Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 5 de octubre de 2002
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Política

Víctor M. Quintana S.

Sequía perversa

Cuando los años son malos desde el principio, son malos. Cuando los años comienzan bien, pintan bien pero terminan mal, son pésimos.

Eso es lo que constata uno en estos días, luego de una vuelta por el campo chihuahuense. Los maizales desnutridos, con las hojas caídas, sin mazorcas. Los frijolares, sin ejotes o con vainas vanas. Las avenas que se quedaron enanas y así espigaron y se secaron. Los pastos, muy ralos, cortos y resecos. Esto se traduce técnicamente en cifras terribles: 95 por ciento de los cultivos temporaleros del estado están perdidos, según la Secretaría de Desarrollo Rural del gobierno del estado.

"Las vacas se están muriendo en pleno septiembre", se quejan en las comunidades. Los ejidatarios tienen que rentar los pastizales de los ganaderos ricos para llevar allá sus reses. El poco rastrojo que hay en los campos se lo acabará el ganado en un mes. Y de ahí en adelante no habrá con qué alimentarlo. Por eso se están dando ventas apresuradas de vacas y becerros. El ganado, capital de reserva de las familias campesinas, se está malbaratando hasta a tres pesos kilo en pie.

Es una sequía perversa. Cuando hay sequía desde principios del año agrícola, los campesinos no invierten, no siembran, no se ilusionan, pierden menos. Y si llueve tardíamente, cuando menos hay pastos. Pero ahora comenzó lloviendo mucho más que otros años. La gente se animó. Vendió su resto para tener con qué sembrar. Invirtió. Se llenó de esperanza. Y luego, desde mediados de agosto se pararon las lluvias. Los cultivos se quedaron ahí, apelmazados, sin crecer. Y se pierde todo lo que se invirtió. El dinero que se consiguió, endrogándose con la esperanza de tener por fin un año bueno, se va por la borda.

El desastre del campo chihuahuense es peor que en otros años. Más que nunca se vendrán la emigración, la descapitalización, la reducción de los hatos ganaderos, el empobrecimiento de los que ya no tienen edad para emigrar.

Por eso urgen acciones audaces e imaginativas de los gobiernos federal y estatal. Las trabas burocráticas, los pleitos entre el gobernador Patricio Martínez y el gobierno de Fox han estorbado enormemente estos últimos años. El Fondo Nacional para Desastres (Fonden) se ha dado muy tardíamente, a cuentagotas y con efectos casi nulos. Apenas en febrero de 2002 se ministró lo correspondiente al año 2000.

El gobierno de Patricio tiene prioridades que para nada se relacionan con el campo, y con una mayoría dócil en el Congreso no hay quién se las cambie. Prefiere pelearse con la Federación para ver quién construye una autopista que destinar esos recursos a un programa de urgencia para salvar a los pequeños ganaderos. Por su parte la Sagarpa piensa que los llamados a que los campesinos se conviertan en empresarios son más eficaces para conjurar las sequías y los malos años que las rogativas o las novenas a San Isidro. Pero lo empresarial no va más allá del discurso. En la entrega de los recursos de Aserca han sido más ineficientes y lentos que los más redomados burócratas de los gobiernos priístas.

Y si para los temporaleros el panorama es negro, para los de riego no lo es menos. Las tarifas de energía eléctrica no bajan y las importaciones de productos que les compiten tampoco. Los manzaneros tienen buena cosecha este año pero el precio de la fruta se derrumbó estrepitosamente. Así se está blindando la agricultura norteña para resistir la desgravación casi total de importaciones agroalimentarias en 2003.

Así, juntos, sequía, gobierno estatal y gobierno federal están haciendo que el sueño salinista se cumpla con creces en el estado de Chihuahua. Si los neopositivistas iluminados del salinismo alucinaron con un campo vaciado de campesinos, con una reducción de tres cuartas partes de la población dedicada a la agricultura, estarán contentos con lo que se está viviendo en Chihuahua estos años, estos días. En tan sólo cinco años, de 1995 a 2000, los primeros de vigencia del TLCAN, la población ocupada en el sector primario en el estado de Chihuahua descendió de 19.4 por ciento a sólo 8.9 por ciento.

Y si no hay compromisos, imaginación, superación de burocratismos y de politiquerías, el vaciamiento del agro chihuahuense va a acelerarse. Sólo que ahora ya no hay maquiladoras que reciban a los expulsados de la agricultura.

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