Refrenda ''la frágil experiencia del
individuo'' frente a la barbarie: Academia Sueca
Imre Kertész, médium de Auschwitz,
laureado con el Nobel de Literatura
El escritor húngaro estuvo recluido en ese campo
de exterminio y en el de Buchenwald
''El Holocausto es un estado que no termina de finalizar
y hasta ahora no ha habido catarsis''
CESAR GÜEMES Y AGENCIAS
Como lo dice su narrador y alter ego en la novela
Fracaso, Imre Kertész, laureado con el Premio Nobel de Literatura
2002, es un médium de Auschwitz. Sobreviviente del Holocausto,
el escritor que para serlo fue antes periodista, autor de comedias teatrales
y guiones cinematográficos, conoció ese campo de concentración
en 1944, a los 15 años. A los 16 fue trasladado al de Buchenwald
y en mayo de 1945 tropas estadunidenses lo liberaron junto con el resto
de personas que alcanzaron a salvar la vida frente al nazismo.
Las tres décadas de trabajo posterior le proporcionaron
los elementos para dar a conocer en 1975 su primer trabajo literario, Sin
destino, que en la Hungría comunista de entonces pasó
sin ver visto.
Narrador visible
La
sombra que cubrió su novela inicial tenía una explicación:
600 mil de sus connacionales judíos habían sido deportados
a los campos de concentración alemanes y la sociedad húngara
no estaba en la mejor disposición para revivir el recuerdo de quienes
habían perdido la vida en la matanza. Los escasos lectores de Kertész,
sin embargo, bastaron para que el prosista no se convirtiera en un escritor
invisible.
Hoy, ya con la concesión del Nobel por parte de
la Academia Sueca y con poco más de media docena de libros publicados,
todos ellos con el Holocausto como referencia obligada, dice a propósito
del realismo duro que campea en sus escritos: ''Tengo la esperanza de que
la moral del lector será sacudida por la aparente amoralidad de
las frías líneas de mis libros, y que responda con indignación
ante alguno de mis narradores en primera persona que aceptan todo sin quejarse".
En efecto, la Academia Sueca al hacer el anuncio del galardón,
refrendó que en las obras de Kertész se encuentra ''la frágil
experiencia del individuo frente a las bárbaras arbitrariedades
de la historia".
Recibió el Hans-Sahl en Alemania
Nacido en 1929 en Budapest, el nuevo Nobel de Literatura
cuenta entre sus trabajos publicados con Kaddish por el hijo no nacido
(que junto con Sin destino y Fracaso conforman una trilogía
temática), Otro, Diario de la galera y el volumen
de ensayos Un instante de silencio en el paredón.
La formación cultural del prosista se alimentó
de manera directa de Sigmund Freud, Elías Canneti, Friedrich Nietzsche
y Ludwig Wittgenstein, a quienes por cierto tradujo. Esa base le permitió
invertir la célebre frase de Theodor W. Adorno que señalaba
que luego del Holocausto ya no era posible escribir, toda vez que la totalidad
de su obra proviene de la experiencia vivida en los campos nazis de exterminio.
La frase con que acaba de definir sus ataduras al hecho
es contundente: ''El Holocausto es un estado que no termina de finalizar.
Hasta ahora no ha habido catarsis. El Holocausto es sencillamente insuperable".
Apenas el pasado miércoles acababa de recibir el
premio Hans-Sahl, reconocimiento que se sumó a los varios que tiene
en su haber y entre los que se cuentan el de Literatura de Brandenburgo
y el del Libro de Leipzig.
En cuanto se enteró de que era el Nobel de literatura
2002, y ya que por ahora reside en Berlín, aclaró a propósito
de su relación con Alemania:
''Mi enojo no es con Alemania, sino con los nazis. Ahora
en Alemania vive una tercera generación que nada tuvo que ver con
el pasado. Aunque tampoco creo que el totalitarismo sea una cuestión
exclusivamente alemana."
En cuanto a las reacciones que le despierta el máximo
laurel de las letras en el mundo, Kertész fue al grano: ''Es un
gran reconocimiento para mí y significa también que a partir
de ahora podré llevar una vida más tranquila, al menos en
el aspecto financiero; mi existencia será más segura".
El autor trabaja actualmente en Alemania en su nueva novela,
Liquidación, de la cual adelanta: ''La acción se desarrolla
en los tiempos del cambio, en la perturbadora, repentina libertad en la
que se liquida el pasado y se modifican las biografías. A la vez
planeo con esta novela echar una última mirada sobre el Holocausto,
ya no respecto de los sobrevivientes sino en torno de la segunda generación,
que se ve desconcertada con la pesada herencia y que huye del proceso de
relaboración del pasado o lo asume como su tarea de vida".
De magnífico humor con la noticia del Nobel, explicó
en Berlín su reticencia a usar traje de etiqueta para recibir el
galardón: ''Me han dicho que Heinrich Böll luchó dos
días por no presentarse de frac, pero al final tuvo que ponérselo.
Quizá me espere el mismo destino".