Por diseño, los costos humanos son invisibles;
incontables denuncias por abusos
El éxito del modelo policiaco de Nueva York,
entre realidad y ficción publicitaria
En la práctica, se convirtió en una guerra
virtual contra negros y latinos
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, de10 octubre. La Cero
tolerancia -nombre con el que se hizo célebre el modelo de seguridad
pública vigente en Nueva York entre 1994 y 2002- generó consecuencias
opuestas: un sinfín de elogios para su creador, el alcalde Rudolph
Giuliani, y una inmensa lista de denuncias por abusos policiacos, que incluso
derivaron en investigaciones federales.
Los éxitos de Giuliani fueron evidentes para muchos
y se reflejaron en los números de reducción del crimen. Pero
en contraste otros números crecieron. Para 2001, las críticas
y denuncias de abuso policiaco habían llegado a tal nivel que el
Departamento de Justicia y la Comisión Federal de Derechos Civiles
consideraron iniciar investigaciones de la policía municipal de
Nueva York.
En ese momento el alcalde Giuliani, quien durante los
primeros seis años de su gobierno había resistido todo intento
de intervención externa, se vio obligado a reconocer la necesidad
de una supervisión de sus fuerzas de seguridad pública.
"A finales de su periodo el alcalde concedió, frente
a la ira generalizada por incidentes de comportamiento policiaco excesivo,
que una revisión civil de la policía era importante", recordó
a La Jornada Bob Perry, de la Unión Americana de Libertades
Civiles (ACLU), quien agregó que sólo lo hizo luego de una
intensa presión de la comunidad y bajo la amenaza de que el Departamento
de Justicia federal podría considerar tomar el control de la policía
neoyorquina para terminar con los abusos.
Exitos de un modelo
Nueva York tiene una tasa de criminalidad que sigue a
la baja, a pesar de incrementos en otras grandes ciudades del país,
y su "modelo" policiaco es señalado como ejemplo a seguir para otras
naciones, incluso por algunos políticos mexicanos. Pero no todo
es lo que parece, y los costos humanos del éxito han sido ocultados
como parte de la misma estrategia política que ha impulsado este
modelo.
Según estadísticas preliminares de la Oficina
Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), los
crímenes serios -como el homicidio y los robos- se incrementaron
por primera vez en una década, nutridos por altas tasas de criminalidad
en varias grandes ciudades, entre las cuales Nueva York sigue la gran excepción.
Aunque la tasa de criminalidad se incrementó 2
por ciento a escala nacional en 2001, y los hechos violentos aumentaron
0.3 por ciento, en Nueva York estos últimos continuaron bajando
(un 10 por ciento en 2001), así como el crimen en general, en una
tendencia que se observa desde hace más de ocho años.
Claro, los políticos y las autoridades de seguridad
pública de Nueva York se elogian por estos datos, los cuales, señalan
muchos, comprueban el éxito del modelo de seguridad pública
impulsado en la ciudad durante los ocho años anteriores. Pero hay
otra realidad que acompañó a este llamado éxito.
Los policías en Nueva York comienzan ganando 34
mil dólares anuales y pueden llegar a 54 mil dólares, tras
años de servicio. Un capitán comienza con 84 mil dólares
y el tope salarial en esta categoría es de 103 mil dólares.
Los costos invisibles
Durante
los años recientes, Human Rights Watch, Amnistía Internacional
(AI) y varias agrupaciones de defensa de derechos civiles han denunciado
el incremento en los abusos y brutalidad de las fuerzas policiacas y la
impunidad de las fuerzas de seguridad pública en Nueva York.
También denunciaron los esfuerzos del gobierno
de Giuliani por ocultar el número de quejas e investigaciones por
abusos policiacos, que se dispararon con el tan elogiado modelo de seguridad
pública. Así, por lo menos en tres ocasiones el gobierno
municipal fue demandado ante los tribunales para que hiciera públicos
estos datos.
Después del famoso caso de Amadou Diallo -joven
inmigrante africano que murió en una lluvia de 41 balas disparadas
por una unidad de elite de la policía-, el Departamento de Justicia
de Estados Unidos se vio obligado a iniciar una investigación de
las prácticas de la policía municipal, la fuerza policiaca
más grande de Estados Unidos.
Diallo no fue un caso único. Nombres como el de
Patrick Dorismond, Abner Louima y un joven dominicano, entre muchos más,
recuerdan una larga serie de abusos policiacos en la gran urbe. Pero la
lista de otros atropellos cometidos bajo el modelo de seguridad pública
de Nueva York ha provocado una serie de demandas legales por violaciones
a los derechos civiles y constitucionales.
La Unión de Libertades Civiles de Nueva York, parte
de la Unión Americana de Libertades Civiles, demandó al gobierno
de Giuliani en varias ocasiones por estos abusos y ganó en cada
caso. O sea, los casos famosos de abuso policiaco, afirman diversas agrupaciones,
no son excepciones aberrantes, sino más bien demuestran las consecuencias,
a veces mortales, del modelo adoptado por Giuliani en Nueva York.
Las investigaciones sobre los abusos se enfocaron en particular
a la famosa política de Cero tolerancia, que está
en el centro de la estrategia policiaca de Nueva York. La idea es que si
la policía acaba con los pequeños crímenes, al crear
un clima de restricción de cualquier falta, desalentará a
los grandes delincuentes. Pero en la práctica esta política
se convirtió en una virtual guerra contra los negros y los latinos.
De hecho existen muchas pruebas empíricas de que la policía,
bajo el gobierno de Giuliani, convirtió deliberadamente en sus objetivos
a estas comunidades minoritarias.
Por ejemplo, el procurador general del estado de Nueva
York reportó en 1999 que la policía municipal detenía
de forma rutinaria a casi el doble de negros y latinos que blancos, a pesar
de que no existan pruebas de que las minorías cometan más
delitos que los blancos.
En 1999, cinco años después de que Giuliani
llegó al cargo, el fiscal de la ciudad de Nueva York debió
reconocer que las demandas legales por brutalidad policiaca habían
alcanzado su nivel más alto en una década: más de
2 mil 300 demandas presentadas contra la policía sólo ese
año. El gobierno municipal fue obligado a pagar más de 40
millones de dólares al perder los juicios en los tribunales.
"Es un error dar crédito para la reducción
del crimen a esta agresiva política de enfoque racial de Giuliani",
sostuvo Donna Lieberman, directora ejecutiva de la ACLU de Nueva York.
En entrevista con La Jornada dijo que tal vez fue más importante
en la reducción del crimen el auge económico, entre otros
factores.
En otras ciudades, señaló Lieberman, la
policía también logró reducir las tasas de criminalidad
sin aplicar políticas agresivas de Cero tolerancia ni con
abusos contra la ciudadanía. Bob Perry, también del ACLU
de Nueva York, puso el ejemplo de Boston, que fue igualmente efectivo,
a partir de una estrategia de invitar a la participacion más activa
de la comunidad en lugar de una política punitiva como la de Giuliani.
En los primeros tres años del gobierno de Giuliani
se registraron 18 mil 336 quejas contra conductas policiacas, pero sólo
uno por ciento derivó en medidas disciplinarias contra miembros
de la fuerza. Sin embargo, las quejas continuaron, y la mayor parte de
éstas provenían de comunidades negras y latinas.
Human Rights Watch publicó un reporte sobre la
brutalidad policiaca en Nueva York, en el que encontró que 78 por
ciento de las quejas contra esa corporación, en el primer semestre
de 1997, provenían de las comunidades negras y latinas, aunque estos
grupos representan sumados sólo 55 por ciento de la población
de la ciudad. Aun peor, Human Rights Watch señaló que la
mayoría de estas quejas no provocaron ninguna acción disciplinaria.
Amnistía Internacional (AI) realizó una
investigación de 18 meses y concluyó que "la brutalidad policiaca
es un problema generalizado en la ciudad de Nueva York... la brutalidad
de la policía, las balaceras y muertes de personas bajo custodia,
se han incrementado en los años recientes, con más de dos
tercios de las víctimas provenientes de minorías raciales".
Posteriormente AI denunció varios casos de ciudadanos desarmados
tiroteados por la policía y exigió una "investigación
a fondo".
Los casos de Diallo, Louima y otros, finalmente obligaron
a Giuliani a reconocer públicamente que su gran hazaña en
favor de la seguridad pública sí tenía costos humanos.
Después de años de rechazar toda investigación e insistir
en que su modelo de seguridad pública había restaurado el
orden y la confianza ciudadana en su ciudad -un argumento que críticos
como el ACLU señalan como un escudo para la impunidad-, finalmente
las consecuencias del modelo, en términos de derechos humanos y
clima de intimidación entre minorías, fueron revelados.