Jorge Camil
La política: Ƒreality show?
Hace días leí un artículo de Mario Vargas Llosa, quien apuntaba en 1992 la crisis por la que atravesaba (y atraviesa aún) el principio democrático. "La moral de los cínicos" se titulaba esa colaboración para El País, destinada a demostrar que la clase política, en todo el mundo, se ha separado irremediablemente de votantes autómatas que continúan asistiendo a las urnas no obstante la certeza de que el candidato de hoy será peor que el de ayer y mejor que el de mañana.
Nos hemos acostumbrado a la existencia de dos morales diferentes, concluía el autor de La fiesta del chivo: la que rige a los políticos (llena de mentiras o, en el mejor de los casos, de medias verdades) y la moral tradicional, que obedecemos desde tiempos inmemoriales el resto de los mortales. Sin embargo, el espectáculo circense involucrado en todo proceso electoral está a punto de sufrir una interesante transformación en el futuro inmediato, porque en Estados Unidos, país que se autonombra sin pudor alguno "la democracia más perfecta del planeta" (no obstante el vergonzoso sainete constitucional protagonizado por George W. Bush y Al Gore en la última elección presidencial), la cadena televisiva Fox Channel se prepara a convertir las elecciones de 2004 en un reality show, que según Le Monde se llamará American Candidate y será una especie de Academia para aspirantes a la primera magistratura.
El plan es escoger 100 precandidatos, dos por cada estado de la unión, los cuales deberán cumplir con los requisitos constitucionales y enviar a los productores un video justificando sus ambiciones (junto con las firmas de 50 ciudadanos que apoyen la candidatura en su distrito electoral). Los videos de los precandidatos elegidos comenzarían a transmitirse en enero de 2004, entrelazados con programas de entrevistas, debates y documentales alusivos al proceso electoral. Los televidentes, que para entonces estarían irremediablemente "enganchados" (recordemos los éxitos de Big Brother, La Academia y Operación Triunfo), elegirán al ganador entre tres finalistas votando por teléfono o mediante la red de Internet.
En su entrevista con Le Monde, el presidente de FX Entertainment reconoció que de tener éxito el experimento pudiera descubrir a "un candidato capaz, pero sin dinero ni apoyo político para ganar una elección", y con el desparpajo que caracteriza a los estadunidenses también admitió que el proceso pudiera servir simplemente de plataforma para "un plomero de Detroit con valor para decir la verdad". Si lo desea, el ganador tendría garantizada la cobertura mediática necesaria para competir como candidato independiente contra los partidos tradicionales. Así que, šprepárese!, porque Televisa o Tv Azteca pudiesen imitar el modelo, haciendo innecesarias las plataformas tradicionales del PRI, PAN o PRD (y también las de organizaciones de "amigos desinteresados" de candidatos decididamente interesados).
Por lo demás, en una época en que los candidatos necesitan cada día más dinero para desplegar sus artes mediáticas, a fin de llegar al mayor número de votantes, un reality show como éste contribuiría a disminuir el problema de las contribuciones ilegales, flagelo que ha golpeado a todos los partidos políticos y a innumerables candidatos en todas partes del mundo: Helmut Kohl, Jacques Chirac, Bill Clinton, François Mitterrand, Dick Chenney, Francisco Labastida y Vicente Fox han sido acusados en su momento de haber recibido contribuciones de individuos u organizaciones interesados en obtener o mantener privilegios especiales.
Nadie ha analizado aún los aspectos legales del reality show considerado por FoX Channel (es preciso saber si la cobertura mediática del candidato ganador constituiría una contribución permitida, o si el formato cumple con los requisitos legales para elegir candidatos independientes), pero el proceso serviría para acotar el monopolio electoral de los partidos políticos y regresar el control del proceso democrático al pueblo. šDescuide!, que la televisión, el gran democratizador, sabrá escoger candidatos simpáticos, populacheros, dicharacheros, poco intelectuales y con gustos similares al promedio de los mortales. O sea, šcandidatos mediáticos! Pero, Ƒno fue esa la herencia de 2000?, porque el proceso involucró creadores de imagen (šdele un madrazo al dedazo!), genios de mercadotecnia de The Coca Cola Company que convirtieron a Vicente Fox en un "producto comercial", y analistas políticos estadunidenses.
El único problema es que ahora venimos a caer en la cuenta de que el enorme costo de modernizar nuestro antediluviano proceso electoral se pagó, entre otras marrullerías, con contribuciones políticas extranjeras y dineros extraídos de las arcas de Petróleos Mexicanos.