Acusan a ERI y Sinn Fein de "dañar la confianza"
Aumenta el gobierno británico la presión sobre la guerrilla republicana
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Belfast, 15 de octubre. Gran Bretaña aumentó la presión sobre los guerrilleros republicanos de Irlanda del Norte para que depongan las armas, al asumir el control de la administración diaria de la provincia, tras el colapso del gobierno de poder compartido.
El secretario para Irlanda del Norte, John Reid, pidió poner fin a la violencia paramilitar y acusó al Ejército Republicano Irlandés (ERI) y a su brazo político, Sinn Fein, de dañar la confianza en el gobierno de la provincia.
"No hay autoridad, no hay legitimidad, no hay moralidad ni bases políticas para que en Irlanda del Norte se tenga que recurrir a la violencia o a la actividad paramilitar", dijo Reid al Parlamento británico.
También indicó que esperaba que las instituciones autónomas fueran rápidamente restauradas, pero insistió que primero debe haber un paso sustancial hacia el desarme.
A partir de la medianoche del lunes, Irlanda del Norte entró bajo el gobierno directo de Londres, después que el primer ministro británico, Tony Blair, suspendió el gobierno de poder compartido en la provincia, por cuarta vez en tres años.
La crisis estalló tras acusaciones de que el ERI, en cese del fuego desde 1997, estaba involucrado en actividades de espionaje a las autoridades británicas.
Pero Reid sostuvo que esas acusaciones de que el ERI había entrado en una estación de seguridad de la policía en Castlereagh, y que había entrenado a guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, habían destruido la confianza de los unionistas.
"No tengo duda de que episodios como el juicio de los republicanos en Colombia ha dañado seriamente la confianza en el gobierno de poder compartido", señaló.
Pero el Sinn Fein mencionó previamente que era injusto acusar a los republicanos, cuando recientes actos de violencia, entre ellos ataques con bombas en el área Short Strand de Belfast, fueron perpetrados por paramilitares partidarios del gobierno de Londres.
Al preguntársele si la guerra del ERI había acabado, el líder del Sinn Fein, Gerry Adams, respondió: "Es obvio para muchos republicanos que la guerra acabó y quienes sienten eso lo dirán, (pero) si yo viviera en Short Strand no pensaría que la guerra acabó".
Adams desafió a Gran Bretaña a continuar presionando con las promesas de desmilitarizar y reformar la policía bajo el acuerdo de Viernes Santo de 1998.
El líder del Sinn Fein condenó la suspensión del gobierno doméstico. "La guerra de esta parte de la isla despierta esta mañana y se da cuenta que no tiene ministros responsables", dijo a la prensa.
Pocos temían un regreso al conflicto abierto que costó más de 3 mil 600 vidas antes de 1998, la mayoría de ellas segadas por el ERI.
Sin embargo, había preocupación de que el vacío político pudiera alentar la violencia de pandillas por grupos paramilitares de ambas partes, que desafían el cese del fuego que debía estar en vigor bajo el acuerdo de 1998.