Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 30 de septiembre de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Cultura
La "biografía velada", continuum en la obra del narrador argentino: Sergio Pitol

Por impaciencia e inseguridad, César Aira prefiere escribir novelas cortas

La prueba, título que promueve en México, es un texto que surgió de otro que no llegó a publicarse, explica el autor

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

El argentino César Aira ha dedicado su carrera literaria a escribir novelas cortas, alejadas siempre de lo convencional, por tres razones: impaciencia; ofrecer al lector algo más llevadero y, sobre todo, inseguridad.

Prefiere este género, dice en entrevista, ''porque en general me aburro cuando estoy a medio camino y quiero terminar pronto; se me ocurren otras ideas y tengo impaciencia por empezar otra. Además, para darle al lector algo más llevadero. También por otro motivo que me parece el más importante en mi caso: la inseguridad. No podría invertir un año entero de mi vida en algo que no estoy seguro de que me va a salir bien. En cambio escribir una novela de 100 páginas -una por día, no más- me llevará tres meses, y ese tiempo sí puedo sacrificarlo. Eso me da la libertad de lanzarme a experimentar con cosas que no sé si saldrán bien".

Muchas veces, agrega, ''he fantaseado como todos los autores en escribir una novela realmente larga, como La guerra y la paz, pero ¿y si me sale mal? Tendría que pensarlo muy bien, ir sobre seguro, hacer algo quizá más convencional y no me gusta ser convencional''.

Aira (Coronel Pringles, Argentina, 1949) vino a México a promover su novela La prueba (Era), que fue escrita hace 14 años y publicada por Grupo Editor Latinoamericano. La prueba, explica, es una novela que escribió a partir de otra que no llegó a publicarse. ''En ese libro tenía la idea de escribir sobre dos amigas adolescentes. A una de ellas le pasa algo realmente malo y su amiga decide vengarla y mata a un hombre y la otra no se lo agradece. El último párrafo de esa novela que no escribí es que meses después, en uno de los paseos que da esa chica al atardecer para paliar su depresión, sucede algo que la saca de la tristeza. Iba a dejar en el misterio qué fue lo que terminó con su tristeza porque no sabía cuál podía ser, pero después se me ocurrió escribirlo: esta chica se encuentra con dos muchachas punks totalmente diferentes de ella, que la llevan a otro mundo".

En las más de 50 novelas que ha publicado Aira el humor está presente, a veces de manera disimulada y en otras más abierta, pero el autor de Cómo me hice monja y El congreso de la literatura señala que no es algo deliberado, y expresa: ''humor es una palabra muy amplia, que cumple todo lo que rompe el verosímil realista, que rompe las expectativas convencionales. En realidad no me gusta que pase; me gustaría que no hubiera humor en mis libros. Muchas veces he querido escribir cosas hasta trágicas, como la novela Los dos payasos, que es sobre la muerte de un amigo al que quería mucho y todo es muy triste ahí. Si hay una cosa triste en el mundo son los payasos y todo el mundo se muere de risa. El elogio más frecuente que me hacen es que se han reído a carcajadas con mis libros''.

Contrapensamiento en el lector

Como escritor una de sus exigencias es la invención, hacer algo nuevo y no atenerse a las expectativas, por ello al momento de trabajar piensa de manera egoísta sólo en su placer de escribir. ''Si pienso en el lector es en contra: en lo que le gustaría que pasara y digo: muy bien, voy a hacer todo lo contrario".

El desafío "es que he hecho muchas cosas y por eso tengo que buscar cosas nuevas". Este año, indica, su labor se ha frenado un poco debido a una enfermedad y a la crisis por la que pasa su país. Sin embargo "he pensado en volver a escribir novela, pensando qué línea podría seguir que no haya explorado todavía. Esa línea se acerca a la de los dibujos animados. Establecer un verosímil distinto al del cuerpo humano y hacerlo un poco más flexible. En los dibujos animados los seres se estiran, se rompen, se diluyen y vuelven a recomponerse, tomar ese verosímil sin abandonar del todo el verosímil realista que un novelista nunca puede abandonar".

Escribe de lo que le pasa día con día, "soy un escritor autobiográfico como tantos novelistas", y sin un plan definido para todo el libro "empiezo con una idea más o menos vaga y después lo voy rellenando a la manera de un diario íntimo, con cosas que me pasan todos los días. Esa paginita que escribo todos los días tiene algo de lo que me ocurre, de lo que he visto ese día, el anterior o de lo que estoy viendo en ese momento porque siempre escribo en los cafés y levantando la vista. Para mí es más grato porque es como si también estuviera leyendo una novela que desconozco, que voy descubriendo a medida que la voy haciendo, y me salen estas pequeñas cositas chistosas".


El literato veracruzano comenta cuatro libros

ARTURO JIMENEZ ENVIADO

Jalapa, Ver., 29 de septiembre. El continuum de toda la obra del escritor argentino César Aira, integrada por más de 50 libros, es su "biografía velada", consideró el narrador Sergio Pitol en el contexto de la Feria Internacional del Libro Universitario.

Acompañado del editor Marcelo Uribe, Pitol, quien ha leído casi todas las obras de Aira, considerado una de las figuras más destacadas y provocativas de las nuevas letras argentinas, presentó cuatro novelas de ese autor recién publicadas por Editorial Era: Los dos payasos, Un episodio en la vida del pintor viajero, Los fantasmas y La prueba.

"En el todo de Aira sus obras encajan como episodios que dan luz a otras situaciones de su entera comedia humana: episodios de la vida del escritor, por ejemplo, de las calles que transita, los cafés donde escribe, el pueblo de su infancia."

Pitol consideró a Cómo me hice monja una de las "más altas expresiones" de la narrativa de Aira. "En muchos años no había encontrado ese escalofrío, ese asombro, esa embriaguez que conocí al recorrer una y otra vez sus páginas", confesó.

Y entre otras "novelas claves" de Aira mencionó además La liebre, El bautismo, Varamo y El mago, además de dos de las promovidas ahora por Era: Los fantasmas y Un episodio en la vida del pintor viajero.

"Algunas novelas de este escritor son un punto de llegada, donde se anudan todos los hilos de su obra anterior y, al mismo tiempo, un semillero de posibilidades para saltar a otras aventuras, a otra temperatura."

El narrador veracruzano recordó que en un encuentro de escritores en Venezuela, en 1993 o 1994, un introvertido y joven autor argentino, en ese momento del todo desconocido para él, definió su juego de procedimientos narrativos como un mecanismo que se movía en dirección contraria a las convenciones literarias.

"A él no le interesaba hacer lo que todos hacían ni seguir las líneas de Balzac, Stendhal o Zola, a quienes conocía perfectamente y respetaba con fervor, porque esas formas ya estaban cristalizadas. A él le interesaba remontarse a los orígenes, empaparse en ellos, para luego proseguir una fuga hacia el futuro, hacia lo no manoseado, hacia una escritura más estimulante."

Para mayor precisión, Pitol recurrió a un ensayo del mismo Aira titulado La nueva escritura:

"Tal como yo lo veo, las vanguardias aparecieron cuando se hubo consumado la profesionalización de los artistas, y se hizo necesario empezar de nuevo. Cuando el arte ya estaba inventado y sólo quedaba seguir haciendo obras, el mito se la vanguardia vino a reponer la posibilidad de hacer el camino desde el origen.

"Si el proceso real había llevado 2 mil o 3 mil años, el que propuso la vanguardia no pudo funcionar sino como un simulacro o pantomima, y de ahí el aire lúdico, o en todo caso 'poco serio' que han tenido las vanguardias, su inestabilidad carnavalesca. Pero la Historia abomina de las situaciones estables, y la vanguardia fue la respuesta de una práctica social, el arte, para recrear una dinámica evolutiva."

Al final, evadiendo del todo hablar de su propia obra, Aira reconoció la calidad de "guía de lectores" que para él ha tenido Pitol al descubrirle autores que de otro modo no habría conocido y luego optó por el leer su relato de ocho cuartillas La pastilla de hormonas, que causó el regocijo de las decenas de asistentes al Gimnasio Universitario, sede de la feria.

La fiesta editorial veracruzana continúa en estos días con varias presentaciones de libros, entre ellas Del Tajín a Venecia: un regreso a ninguna parte, libro de Teresa García Díaz sobre la obra de Sergio Pitol. Otro volumen es ¿Te acuerdas de Rulfo, Juan José Arreola?, de Vicente Leñero. Ambos están editados por la Universidad Veracruzana.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año