El político neoleonés falleció
ayer, a la edad de 81 años
Amigos y priístas rendirán homenaje a
Martínez Domínguez en Monterrey
Confrontados por la elección de 2003, panistas
y tricolores dan el pésame a la familia
RENATO DAVALOS Y DAVID CARRIZALES CORRESPONSAL
En los sótanos del sistema, la historia de Alfonso
Martínez Domínguez, a quien el imaginario popular identificó
como don Halconso, transcurrió entre las obsesiones que lo
dejaron en el umbral de la gran decisión y el autoritarismo y la
represión que encarnó. Un personaje que dejó inconcluso
un careo con Luis Echeverría Alvarez para tratar de esclarecer los
crímenes cometidos aquel 10 de junio de 1971.
Panistas
y priístas, confrontados políticamente por la elección
que se avecina en Nuevo León, concurrieron ayer a la capilla Benito
M. Flores para dar el pésame a la familia de Martínez Domínguez,
el ex gobernador que falleció ayer a las 6.15 horas en el hospital
San José, a los 81 años, por afecciones renales, pulmonares,
hepáticas y cardiovasculares que le aquejaron en los años
recientes.
De sus ambiciones desmesuradas, narran los registros que
en el periodo de 1971 a 1979, cuando se refugió en las sombras de
su despacho tras la condena social y oficial por el jueves de Corpus, para
hacerse a la idea de que aún conservaba poder ordenó que
contrataran a personas para que hicieran antesala a la entrada de su oficina.
Las acusaciones mutuas que se hicieron Luis Echeverría
Alvarez y Alfonso Martínez Domínguez por la matanza de junio
de 1971, perpetrada por los halcones, dejaron más recriminaciones
que luces sobre la participación de cada uno en esos hechos. Apenas
en julio pasado, el ex presidente culpó al ex gobernador por los
crímenes, y aceptó un careo.
Entonces, Echeverría admitió que tanto en
los hechos violentos de 1968 como en los de 1971 hubo muchos "errores";
corresponsabilidad general, le llamó. No es cierto que ordené
quemar los muertos, afirmó. La responsabilidad de la marcha estudiantil
y el desenlace era del Departamento del Distrito Federal. ¿Los
halcones?, era un grupo parapoliciaco que "de repente salió".
Sí, respondió cuando le preguntaron si tendría un
careo con Martínez Domínguez, a quien cesó después
de la matanza.
Martínez Domínguez había declarado
hacía años que tres días antes del 10 de junio de
1971 la responsabilidad del grupo paramilitar estaba a cargo del Estado
Mayor Presidencial. Y a partir de los citatorios que expidió el
fiscal especial Ignacio Carrillo Prieto para que compareciera como indiciado,
Martínez Domínguez se refugió en sus padecimientos
para retrasarla e incluso presentó unos 12 certificados médicos
para eludir el interrogatorio.
Pero los aprendizajes sobre espionaje, consumados a su
paso por la Dirección Federal de Seguridad en los años 60,
fueron antecedidos por una primera diputación en 1946. Su amigo
Gustavo Díaz Ordaz dispuso que le entregara la banda presidencial
cuando en 1964 el neoleonés repitió como legislador en la
Cámara de Diputados. Otro amigo, José López Portillo,
lo hizo gobernador.
Acusado de reprimir a los panistas -encabezados entonces
por el actual gobernador Fernando Canales Clariond- en la elección
de su sucesor en la gubernatura, Jorge Treviño, los reportes periodísticos
relatan que el ex mandatario se encargó de negociar con el grupo
empresarial, y con el otorgamiento de generosas concesiones económicas
logró remontar aquel conflicto electoral.
Fue
célebre también el enfrentamiento que tuvo como gobernador
con Víctor Manzanilla Schaffer, a quien prácticamente expulsó
del estado después de que éste, como delegado del PRI en
Nuevo León, rechazó las listas de candidatos a diputados
para la elección federal intermedia.
Las exequias prevén homenajes en la Macroplaza
de Monterrey y en el PRI, que culminarán el viernes con una ceremonia
religiosa en la parroquia de Fátima, antes de que sus restos sean
cremados.
El ex gobernador Sócrates Rizzo propuso ayer bautizar
la Macroplaza con el nombre de Martínez Domínguez.
Por la capilla desfilaron Jorge de la Vega Domínguez,
Humberto Lugo Gil, Patrocinio González Garrido y hoy se espera al
líder nacional priísta, Roberto Madrazo Pintado.
Los ausentes en la capilla del que también fuera
dirigente del sector popular del tricolor y líder de la burocracia,
fueron los representantes de los grupos empresariales que benefició
durante su gobierno, entre 1979 y 1985.
Jorge Chapa Salazar, ex presidente del Consejo Coordinador
Empresarial, pareció ser la excepción, pero él mismo
aclaró que acudió a la funeraria a dar las condolencias a
su amigo Amado Díaz por la muerte de su esposa.
El gobernador Canales Clariond acudió a la capilla
por la noche. También estuvieron Luis Santos de la Garza, compañero
de Martínez Domínguez en el Senado, y Mauricio Fernández
Garza, uno de los aspirantes panistas a la gubernatura que se renovará
el próximo año.
Liliana Flores Benavides, dirigente de El Barzón,
expresó que Martínez Domínguez se llevó a la
tumba grandes secretos sobre la matanza del jueves de Corpus y la de 1968,
cuando era líder nacional priísta.
Martínez Domínguez tuvo cuatro esposas y
11 hijos. En la sala del hospital donde falleció, hubo un conato
de incendio que despertó comentarios acerca de que la conflagración
fue causada por la colilla del último cigarro que se fumó.
Civiles y militares implicados comparecerán ante el MP, afirma Carrillo Castro
El deceso del ex gobernador no afecta la investigación por el jueves de Corpus
GUSTAVO CASTILLO Y KARINA AVILES
El fiscal especial para movimientos sociales y políticos del pasado, Ignacio Carrillo Prieto, descartó que el deceso del político neoleonés Alfonso Martínez Domínguez vaya a complicar las investigaciones por la matanza del 10 de junio de 1971, e informó que en los próximos días comparecerán ante el Ministerio Público Federal (MPF) civiles y militares relacionados con esos hechos.
En tanto, Salvador Martínez della Rocca, del Comité Ciudadano de Apoyo a la Fiscalía Especial para Asuntos Sociales y Políticos del Pasado, apremió a Carrillo Prieto a agilizar las indagatorias y fincar responsabilidades penales contra quienes aparecen como indiciados en las investigaciones por las masacres estudiantiles de 1968 y 1971, y la denominada guerra sucia.
Entrevistado en el Palacio de Minería durante un acto organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México, Carrillo Prieto señaló que Martínez Domínguez, fallecido la madrugada del miércoles en Monterrey, tenía calidad de indiciado en las investigaciones, "pero con su muerte se extingue toda posibilidad" de ejercitar acción penal en su contra. Explicó que en el caso de la matanza estudiantil de 1968 existen varios indiciados, no sólo uno, y el resto "mantiene la misma calidad jurídica".
El fiscal aseguró que el fallecimiento de Martínez Domínguez "no afecta el fondo de la investigación; se deben seguir las pesquisas y continuar la indagatoria y la averiguación previa. Este es un asunto que, por una razón obvia, lo exime (al ex regente) de la sanción penal, pero no toca la condición jurídica o penal de los otros indiciados, que pueden convertirse en probables responsables y culpables, si el juez así lo determina".
Agregó que las declaraciones de Martínez Domínguez a la revista Proceso, en 1978, en las cuales señala que el responsable de lo sucedido el 10 de junio de 1971 fue el ex presidente Luis Echeverría Alvarez, nunca tuvieron valor jurídico, porque no las ratificó ante el MPF.
El ex regente "hizo declaraciones muy escuetas y se acogió al artículo 20 constitucional; en consecuencia, su contribución a la indagatoria no fue tan significativa como hubiera sido deseable. Lamentamos su muerte, pero el deceso no complica o dificulta más este caso.
"Aquellas declaraciones -publicadas en Proceso- señalaban concretamente al ex presidente Echeverría, pero nunca fueron convalidadas ante el Ministerio Público, por lo que la fiscalía tendrá que seguir investigando. Tenemos un trabajo arduo en el Archivo General de la Nación para encontrar elementos documentales a este respecto", dijo Carrillo Prieto, y adelantó que tanto militares como civiles comparecerán en los próximos días en el contexto de la indagatoria por los hechos del 10 de junio de 1971, pero rechazó dar a conocer los nombres de quienes deberán acudir ante el MPF.
A su vez, Martínez della Rocca consideró que lo sucedido en 1968, 1971 y la guerra sucia "son casos que tardaron mucho tiempo en abrirse y obviamente los responsables de las masacres ya son gente de edad avanzada. La tardanza para iniciar las investigaciones, sin lugar a dudas, es culpa del sistema jurídico mexicano".
Quien fuera miembro del Consejo Nacional de Huelga del movimiento estudiantil de 1968 refirió que le dijo al fiscal Carrillo Prieto, en presencia del juez español Baltasar Garzón, que debe "apurar las investigaciones" y empezar a citar a todo el mundo a la brevedad posible, pues la muerte de Martínez Domínguez quitó la posibilidad de carear a Luis Echeverría y al ex regente, pues cada uno señalaba al otro como responsable de lo sucedido en 1971".
Della Rocca consideró "urgente que se cite a las 70 personas involucradas en el caso de 1968", mientras para la investigación de 1971 hay que "acelerar los procedimientos y fincar responsabilidades a Luis Echeverría, al general Luis Gutiérrez Oropeza y a otras personas, como Flores Curiel, que aún están vivas".
Puntualizó que también debe ser citado ante el MPF el capitán Luis de la Barreda, padre del ex ombudsman del Distrito Federal, ya que fungió como titular de la extinta Dirección Federal de Seguridad durante la llamada guerra sucia.
En tanto, Jesús Martín del Campo, uno de los denunciantes de los hechos del 10 de junio, dijo que a pesar de la muerte de Martínez Domínguez, la fiscalía debe "continuar sus investigaciones y usar los elementos de los que dispone para fincar responsabilidades penales a personajes como el general Luis Gutiérrez Oropeza y el ex presidente Luis Echeverría".
En 1971 dijo a Heberto Castillo: él tramó
y dirigió la masacre del jueves de Corpus
Alfonso Martínez Domínguez deja sin ratificar
acusación contra Echeverría
Los halcones atacaron a los estudiantes por órdenes
del ex presidente, confesó al ingeniero
BLANCHE PETRICH
El neoleonés Alfonso Martínez Domínguez
intentó en dos ocasiones desligar su imagen pública y su
nombre de la agrupación paramilitar que en 1971 masacró una
marcha estudiantil. No lo logró. Murió marcado por la sombra
de los halcones, sin saldar su cuenta pendiente con el proceso de
esclarecimiento sobre lo que ocurrió aquel jueves de Corpus. Al
final de su vida tuvo oportunidad de ratificar su versión de los
hechos, de sostener ante la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales
y Políticos del Pasado aquella confesión que hiciera tres
décadas atrás a Heberto Castillo, cuando sostuvo que el ex
presidente Luis Echeverría Alvarez tramó y dirigió
la masacre.
No
lo hizo. Al morir, cerró filas con el sistema al que perteneció;
con la clase política que le exigió en 1971 una renuncia
vergonzosa, pero que lo premió, ocho años después,
con el gobierno de su estado.
Este año tuvo dos oportunidades para ratificar
ante el fiscal Ignacio Carrillo Prieto la versión que él
relató en 1971, y que el ingeniero Castillo reveló ocho años
después: que los halcones sí existieron como grupo
de choque; que el Departamento del Distrito Federal incluso pagaba su nómina,
pero que días antes de la marcha estudiantil recibió órdenes
del presidente Luis Echeverría de delegar el mando de esa agrupación
al gobierno federal.
"Jura AMD -escribió en 1979 Heberto Castillo en
Proceso- que ni él ni el general Rogelio Flores Curiel (jefe
de la policía del DF) tuvieron nada que ver en el asunto, que las
reuniones del subsecretario Gutiérrez Barrios con las fuerzas policiacas
del Departamento del Distrito Federal y con miembros del Ejército
se dieron en la Secretaría de Gobernación". El saldo de esa
represión fue de 35 jóvenes muertos.
En 1997, ya retirado de la política, Martínez
Domínguez volvió a culpar a Echeverría, su rival de
toda la vida, en una entrevista concedida a una televisora local de Monterrey.
Ahí confirmó la existencia de los halcones, reveló
que ese cuerpo contaba con cerca de mil elementos y que la tarde de Corpus,
coordinados por el Ejército bajo órdenes directas de Echeverría,
atacaron la marcha estudiantil.
Estas afirmaciones, sin embargo, no tienen valor ministerial.
En dos ocasiones, el fiscal que investiga la masacre del 10 de junio le
preguntó concretamente sobre lo que, recién destituido del
Departamento del Distrito Federal, le dijo a Heberto Castillo. En lugar
de ratificar su dicho, Martínez Domínguez entregó
al fiscal una declaración escrita de tres cuartillas. "En ésta
solamente afirma que él no es responsable de la matanza de estudiantes
y que la noche de la represión acudió a Los Pinos a una reunión
con el Presidente para tratar un asunto relacionado con el sistema de agua",
informó Jesús Martín del Campo, uno de los demandantes
de la causa abierta por los hechos del jueves de Corpus.
Martín del Campo lamenta que Martínez Domínguez
haya negado la oportunidad de conocer lo que sucedió esa noche en
las altas esferas del poder. Pero estima que la muerte de este actor principal
no corta de manera definitiva el hilo de la investigación. "La versión
de Heberto sigue siendo un indicio importante. Se puede conectar con otras
pruebas y otras declaraciones. Lo que sí, es que la muerte de Martínez
Domínguez debe ser una señal de alerta para el fiscal. Si
no agiliza la investigación, si no concluye con los elementos que
ya tiene, nunca vamos a ver cumplido el objetivo para el cual fue creada
la fiscalía especial."
Hombres del sistema, corresponsables, enemigos
Nacieron el mismo año, 1922, Martínez Domínguez
y Echeverría. Fueron hombres del sistema y enemigos acérrimos.
El primero fue líder nacional del PRI cuando Echeverría hacía
su campaña electoral para la Presidencia. Ahí tuvieron su
primer gran choque, cuando el seguro sucesor de Gustavo Díaz Ordaz,
intentando sacudirse el estigma de la matanza de Tlatelolco, accedió
en un mitin a guardar un minuto de silencio por los caídos del 68.
Martínez Domínguez le confesó a
Heberto Castillo: "El Ejército estuvo a punto de abandonar la campaña".
Para reivindicar el orgullo de los militares, Díaz Ordaz dispuso
que el candidato leyera en público un discurso de rectificación
redactado por los generales. Martínez Domínguez fue el encargado
de transmitirle la orden.
Para 1971, según la cadena de mandos de entonces,
el presidente Echeverría era el único jefe de Martínez
Domínguez. Y bajo las órdenes de éste trabajaba el
entonces coronel Manuel Díaz Escobar, entrenador y comandante de
los halcones. Este fue premiado con un ascenso y la agregaduría
militar en Chile después de la matanza. Ya falleció.
El ex regente le "juró" al ingeniero Castillo que
para esos días ese cuerpo paramilitar pasó a la jurisdicción
de Gobernación. Y que el día de la matanza estaba comiendo
en Los Pinos con Echeverría y otros funcionarios. Durante la sobremesa
sonó el teléfono. El Presidente respondió:
"Sí, dígame. ¿Heridos? Llévenlos
al Campo Militar. No permitan fotografías". Así fue como
el regente conoció el desenlace de la marcha universitaria. Después
el mandatario le ordenaría dar una conferencia de prensa donde negó
la existencia de los halcones. Y días más tarde se
produciría aquel otro célebre intercambio. Echeverría
le dijo a Martínez Domínguez: "Alfonso, vaya usted a su hogar,
reúna a su esposa y a sus hijos, y dígales que va usted a
servir al Presidente. Dígales que ha renunciado usted".
Ya gobernador de Nuevo León, el ex regente, quien
nunca pudo deshacerse del mote que le impuso la juventud de esa época:
Halconso, relató a los antiguos activistas del movimiento
estudiantil neoleonés: "Le llevé mi carta de dimisión
a Los Pinos, y al momento de entregársela le dije: 'Aquí
tiene usted mi renuncia. Y chingue usted a su madre'".
Treinta años después, Martínez Domínguez
pudo haber hundido con una declaración al ex presidente. Pudo haber
explicado lo que supo de aquellos hechos, de aquellos años. Pudo
haber ayudado a correr la cortina de silencio. Murió el martes,
sin hacerlo.
En 1971... represión desde la prensa
Escribió el periodista sinaloense Manlio Tirado, en su libro El 10 de junio y la izquierda radical, editorial Heterodoxia, en una pequeña edición semiclandestina:
"Ese mismo día (el jueves de Corpus de 1971) en la noche y en los días siguientes y próximos al 10 de junio, se escucharon nuevas descargas cerradas contra la manifestación. Esta vez los disparos procedieron de todos los medios de difusión. Se quería excusar, de esta forma, la matanza.
"Se trataba de una manifestación estudiantil -editorializó Excélsior, el 11 de junio- que se preveía iba a resultar desairada por la clientela estudiantil a la que se convocó. No había banderas sustanciales. No había reclamos claros, legítimos, oportunos...
"En la misma página editorial, Ricardo Garibay comentaba: 'la manifestación fue cosa insensata, inútil, innecesaria... las consignas eran abstractas, irracionales... la manifestación fue cosa criminal por parte de quienes la organizaron... hasta el momento no es posible pensar que Echeverría haya propiciado la manifestación, y menos aún, la represión... Los manifestantes 'No tienen bandera', según la Central Campesina Independiente del diputado Alfonso Garzón. 'Algunos grupos', declaró el PRI, 'sin tesis ni bandera pretenden trastornar el orden público'. 'No empujemos al gobierno al lado de los sectores más reaccionarios': Heberto Castillo.
"En ese tono se situaron la mayoría de las declaraciones que divulgaron la radio y la televisión.
"Pero el que batió récord fue Alfonso Martínez Domínguez, ex jefe del Departamento del Distrito Federal. Inventó una teoría: grupos de diversas y encontradas tendencias políticas son los responsables de la terrible matanza. Y acuñó una frase: 'no existen los halcones. Esta es una leyenda...'
"Todas estas declaraciones halcónicas llevaban el sincero propósito de acorazar al gobierno, de disculparlo, con el subterfugio de la inoportunidad, la falta de banderas, como si estuviera prohibido hacer manifestaciones inoportunas y sin banderas, suponiendo que el desfile estudiantil hubiera sido impertinente y vacío."
Con su muerte se pierden secretos para esclarecer las matanzas contra estudiantes
El ex regente le garantizó impunidad al sistema: diputados de PRD, AN y PT
ROBERTO GADRUÑO Y CIRO PEREZ
Alfonso Martínez Domínguez, como buen operador, le garantizó impunidad al sistema, y con su muerte se pierden secretos fundamentales para el esclarecimiento de la represión contra los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971, manifestaron diputados de PRD, PAN y PT.
En tanto, el priísta Gustavo Carvajal Moreno dijo que el ex gobernador de Nuevo León fue "un gran mexicano interesado en el bienestar del país", y al preguntarle sobre la responsabilidad de Martínez Domínguez en la represión de los movimientos estudiantiles, respondió: "una cosa es querer revisar lo que ya prescribió y otra querer buscar culpables".
Jaime Martínez Veloz, diputado por el PRD, dijo que Martínez Domínguez fue "el estereotipo de la vieja clase política priísta que realizaba las acciones que le encomendaban sus jefes y guardaba absoluta discreción. En un concierto de complicidades, era un operador nato que le garantizaba impunidad al sistema en las acciones que realizó para reprimir a los movimientos sociales de su tiempo. El distorsionó e impidió el esclarecimiento de los hechos de violencia de 1971, y reprimió al movimiento universitario y sindical en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Personajes como Martínez Domínguez representan un monumento a la impunidad, porque generó el terror en los movimientos sociales de las décadas de los 60 y los 70".
Por su parte, el petista Alberto Anaya -quien fue recluido en el penal de Topo Chico durante el gobierno de Martínez Domínguez- consideró al ex regente como signo de la impunidad: "No sólo fue producto del régimen político anterior, sino de los hacedores de este sistema. Su muerte es lamentable, pero fue un político duro, autoritario, ligado a la represión del 10 de junio de 1971 y a la formación del grupo los halcones. En Nuevo León ejerció un gobierno duro y de intolerancia que caracterizó al priísmo de los años 70. Ahora es importante desempolvar los archivos de la guerra sucia. Este gobierno no tiene interés de hacer justicia".
"Un gran mexicano": Carvajal Moreno
Carvajal Moreno recordó a su amigo como "un gran mexicano que luchó siempre por mejorar las condiciones del país; fue una gente que cuando llegó al gobierno de Nuevo León demostró lo que es tener oficio político, y toda la obra que hizo Alfonso en el estado hasta la fecha no ha sido superada. Fue un político de la Revolución Mexicana y con él se termina una generación".
-Aun así, se le considera responsable de la represión contra los movimientos estudiantiles.
-Es un caso prescrito, tiene 31 años, y tocarlo significa reabrir heridas innecesarias. Creo que se buscaron y no se encontraron las pruebas con qué demostrar eso. Lógicamente, la sociedad quiere saber, pero una cosa es lo que ya prescribió y otra es querer buscar culpables de lo que ya pasó.
El panista Tarcisio Navarrete lamentó el deceso, pero demandó dilucidar el pasado con el propósito de avanzar en la aplicación del estado de derecho: "Independiente de la pena que produce una pérdida como esa, me tocó vivir aquella época difícil en la que había represión y desaparecidos políticos, cuando para nosotros el nombre de Alfonso Martínez Domínguez estaba involucrado en esas cuestiones por los cargos que tuvo y la responsabilidad que asumió en esos casos.
"Siempre fue un momento doloroso porque estábamos ante un sistema cerrado, rígido, intolerante, donde no había elementos judiciales para denunciar violaciones a los derechos humanos, como en el caso de los halcones que se mencionaban en las represiones estudiantiles, y es bueno y sano que se pueda mirar el pasado para esclarecer estos hechos, puesto que hay familias afectadas que perdieron a sus seres queridos, y no por sed de venganza sino para fincar responsabilidades y evitar que esto vuelva a ocurrir y podamos vivir en un verdadero estado de derecho".
El perredista Emilio Ulloa dijo que con la muerte de Martínez Domínguez "termina una historia negra que el país no puede seguir viviendo; hay que reconstruir la historia de los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971. Al señor Alfonso Martínez le quedaron muchas cosas qué aclarar a la sociedad. No se puede cerrar el pasado, es fundamental que el país resuelva esa parte para poder ver el futuro. El autoritarismo no se puede olvidar, aún está abierta la herida y necesitamos reconstruir el presente".