James Petras
La doctrina Bush: construcción imperial irrestricta
La doctrina Bush, esbozada en el discurso con el cual
el presidente estadunidense presentó su "estrategia nacional de
seguridad" el 20 de septiembre pasado, promueve "un solo modelo sostenible
para el éxito", el de Estados Unidos, por medio de guerras ilimitadas,
unilaterales y ofensivas ("preventivas"). Aunque revestida con el lenguaje
de la "defensa" y la "libertad", se aparta por completo de la anterior
doctrina Truman de la "contención" (limitar la influencia soviética)
e incluso de la doctrina Reagan de la "marcha atrás" (re-vertir
la influencia soviética). La doctrina Bush está basada en
conspiradores enemigos indefinidos, "redes oscuras de individuos" que "se
sobreponen" a los estados y planean un ataque "inminente", basado en peligrosas
tecnologías.
La amplitud y profundidad de las amenazas políticas
de Bush abarcan el mundo entero, el cual es precisamente el blanco de la
política imperial: la conquista global.
En la mayoría de sus discursos, así como
los de Donald Rumsfeld (secretario de Defensa) y el resto de la banda imperial,
Bush deja claro a sus escuchas el punto de arranque imperialista de la
política estadunidense: "Hoy Estados Unidos goza de una posición
de poderío militar e influencia política sin paralelo...
buscamos... crear un equilibrio de poder que favorezca la libertad de la
humanidad (léase el imperio estadunidense)". Por definición,
cualquier nación, grande o pequeña, que se niegue a aceptar
o apoyar la conquista imperial estadunidense se vuelve enemiga: Estados
Unidos persuadirá a los países de apoyar la construcción
de su imperio "convenciendo u obligando a los estados a aceptar
sus responsabilidades soberanas". Un ejemplo reciente son los violentos
y vitriólicos ataques de Washington al canciller federal alemán,
Gerhard Schroeder, por oponerse a una guerra contra Irak.
La
visión totalitaria que Washington tiene de la conquista mundial
mediante guerras ofensivas es defendida con una lógica extremadamente
irracional: "Los estados débiles... pueden representar un peligro
tan grande para nuestra seguridad nacional como los fuertes". Afganistán
e Irak no bombardearon Estados Unidos, sino al revés.
La doctrina Bush habla de "amenazas emergentes, ligadas
a peligrosas tecnologías", y cita lo ocurrido el 11 de septiembre
del año pasado. Los aerosecuestradores emplearon cortadores de cajas
de plástico que valen dos dólares, alta tecnología
por un total de 38 dólares, para adueñarse de los aviones
y estrellarlos contra las Torres Gemelas y el Pentágono.
La doctrina Bush no tiene como objetivos terroristas activos,
armados con intención de causar daño: se propone destruir
"planes" y "amenazas emergentes". La palabra "planes" se refiere a discusiones,
ideas, debates, no a acciones y ni siquiera al decomiso de armas. En otras
palabras, la destrucción estadunidense de "amenazas emergentes"
significa licencia para asesinar a cualquier "radical" asociado con "tecnologías
peligrosas": cuidado, lector, con lo que diga cuando se esté rasurando.
Más en serio, la doctrina Bush afirma que la "libertad
económica" -el fracasado sistema neoliberal- es uno de los valores
fundamentales amenazados que Washington defiende mediante la guerra ofensiva.
Esta parte de la doctrina tiene relevancia específica para América
Latina, donde la "libertad económica" estadunidense ha devastado
las vidas y aspiraciones de cientos de millones de personas. En vez de
reconocer que esta "libertad" ha conducido a la pobreza, el autoritarismo
y la inseguridad, la doctrina Bush reduce "el conflicto regional" a un
problema con "los cárteles de las drogas" y los "grupos terroristas
y extremistas", y se refiere a la intervención militar estadunidense
en Colombia como modelo. El resurgimiento en Argentina, Bolivia, Brasil,
Venezuela y otras partes de movimientos populares sociales y electorales
que rechazan el dominio estadunidense y a sus estados clientes, evidencia
la falsedad de la afirmación del presidente George W. Bush de que
"en el hemisferio occidental hemos formado coaliciones flexibles con países
que comparten nuestras prioridades, en particular México, Brasil,
Canadá, Chile y Colombia". Fuera de ciertos "ministerios de relaciones
exteriores", la gran mayoría de los latinoamericanos repudian las
prioridades de Washington, como demuestran los 10 millones de brasileños
que votaron contra el Area de Libre Co-mercio de las Américas, la
mayoría del Congreso mexicano que se opone al apoyo a la guerra
contra Irak y los cientos de miles que participaron en la huelga general
contra el plan de austeridad de Alvaro Uribe (presidente de Colombia) y
el Fondo Monetario Internacional.
Pese a que la doctrina habla de consultas, colaboración
entre aliados y libertad, el mismo documento contiene una docena de aseveraciones
sobre el "derecho" a una acción unilateral. Habla de "cooperación
con los aliados" mientras dirige dardos envenenados hacia Francia y Alemania,
sus aliados en la Organización del Tratado del Atlántico
Norte, por no apoyar la guerra. Asegura que respalda "una Palestina independiente
y democrática" en tanto se abstiene en una resolución de
la Organización de Naciones Unidas (ONU) que exige a Israel dejar
de bombardear el cuartel general de Yasser Arafat.
La doctrina Bush combina la retórica de la libertad
y la construcción de coaliciones, de las consultas y la paz, con
los preparativos de guerra, la acción unilateral y la conquista.
Advierte de manera expresa a los críticos y competidores europeos,
así co-mo a Rusia y China, que no se resistan a los esfuerzos de
Washington por construir un imperio mundial. Recomienda a los líderes
chinos que hagan "las elecciones adecuadas acerca del carácter de
su Estado" y eviten "desarrollar capacidades militares avanzadas". Ante
rusos y europeos, "reafirma el papel esencial del poderío militar
estadunidense. Debemos construir y mantener defensas superiores a cualquier
desafío". Y hace una advertencia inequívoca contra "la renovación
de viejos modelos de competencia entre grandes potencias".
La doctrina Bush va más allá de alardear
del poderío militar estadunidense como una especie de chantaje político
a los competidores: es la justificación de una serie de guerras,
cada una construida en torno a la promesa explícita de que "la mejor
de-fensa es el ataque". El extremismo de la doctrina se encuentra en su
adhesión a las guerras ofensivas, y en su abierta dedicación,
no sólo a defender las actuales fronteras del imperio por medio
de regímenes clientes, sino a extender los límites geopolíticos,
militares y políticos para conquistar y explotar nuevas "regiones
estratégicas".
¿Cuál ha sido el efecto del extremismo de
Washington, de sus irracionales prédicas de guerra y sus amenazas
paranoicas? Schroeder ganó la elección gracias a su desafío
a Washington y al ataque virulento de Rumsfeld. En Bolivia, la intromisión
del embajador estadunidense en la elección presidencial dobló
la votación popular para el antimperialista Movimiento al Socialismo.
La amenaza de guerra unilateral contra Irak ha acarreado mayor oposición
en las calles, los parlamentos y en la ONU que cualquier otro suceso en
la historia reciente. De los 11 principales funcionarios del gobierno de
Bush encargados de las relaciones con América Latina, ocho son exiliados
cubanos, profundamente hostiles hacia el gobierno de Cuba, y sin embargo
700 empresas, productores agrícolas y políticos estadunidenses
participaron en la Feria Alimentaria de La Habana y el Congreso de Estados
Unidos estuvo a punto de echar abajo la prohibición de viajar a
la isla. Mientras Bush hace preparativos bélicos, encuestas recientes
muestran que dos de cada tres ciudadanos de su país piensan que
los asuntos económicos nacionales son más importantes que
la guerra.
Las políticas ultraimperialistas enunciadas en
la doctrina Bush son una verdadera amenaza para toda la humanidad. Aparte
de Israel y sus cabilderos en Washington, y de los señores de la
guerra en el gobierno, existe apoyo limitado a la doctrina Bush y a la
invasión de Irak, en gran medida por el temor personal de que la
guerra tendrá un impacto catastrófico en la economía
y provocará nuevos y mayores actos de violencia. Es importante criticar
y rechazar las amenazas inmediatas planteadas por la doctrina Bush, pero
también reconocer y oponerse al sistema imperialista y a la casta
militar gobernante que la sostiene.
© James Petras, 2002
Traducción: Jorge Anaya