CCE: TOTALITARISMO EMPRESARIAL
Ayer,
la confrontación entre el Consejo Coordinador Empresarial (CCE),
encabezado por Héctor Rangel, y la Cámara Nacional de la
Industria de la Transformación (Canacintra), que preside Yeidckol
Polevnsky, alcanzó un punto de no retorno: el primero, arguyendo
un atraso de 600 mil pesos en las cuotas de la segunda, le retiró
sus derechos como integrante del CCE; en respuesta, Polevnsky anunció
que el consejo directivo de los industriales de la transformación
votó por abandonar ese consejo cupular, al que calificó de
"club de ricos" y explicó que, más allá de los pretextos
administrativos y reglamentarios esgrimidos por Rangel, la animadversión
de éste y de la directiva de la Confederación de Cámaras
Industriales (Concamin) contra la Canacintra obedece a las divergencias
que ambos bandos sostienen en materia de política económica.
Asimismo, la dirigente industrial reprochó al CCE y a la Concamin
su intolerancia a las diferencias ideológicas, su espíritu
antidemocrático y su afán por acallar cualquier voz discordante.
Ciertamente, el argumento del CCE para hostilizar y, a
la postre, marginar, a la Canacintra ?los 600 mil pesos de adeudo de cuotas?,
es pueril e inverosímil, toda vez que a otros organismos integrantes
del consejo cupular, en similar situación de adeudo que la Canacintra,
se les otorgó un trato mucho más benévolo. En cambio,
las explicaciones de Polevnsky sobre el origen del conflicto cobran verosimilitud
y autoridad. En efecto, hace ya tiempo que se han hecho notar las posturas
críticas de la Canacintra ante el neoliberalismo que impera en los
mandos económicos del país, posturas que en más de
una ocasión han contrastado con las de los sectores empresariales
vinculados a las finanzas, el comercio y la especulación, grandes
beneficiarios del capitalismo salvaje.
Debe tenerse en cuenta que, para los industriales que
aún intentan hacer negocios en el país, el desmantelamiento
del sector público de la economía, la desregulación
a ultranza, la apertura indiscriminada de las fronteras a productos extranjeros,
el trato de privilegio para los banqueros y las disciplinas fiscales y
monetarias que rayan en el fanatismo, han sido políticas catastróficas.
Los funcionarios económicos de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas
de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox han propiciado una enorme contracción
del mercado interno, han eliminado las trabas para el ingreso de mercancías
extranjeras, han inducido una ruptura de las cadenas productivas tradicionales
y han beneficiado a las maquiladoras de las transnacionales en detrimento
de la planta industrial nacional. No debe causar sorpresa que los industriales
de la transformación se manifiesten, con frecuencia, en contra de
esas estrategias.
Los representantes de los capitales financieros y comerciales
que han logrado inauditas concentraciones de riqueza al amparo del libre
comercio, los rescates bancarios, las privatizaciones y demás líneas
vigentes de política económica, y que, a lo que puede verse,
resultan hegemónicos en el CCE, han decidido no tolerar más
los señalamientos discordantes de la Canacintra, particularmente
en lo que se refiere a la oposición de ese organismo a la liquidación
de Petróleos Mexicanos y la Comisión Nacional de Electricidad,
dos objetivos largamente acariciados por el empresariado neoliberal.
Pero tampoco hay demasiado lugar para la sorpresa ante
el totalitarismo y la intolerancia con la que ese consejo coordinador ha
reaccionado a las posturas de los industriales de la transformación.
A fin de cuentas, el CCE, la Coparmex, la Concamin y otros de los llamados
"organismos cúpula" del empresariado se inscriben en la lógica
corporativa, sectorial, verticalista y autoritaria del llamado "sistema
político mexicano", en pie de igualdad con la Confederación
de Trabajadores de México (CTM), la Confederación Nacional
Campesina (CNC) y demás siglas correspondientes a otras tantas correas
de transmisión de un régimen profundamente antidemocrático
cuyos remanentes se resisten aún a comprender, y a aceptar, la pluralidad
y la diversidad imperantes en el país.