerzo se le deben de haber salido hasta las almorranas.
LOS DEMAS, Y esta es mi opinión muy personal,
enseñaron el cobre. La música cubana parece fácil
de interpretar, pero no es así, y más lo que canta Celia
Cruz. Y aún más cuando se tiene una orquesta como la que
dirigió Isidro Infante, que sonó de manera soberbia, ya que
los errores se notan fácilmente desde Kabah hasta el cubano metiche
Eduardo Antonio, pasando por Aleks Syntek, Daniela Romo y Yuri, que mostraron
que no tienen idea de lo que es la música cubana. No basta con gritar
"vaya" o "ahí mi negra". Hay que tener conocimientos y algo que
da mamá, que no se compra en la botica, llamado sabor. Tampoco basta
con nacer en Cuba. Con Eduardo Antonio se comprobó que no todos
los cubanos son Celia Cruz o Benny Moré. ¡Así de fácil!
LA GUAJIRA GUANTANAMERA los exhibió.
De nuevo Marco Antonio sacó el colmillo y cantó los versos
de José Martí. Los demás quisieron improvisar y eso
fue de terror. Gracias al profesionalismo de la orquesta no se convirtió,
como dirían los taurinos, en un herradero. Al genio que se le ocurrió
la brillante idea de tales invitados (sin contar a Marco Antonio) se le
debe cargar la falta de lucimiento y la tibieza que mostró el público
durante casi todo el concierto.
HUBO MOMENTOS EMOTIVOS y de calidad, pero a cargo
de Doña Saoco. Acompañada de tambores batá,
ofreció dos cantos a Yemayá, uno de ellos para complacer
a una santera cubana que se hizo oír en serio en todo el recinto,
para después cantar Cuando salí de Cuba, acompañada
únicamente de la niña del teclado, bajo y percusiones, con
la calidad, sabor y sentimiento a que nos tiene acostumbrados. Señora
Jícamo, ¡mis respetos!
PARA COLMO, A la noche siguiente el Canal 40 presentó
un concierto celebrado en Nueva York en 1999, donde Celia se vio diferente,
también acompañada por Isidro Infante, pero en esa ocasión
sus invitados fueron Tito Puente, Johnny Pacheco y La India. Esta última,
en opinión muy personal, no canta, sino grita y en qué forma,
pero la calidad y el entusiasmo del público ahí quedaron.
HE PODIDO PRESENCIAR otras actuaciones de Celia
Cruz que tan sólo de recordarlas se me enchina el cuero, donde el
tiempo se fue volando y la participación de la guarachera del mundo
duró más de dos horas. Una fue en Los Angeles, California,
y otra en Veracruz. Dice Mario Rojas que Celia merecía una fiesta
de más lujo y estoy totalmente de acuerdo. A ver si para la otra.
SEGUIRÉ CON EL talento de nuestros productores.
Ahora preparan Operación Triunfo para niños, lo que
en España se llama Menudas estrellas. Eso me hace decir lo
que expresan de Carlos Gardel: que canta mejor que nunca. Yo lo pongo así:
don Luis de Llano, Mario de la Piedra, Juan Calderón, Miguel Angel
Herros y todos los de antaño producen mejor que nunca. Por supuesto,
ya anuncian giras como en la Madre Patria. Les aconsejo llevar un otorrinolaringólogo
para que no pase lo que con Rosa, figura española de Operación
Triunfo, que se quedó afónica y tuvieron que suspender
una gira. ¡Vale!