En Venezuela, "ni situación desesperante
ni ingobernabilidad", sostiene el presidente
Marcha opositora exige renuncia de Chávez y
amenaza con huelga nacional
Dimite el jefe del Estado Mayor de la marina y acusa
la "politización" del ejército
Auténtica preocupación por los problemas
políticos en el país: Departamento de Estado
AFP, DPA, PL Y REUTERS
Caracas, 10 de octubre. Los sectores opositores
venezolanos efectuaron hoy una multitudinaria marcha pacífica en
el centro de esta capital, en reclamo de la "renuncia" del presidente Hugo
Chávez y la convocatoria a elecciones anticipadas, en un acto que
estuvo muy vigilado por la policía, las fuerzas armadas y la Guardia
Nacional.
Nadie debe preocuparse por los rumores de que en Venezuela
se vive una situación "desesperante y de ingobernabilidad", expresó
el presidente Chávez al recibir una llamada telefónica del
secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan.
"No se preocupe caballero del mundo que aquí en
Venezuela, a pesar de los grupos privilegiados con poder económico
y mediático, que quieren dar la idea de que en Venezuela está
en una situación desesperante y de ingobernabilidad, no habrá
guerra", dijo al informar de la llamada de Annan durante un discurso pronunciado
en el Museo Militar de Caracas al celebrarse el día del soldado.
"Que
nadie se preocupe por rumores mediáticos. Los venezolanos desean
paz y democracia. Aquí no habrá guerra", insistió.
Estados Unidos externó su rechazo a la violencia
como medio para resolver las diferencias políticas en Venezuela,
e instó al gobierno y la oposición a "ejercer sus libertades
democráticas de manera responsable". El portavoz del Deprtamento
de Estado, Richard Boucher, abogó también en favor de las
libertades de asamblea y expresión, y la obligación del gobierno
de asegurarlas.
"Vemos con auténtica preocupación los actuales
problemas políticos en Venezuela", aseveró Boucher, e insistió
en que el Ejecutivo de ese país trabaje con los organismos internacionales
para tratar de superar la inestabilidad que se vive.
De su lado, el jefe del Estado Mayor Conjunto de la fuerza
armada, vicealmirante Alvaro Martín Fossa, renunció tras
criticar los consejos de investigación que se les sigue a varios
militares involucrados en el golpe del pasado 11 de abril, y considerar
que ha habido una "politización" del ejército y una serie
de irregularidades contra los principios castrenses.
La marcha opositora comenzó cerca de las 11 de
la mañana y concluyó al filo de las cinco de la tarde. Entre
los incidentes reportados se dio cuenta de seis personas lesionadas en
un enfrentamiento ocurrido en una carretera de acceso a Caracas que había
sido bloqueda por supuestos chavistas para impedir el arribo de contingentes
de las ciudades de Maracay y Valencia.
La policía intervino lanzando gases lacrimógenos
y dispersó a los manifestantes de ambas partes, con lo que restableció
el tránsito. Sin embargo, el canal de televisión Globovisión
informó de la muerte de un hombre en otro supuesto enfrentamiento
en un lugar a 160 kilómetros de Caracas, identificado como José
Méndez, de 49 años.
El gobernador de Guárico, el oficialista Eduardo
Manuitt, aseguró que la víctima recibió un disparo
en la cabeza al ser atacado por extremistas de oposición, cuyo sector
puso en duda el informe. Reportes posteriores señalaron que la víctima
era un damnificado de las lluvias recientes y que observaba los choques
entre opositores y partidarios del gobierno.
Chavistas, a Miraflores
Por la noche, una vez terminada la protesta de los opositores,
cientos de simpatizantes del gobierno comenzaron a concentrarse en las
cercanías del palacio presidencial de Miraflores. Uno de los líderes
de los Círculos Bolivarianos, favorables al gobierno, Eduardo Piquetero,
declaró que "estamos celebrando que no pasó nada, porque
aquí hubo una amenaza de golpe de Estado".
Para los organizadores de la marcha se trató de
la mayor concentración antigubernamental desde las marchas del 11
de abril pasado, que entonces culminaron con un efímero golpe cívico-militar
de 48 horas. Incluso, llegaron a decir que esta vez participaron más
de un millón de personas, mientras que las agencias de prensa no
se ponían de acuerdo, ya que algunas repetían esa versión,
mientras que otras citaban sólo unos centenares de miles, quizá
unos 100 mil.
La manifestación fue convocada por los sectores
empresariales aglutinados en Fedecámaras, la opositora Confederación
de Trabajadores de Venezuela (CTV) y los pequeños partidos políticos
opositores. El líder de la central sindical, Carlos Ortega, reclamó
que antes del próximo miércoles el presidente Chávez
dimita o llame a elecciones, y anunció que la oposición convocará
a una huelga nacional desde el 21 de octubre.
"Elecciones ya", "Chávez fuera", eran algunas de
las consignas de los marchistas, que se movilizaron bajo un intenso calor
y al ritmo de salsa con silbatos, panderetas, tambores y cornetas. Tras
un recorrido de ocho kilómetros, desde el Parque del Este y la Plaza
Altamira, la marcha culminó en las céntricas avenidas Libertador
y Bolívar, siempre bajo una estricta vigilancia policial.
Previamente
el gobierno delimitó claramente la responsabilidad que le competía
a cada quien sobre la seguridad de la marcha. Así, en cada uno de
los distritos caraqueños se responsabilizó por eventuales
hechos de violencia a cada gobierno municipal opositor u oficialista, mientras
que las fuerzas armadas y la Guardia Nacional se hicieron cargo del palacio
presidencial, el Congreso y zonas adyacentes, así como de las autopistas
y carreteras.
El vicepresidente José Vicente Rangel, desde antes
de que comenzara la marcha opositora, reiteró la negativa del gobierno
a aceptar una consulta popular antes de agosto de 2003. "No está
planteado un adelanto de elecciones. El adelanto de elecciones es una consigna.
El gobierno tiene la consigna de respetar la Constitución", subrayó.
Puntualizó que la democracia no funciona ante desafíos
y retos de "cualquiera que se pare a decir que el presidente debe salir".
En cambio, señaló, el gobierno está en disposición
de trabajar para la designación de un nuevo Consejo electoral, se
apruebe la ley electoral y se depure el padrón electoral.
Rangel también rechazó todo tipo de perturbaciones
o hechos encaminados a coartar las libertades públicas de manifestación,
por lo que se deslindó de eventuales sucesos violentos en que se
vean implicados partidarios del gobierno. Por lo demás, anunció
que el gobierno de Chávez efectuará el próximo domingo
una marcha que, aseguró, superará la realizada este día
por los opositores.
El funcionario, que aceptó que la marcha opositora
fue muy concurrida, afirmó que no existen condiciones para un nuevo
paro nacional como el convocado por los opositores. Apuntó que esta
vez se impuso la fuerza democrática entre los opositores, por lo
que, subrayó, "querer extrapolar los hechos de abril o extrapolar
la marcha de hoy es una temeridad".
Como medida de precaución, el palacio presidencial
había sido evacuado, mientras que el Ministerio de Defensa había
ordenado la colocación de contrafrancotiradores en Miraflores bajo
supervisión del Ministerio Público, con la única responsabilidad
de resguardar la seguridad de los ciudadanos.
El ministro de Defensa, José Luis Prieto, emitió
un comunicado para llamar a la calma, evitar la confrontación, sobre
todo a las fuerzas armadas para preservar el orden público. Pero
también criticó a aquellos uniformados bajo investigación
por conspiración, que se prestan para hacer declaraciones a los
medios de prensa porque favorecen el enfrentamiento entre los venezolanos.
Este mensaje sólo fue transmitido por la televisión
estatal, y fue ignorado por las televisoras privadas, pese a que el gobierno
ordenó cadena nacional de los medios electrónicos. En contraposición,
la televisión privada dio gran cobertura a la renuncia del vicealmirante
Alvaro Martín Fossa de la jefatura del Estado Mayor conjunto, quien
criticó al ministro Prieto.
También se dirigió al presidente Chávez
para decir que se ha dado la imagen de unas fuerzas armadas "felices, no
politizadas", pero que lo están engañando. Denunció
irregularidades en los procesos que se siguen a varios militares acusados
de conspiración por los hechos de abril, de quienes dijo han sufrido
"persecución y que en los consejos de investigación hay minoría
para ellos de seis a uno.
Fossa llamó a los militares a que "bajo ningún
concepto se les ocurra disparar contra el pueblo, porque la historia no
los perdonará". Del mismo modo, criticó el "proselitismo
político, populismo, amiguismo y oportunismo en las fuerzas armadas",
y asentó que existe "la necesidad de eliminar la palabra revolución,
que es usada como una bandera o icono político en las fuerzas armadas".