Armando Labra M.
Desagobio presupuestal, albazo y cobija
En estos días los diputados están dedicados a ver cómo se estira la cobija presupuestal a partir de la propuesta del Ejecutivo, que ha causado rechazo desde la Coparmex hasta el extremo opuesto. Si algo une hoy a la nación es el repudio al Presupuesto de Egresos de la Federación planteado para 2003.
Más que caer en el garlito de discernir qué partidas recortar, resulta recomendable a los legisladores explorar cómo agrandar los ingresos públicos para aumentar el gasto en la medida de las necesidades inmensas y urgentes del país. Para desagobio de los diputados, se puede.
En una perspectiva amplia es importante tener en mente que la naturaleza del presupuesto enviado al Congreso es eminentemente contraccionista, es decir, busca combatir la inflación por la trillada -y costosa- vía de restringir al máximo el gasto público. Pero hay una circunstancia no sólo reconocida en México, sino en nuestros socios comerciales: la inflación no es el problema.
Inflación no significa que crezcan los precios, sino que lo hagan en demasía o desproporción respecto de lo producido. Los precios crecen hoy poco porque en efecto no sólo no hay inflación, sino que lo que enfrenta la economía mexicana es una fase recesiva por falta de inversiones, exportaciones y empleos, que, lejos de requerir medidas que restrinjan el gasto, demanda exactamente lo opuesto.
Ello no quiere decir despilfarro ni irracionalidad, sino gasto público que impulse la producción, el consumo y las exportaciones para generar empleos, utilidades y salarios, impuestos y bienestar. El presupuesto enviado a los diputados es procíclico en el sentido de que agrava la recesión, siendo imperativo un presupuesto anticíclico que la combata y, naturalmente, opere dentro una política económica consecuente con el verdadero dilema económico: crecer. Así lo hacen ya todos en el mundo.
La pregunta inmediata es: Ƒy de dónde obtenemos nosotros el dinero inicial para financiar el gasto sin acrecentar la deuda? Una posibilidad inmediata es enmendar la aberración ocurrida el 10 de octubre mediante la cual se decretó la disminución de 12.5 a 1.25 por ciento del pago de impuestos en especie, es decir, en tiempo al aire de las empresas televisoras comerciales. Es necesario anular tal disposición, pero no bastaría.
En efecto, el tema no es tanto la disminución del porcentaje, de suyo grave y de implicaciones tortuosas, sino Ƒpor qué esas empresas no pagan impuestos como cualquier otra? La historia del privilegio de pagar en especie es interesante y se remonta al histórico 1968 en que, digamos, se premió a la televisión comercial no sólo con que no pagara una tasa impositiva de 25 por ciento -prebenda de por sí inmensa- en vez de la que prevalecía para todas las empresas del orden hasta de 40 por ciento, sino que lo hicieran a la mitad, 12.5 por ciento y en especie, o sea, en tiempo. Si el gobierno no utilizaba ese tiempo, como sucedió durante largos años, pues peor para él.
De entonces a la fecha ha habido innumerables foros de especialistas e intentos de reformas legislativas, todos frustrados, como el que recientemente, después de 18 meses de negociaciones, resultó traicionado con la sorpresa del decreto del 10 de octubre, contrario al espíritu de la propia ley en vigor.
Sigue en pie la urgencia de que las empresas dedicadas a la televisión comercial paguen sus impuestos como cualquier otra. Según especialistas, el monto de impuestos equivalente a 12.5 por ciento en especie, convertido en pesos, sumaría más de 10 mil millones que, de ubicarse sin privilegios en las tasas en vigor aplicables a cualquier empresa, ingresaría la nada despreciable cantidad de casi 26 mil millones en impuestos.
ƑA cambio de qué se concede tal beneficio a las televisoras comerciales, sea cual fuere el porcentaje de pago en especie? Son negocios boyantes al extremo del boato y están en plena capacidad financiera de contribuir al esfuerzo nacional en tiempos en que es imperativo recaudar más dinero para el desarrollo del país.
Los conocedores aseguran que están en puerta tecnologías digitales que permitirán aumentar considerablemente el número de frecuencias y que en el fondo del albazo del 10 de octubre se pactó con el duopolio televisivo comercial la incorporación de un tercer grupo de interés al uso del espacio, vinculado, dicen, con los amigos de ya saben quien, y que conocen mucho de publicidad, propaganda y de acceso al poder por el poder mismo y el enriquecimiento injustificado que notoriamente conlleva. Puede ser.
Otra fuente interesante para incrementar el erario consiste en recalendarizar los recursos aplicados al pago de la deuda interna para liberar dineros públicos, que de otra suerte gratifican a quienes han encontrado en las oscuras operaciones del IPAB, los Pidiregas, el rescate carretero, entre otros, un jugoso negocio a costa de todos los mexicanos. Tela no sólo para estirar sino para agrandar la cobija, la hay.
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