Angel Guerra Cabrera
España: Ƒtransición adónde?
La visita a México de sus majestades españolas ha puesto de plácemes a más de uno de los loros locales amaestrados de la globalización financiera. Si el fracaso del modelo neoliberal desde el río Bravo a la Patagonia respecto de las expectativas creadas por ellos mismos ha pulverizado su credibilidad, acaso al otro lado del Atlántico, lejos de las vivencias cotidianas de la gente, encontrarán el tema para seguir machacando sobre lo mismo.
España, afirma Sergio Sarmiento en Reforma el 18 de noviembre, "es el ejemplo más notable en el mundo de una transición exitosa tanto en lo político como en lo económico", y apunta que México, aunque inauguró la alternancia en el 2000, no ha dado todavía los "demás pasos que llevaron a España a su transformación". Después de quejarse de los políticos mexicanos, que no han sido capaces de colaborar entre sí "de buena fe", como hicieron en el país ibérico populares y socialistas, viene lo que más le interesa. Las reformas económicas de los años 90, importantes como fueron -dice-, no han sido continuadas por una segunda generación de reformas. Ergo, si la derrama prometida por los voceros neoliberales no ha llegado, la culpa es de los partidos y legisladores que no se ponen de acuerdo para sacar adelante las nuevas reformas. Dejo a juicio de los mexicanos la parte que se refiere a México para ocuparme de la versión idílica de Sarmiento sobre la llamada transición española, en la que obvia cuestiones fundamentales.
Una muy importante es que si se puede hablar de alguna transición no es gracias a acuerdos pactados en las cúpulas partidistas ni a consensos parlamentarios. Al contrario, esos arreglos condujeron en gran medida a la frustración de la heroica lucha de los pueblos de España contra el franquismo, no obstante las aspiraciones de libertad y equidad de que era portadora, ya que lo que consiguió al final fue el paso de una forma primitiva y cruda de dictadura del capital a otra más conveniente para éste, que concedió ciertos espacios democráticos, una apertura cultural y extendió el consumismo a cambio de succionar con el ingreso a la Comunidad Europea cuotas más altas de plusvalía a la inmensa mayoría.
Los comunistas cargaron un gran peso y la cuota más elevada de sangre en la lucha contra el franquismo, de la que, pese al anticomunismo prevaleciente durante la guerra fría, emergieron con notable prestigio y autoridad. Por consecuencia, la tácita complicidad de dirigentes de ese partido, y también de quienes se adueñaron de la franquicia del PSOE, con los políticos, militares, jerarcas católicos y hombres de negocios franquistas, hizo posible el secuestro de la transición en su beneficio. Esa conducta llevó al naufragio del gran movimiento social por la democracia a manos de sus propios líderes, en su afán de ser aceptados como pares por la clase política europea y la procedente de la dictadura, con la que la mayoría se repartió los puestos y sinecuras del orden surgido del Pacto de la Moncloa, dejando sin resolver, en otra concesión al búnker, los instrumentos legales e institucionales que habrían propiciado la integración de los pueblos de España con igualdad de derechos en un Estado federal, plurinacional y pluricultural descentralizado. Para colmo, convalidaron también el olvido de la historia y amnistiaron graciosamente, de forma extralegal y extrajudicial, a los responsables de la represión franquista, que ocasionó la muerte de alrededor de 150 mil personas. Todo ello provocó el inicio de la desmovilización popular, más tarde completada gracias a la política antiobrera, la corrupción, la ilegalidad y la represión parapolicial contra los vascos entronizados en el periodo socialista de Felipe González, quien acabó de desarmar el gran movimiento social surgido de la lucha antifranquista e indujo al cinismo y la complacencia a importantes sectores. Aceleró los planes modernizadores del capitalismo europeo y estadunidense iniciados por Franco impulsó las privatizaciones de empresas estatales y otras recetas neoliberales, y abandonó las banderas contra la OTAN y las bases militares estadunidenses. El saldo políticamente más importante de su gestión sería el retorno del franquismo al gobierno con el Partido Popular de Aznar, un nuevo avance de las políticas neoliberales, la vuelta de España a la concepción unitaria, centralista y represiva de la derecha, y su unción incondicional al neofascismo de Bush.
PD. Mi solidaridad a los compañeros de La Jornada citados a declarar por la PGR y a la digna postura asumida por el diario frente a esta arbitrariedad y en defensa del derecho a informar
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