Espera que los diputados locales aprueben la
ley en la materia, afirma
El GDF pugnará por la pensión universal
para ancianos: Laurell
El ingreso promedio de ese grupo de la población
equivale a un salario mínimo, indica
Entre los capitalinos de 70 años o más
hay 2 mujeres por cada hombre, refiere la titular de Salud
ELIA BALTAZAR
Hace unos días Carlos Hernández dejó
el hospital, adonde lo llevó una crisis de insuficiencia cardiaca.
Tiene 72 años, es bolero y espera recuperarse pronto para volver
a las calles con su cajón a ganarse la vida como lo ha hecho desde
hace "muchos años".
Como 60 por ciento de los adultos mayores de 70 años
en la ciudad de México -que actualmente suman 318 mil 183, y cuyo
número asciende a 438 mil 344 si la estadística parte de
los 65 años-, don Carlos no cuenta con una pensión. Porque
un día perdió su trabajo como auxiliar de oficina y ya nunca
encontró un empleo que le asegurara un ingreso para su vejez.
Por eso don Carlos esperaba ayer, en la puerta de su casa,
la visita de la educadora de la salud que le entregó su tarjeta
de apoyo para disponer mensualmente de 636 pesos, que le permitirán
comprar alimentos y medicinas en todas las tiendas de autoservicio de la
ciudad.
Está demostrado que este tipo de apoyos permite
frenar el empobrecimiento de muchos adultos mayores, explica Verónica
Montes de Oca, investigadora de la UNAM y especialista en el tema. "Así
sucedió en Brasil, donde la pensión universal está
legislada en su Constitución desde 1980".
Por eso, advierte, "me espanta mucho que los analistas
y los políticos, quienes dicen representar a la población,
se asusten y critiquen este tipo de apoyos porque lo consideran un gasto,
cuando se trata de crear un derecho ahora que ya estamos perdiendo el de
la salud o el de la educación, por ejemplo".
Ajeno por completo a las grillas que cunden en
torno del programa de apoyo para adultos mayores, y a las sospechas que
lo convierten a él y al resto de los ancianos en blanco y botín
de la ambición política, don Carlos sólo sabe una
cosa: necesita ese dinero "para comer". Porque vive con su esposa y él
es el sostén de su hogar; paga 800 pesos de renta por una pequeña
vivienda en la calle Cedro, de la colonia Santa María la Ribera,
y ahora "ya ni sé cuánto gasto en medicinas", dice el septuagenario.
De los grupos más vulnerables
Sólo
cuatro de cada 10 adultos mayores reciben una pensión en la ciudad
de México; la mitad de ellos percibe menos de dos salarios mínimos,
pero el ingreso promedio apenas suma uno, según cifras aportadas
por la secretaria de Salud del Gobierno del Distrito Federal, Asa Cristina
Laurell.
Si ya esta situación convierte a los adultos mayores
en un grupo particularmente expuesto a la pobreza, son las mujeres quienes
más la padecen, no sólo por los exiguos ingresos que representa
una pensión por viudez -si es que cuentan con ella-, que asciende
a entre mil 200 y mil 400 pesos mensuales, sino porque ellas forman la
mayoría de ancianos en la ciudad: por cada hombre hay dos mujeres
de 70 años o más. Es decir, las mujeres significan dos terceras
partes del total de beneficiarios del programa de apoyo del gobierno capitalino.
"En su mayoría, se trata de mujeres que nunca han
tenido un trabajo remunerado o estable, y es muy difícil que lo
consigan ya en la tercera edad, lo que explica también por qué
tienden a caer en la pobreza", explica Cristina Laurell.
Otro de los grupos vulnerables dentro de la población
de adultos mayores es el de aquellos que pernoctan en los centros de Atención
Integral y Social (CAIS) del Gobierno del Distrito Federal, conocidos como
albergues. En dos de ellos, ubicados en Coruña y Cuautepec, se calcula
que asisten al menos 2 mil 100 usuarios, de los cuales 46 por ciento tienen
más de 65 años. Por eso, advierte la funcionaria, fueron
ellos de los primeros grupos integrados al programa, así como aquellos
que viven en asilos.
Las 2 mil 500 educadoras de la salud de la secretaría
del ramo son quienes mejor conocen la situación: ellas buscaron
a los adultos mayores, los entrevistaron, los visitaron hasta tres veces
para entregarles las tarjetas, y quienes vuelven a sus domicilios para
reportar cualquier abuso o irregularidad, y para elaborar la cédula
personalizada de cada uno de los 350 mil beneficiarios del programa, que
permitirá a las autoridades capitalinas conocer las necesidades
de este sector y aplicar nuevos programas, dentro de un proyecto de atención
integral.
Los rostros de la vejez
A Norma Ríos Gaytán le sobran las anécdotas
sobre "sus" ancianos. Pero uno de los episodios más difíciles
que ha enfrentado en sus visitas fue el de una mujer que vivía sola,
sin más familia que una hermana hospitalizada, quien ya murió.
"Cuando llegué a visitarla me contó su vida,
como casi todos ellos. No tenía dinero y nunca se atrevió
a vivir de la mendicidad. Por eso pidió empleo en una lavandería,
donde le daban ropa para planchar, aunque su artritis apenas se lo permitía".
Nunca había imaginado, admite Norma, las condiciones
en que viven muchos adultos mayores: abandonados, solos, habitan cuartos
de azotea bajo el cuidado de los vecinos, si bien les va.
Norma está asignada a una de las unidades territoriales
calificadas como de marginalidad media. Pero María Ramírez,
Lorena Silva y Mirna Alcántara conocen otra cara de la vejez, en
colonias como Hipódromo Condesa y Roma Sur, donde la soledad y la
estrechez económica también apremian a los ancianos. "Muchos
de ellos viven en casas bien bonitas, pero sin dinero y solos, o
con sus hijos, que les resuelven sus necesidades pero no les dan ni un
peso para ellos", comentan.
Cualquiera pensaría que no necesitan la tarjeta,
pero la aceptan porque para ellos significa poder colaborar con el gasto
familiar, ya no tener que pedir siempre y no sentirse un estorbo, explican
las educadoras.
Cabe añadir que la tarjeta también se entrega
a adultos mayores extranjeros, que comprueben al menos tres años
de residencia en la ciudad de México.
Algunos "la aceptan porque dicen que han vivido desde
hace mucho tiempo en México, han pagado impuestos y tienen derecho
a ella". Pero también muchos la rechazan, en favor de quienes más
la necesitan. Así lo han hecho a la fecha 3 mil adultos mayores,
residentes principalmente en colonias de muy baja marginalidad, explica
la secretaria de Salud. No obstante, son ellos los que deciden, porque
a la autoridad le corresponde ofrecerla sin tomar en consideración
su situación económica.
En el DF, la mayoría de las personas de la tercera
edad
La ciudad de México es la entidad donde vive la
mayoría de los 7 millones de las personas de la tercera edad en
el país. Por cada 100 jóvenes hay 25 adultos mayores y el
ritmo de crecimiento anual de este grupo es de 3.7 por ciento; es la población
que más rápido incremento registra.
Sin embargo, el sistema de pensiones en el país
está en crisis, como advierte Asa Cristina Laurell: "Desde la reforma
del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en 1995, previmos que
esos cambios sólo significarían restringir el beneficio de
la pensión, porque los requisitos para obtenerla se incrementaron".
Destaca también que la sola transición del
sistema de pensiones administrado por el IMSS al individualizado de las
Afores, significó un costo equivalente a 1.5 por ciento del producto
interno bruto.
Esos recursos, advierte, hubieran permitido garantizar
la pensión universal para los adultos mayores de 65 años.
Sin embargo, se optó por un cambio que tiene como consecuencia que
las pensiones de quienes optan por el sistema anterior deben pagarse con
dinero del presupuesto y no con los fondos aportados al IMSS por los mismos
trabajadores, como en el pasado.
Por eso, el gobierno de la ciudad defiende el apoyo para
los adultos mayores, que el próximo año significará
un presupuesto de aproximadamente 3 mil millones de pesos, según
calcula la responsable del programa, Elsa Veytes, quien advierte que el
GDF no puede ampliar la ayuda desde los 65 años, por las restricciones
presupuestales. "Calculamos un incremento de 2 por ciento al año
en el presupuesto para este programa, que es perfectamente absorbido por
las finanzas del gobierno capitalino hasta el año 2010", explica
por su parte Asa Cristina Laurell.
Pero advierte que la posibilidad de aumentar el monto
de la pensión o bajar el límite de edad para tener acceso
a ella, requeriría el respaldo de la Federación, pues la
población de entre 60 y 70 años es más del doble de
los adultos mayores a los que actualmente apoyan las autoridades capitalinas,
que esperan la aprobación de la ley en la materia en la Asamblea
Legislativa, para convertirlo en un derecho ciudadano legislado, al margen
de vaivenes y cambios políticos.
"Tenemos derecho a la educación, a la salud, pero
no a una vejez digna", afirma Laurell. Y llama la atención, agrega,
que en todos los países desarrollados, particularmente en los europeos,
el primer derecho universal fue justamente la seguridad económica
de los adultos mayores.
Eso es precisamente lo que hace el gobierno capitalino,
subraya: introducir un nuevo derecho social, lo cual significa que todos
los ciudadanos lo recibirán sin necesidad de comprobar que necesitan
ese dinero. Eso, en México, es muy importante, porque significa
instaurar una nueva institución social, resalta.
Don Carlos no pensó que su tarjeta significara
lo anterior. Pero ahora dice: "Pues ya lo veo como un derecho".ç