Si se cometen errores con armas nucleares, se acabaría con naciones: McNamara
Culpa ex analista de la CIA al Pentágono por las recientes matanzas en Afganistán
La tendencia es encubrir o dar excusas, dice Dino Burgioni en clausura de la junta en Cuba
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La Habana, 12 de octubre. La conferencia sobre la crisis de octubre concluyó esta noche con un sorpresivo debate entre Robert McNamara, ex jefe del Pentágono, y un ex analista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que llegó hasta una agria discrepancia sobre los culpables de las recientes matanzas de civiles en Afganistán.
Fidel Castro había clausurado la reunión y los asistentes aplaudían, algunos de pie, todos relajados, cuando pidió la palabra Dino Burgioni, el ex analista de la CIA que dictaminó las fotografías detonadoras del conflicto de 1962.
"Después de 50 años, la tendencia en el Departamento de Defensa es la de encubrir las cosas o dar excusas", dijo Burgioni ante el micrófono, y sin mayor preámbulo.
La voz gruesa y el tono alto del ex analista provocaron un súbito silencio y volvieron a todos a sus asientos. Una hora antes, él mismo había salido abruptamente de la sala de sesiones, en un gesto de protesta, cuando McNamara hacía su intervención final.
Era la clausura del encuentro La crisis de octubre: una visión política 40 años después. Sólo estaban previstos los discursos finales de Castro y MacNamara, y esta vez la prensa tenía acceso a una transmisión directa por circuito cerrado.
Ya McNamara se había ido, pero Burgioni volvió a la sala para hacer su alegato contra el ex secretario y sus sucesores en el Pentágono: "Yo estuve a cargo de todas las fotografías que se tomaron en aquel mo-mento... McNamara dijo que era su responsabilidad darle información al presidente (John F. Kennedy), porque eran condiciones de guerra.
"La información de inteligencia indicaba que las cosas no iban tan bien. Después supe lo que estaban informando y dije: 'Esto no está bien. Ustedes no le están mostrando al presidente las malas noticias'. Ellos decían que el Departamento estaba encargado y que lo harían a su modo.
"Esa política de no hacerle frente a la verdad y asumir la responsabilidad pudo haber creado una guerra y llevar a la muerte, o lle-vó a la muerte, a muchos soldados en Vietnam. Y McNamara era el secretario de De-fensa", añadió Burgioni, autor de una obra, La historia de la crisis de los misiles en Cuba, desde dentro, que los expertos consideran de consulta obligada en la materia.
Agregó: "En el combate se pueden cometer errores, pero con mucha frecuencia no son los soldados sino sus superiores los que los cometen. En muchos casos no solamente son los superiores los que cometen errores, sino los líderes nacionales.
"Y entonces surge la interrogante: ƑQuién manda a un hombre a bombardear un lugar donde se celebra una boda? Ningún soldado bombardearía o dispararía contra una boda. Pero alguien en el Departamento de Defensa cometió ese error.
"Por eso me preocupa, y es mi opinión muy personal, que los hombres en traje de combate, pero que están en Tampa, Florida, en una habitación con aire acondicionado, no tengan la idea más remota de lo que está pasando en Afganistán.
"En todos los casos en que ocurren accidentes, yo apoyo a los soldados", concluyó el ex oficial de la CIA.
Y ahora sí vinieron los aplausos, y terminó la reunión.
El ex secretario del Departamento de De-fensa había propuesto dos conclusiones sobre la conferencia. Dos "lecciones". La primera, que es necesario ponerse en los za-patos del adversario para hacer una correcta evaluación de un conflicto.
Relató que los planes estadunidenses, am-pliamente difundidos por Cuba, de incursiones armadas, sabotajes e intentos de asesinato de líderes de la isla, le parecieron en su momento irreales: "Pensé que no existían... que se trataba de la guerra fría".
Segunda lección: que es necesario prevenir los errores que cometen los militares en el campo de batalla.
"Las operaciones militares son mucho más complejas que las civiles. Hay muchísimas más variantes", explicó a la concurrencia el ex jefe del Pentágono.
"Cualquier comandante militar sabe", di-jo McNamara, señalando y citando a Castro y a algunos de los oficiales rusos que lo escuchaban, "que ha cometido errores" al haber dirigido tropas en combate con armas convencionales.
"No fui comandante, pero pasé tres años en el ejército, participé en ejercicios y sé que cometí errores -señaló el ex secretario de Defensa de Kennedy-. Los errores cuestan vidas, cientos, miles, se hacen sin intención, pero son inevitables, porque las variables son muy amplias. Hay falta de cálculo, falta de análisis".
Dijo que citaría ejemplos: "En semanas recientes nuestras tropas en Afganistán han matado a miembros de las fuerzas canadienses, que son amigas. Y también han matado a personas que participan en ceremonias de bodas en Afganistán. Esto realmente es muy triste".
McNamara llevó luego su argumento a la escala de las armas nucleares: "No creo que haya ninguna curva de aprendizaje en cuanto a las armas nucleares... si con ellas cometemos errores, acabaríamos con na-ciones enteras".
Hizo un rápido repaso al panorama del armamentismo atómico en el mundo y concluyó criticando la política nuclear de Washington y Moscú, porque "esta combinación indefinida de errores humanos y armas nucleares, puede conducir a la extinción de las naciones".
Agregó que no estaba proponiendo la eliminación total de las armas nucleares, "sino que las potencias y las demás naciones del mundo aceptemos eliminar el riesgo de destrucción masiva a partir de esas armas".
McNamara parecía haber concluido cuando fuera de micrófono, tuvo un diálogo con Burgioni, que estaba sentado cerca del ex secretario.
A continuación, el ex oficial de la CIA se levantó y salió de la sala. Castro intervino para pedir que alguien, "que tenga influencia sobre él", saliera para persuadirlo de que regresara a exponer su punto de vista.
"Es una pequeña crisis dentro del análisis de la otra crisis -bromeó el mandatario-. Pero usted, McNamara, no se preocupe".
Tampoco hubo tiempo para más. McNamara se levantó del asiento, tomó sus papeles y se dirigió, sonriente, al lugar de Castro. Le dijo que ya tenía que irse. Se estrecharon la mano y se despidieron.
Hace 10 años se realizó la primera conferencia en La Habana sobre la crisis de los misiles. McNamara le dijo que, a sus 86 años, no pensaba volver aquí para conmemorar el medio siglo del conflicto, según relató el propio Castro más tarde, "y me ex-hortó a mantenerme saludable".