Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 19 de noviembre de 2002
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Cultura

Alvaro Mutis

Hervé di Rosa. Pintor porque sí

Frente a cualquiera de las obras de este pintor singular, lo que atrae y fija nuestra atención es que se trata de una pintura que nace de la evidente voluntad del artista de no rendir el más mínimo margen de tributo a las reglas rebuscadas y a los principios de una retórica que se ha mantenido viva por culpa de la manera superficial y frívola como se suele hoy considerar a esa pintura y, en general, a las artes plásticas. La obra de Hervé Di Rosa nace porque sí, porque el pintor la concibe como el inagotable placer de dar forma y color a sus criaturas, a sus paisajes y hasta a sus objetos, sin pretender cosa distinta; que permanezcan presentes, auténticos y sin afectados circunloquios en la conciencia de quien entra en contacto con ellos. Es, y esto le da a su obra una virtud de permanencia, todo lo contrario a lo que la vacua frivolidad de la moderna estética resolvió bautizar como ''Arte conceptual".

Para ejercer con plenitud y verdad esta manera de volver a vivir la pintura, Di Rosa ha recorrido buena parte del mundo (México, Cuba, Nueva York, Ghana, Benin, Sudáfrica, La Reunión, Addis Abeba, París, Séte, Córcega, Vietnam) y de cada uno de estos lugares ha sabido dejar este testimonio de festivo colorido, a veces, y de dolida adivinación, otras. Pero es importante saber que en cada uno de estos lugares Di Rosa creó sus cuadros sin la menor intención de hacer un documento turístico. Pintó lo que vió y así lo pasó a la tela, vale la pena repetirlo, porque sí. Porque nacía de lo más profundo de su alma hechizada por los colores y las formas a las que se entrega siempre en un sostenido y lúcido delirio de artista que no ha pagado jamás tributo a ningún ''ismo". Que no es un caso usual en nuestros días, bien lo sabemos y lo celebramos con gozo.

Texto tomado del libro Vuelta al mundo. 10Ű etapa. México, publicado con autorización de Trilce Ediciones
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