Premio Bernal Díaz
En sus crónicas, Othón Lara da voz a lo infinitesimal
ANASELLA ACOSTA NIETO
Basta que un hombre con sensibilidad decida pasear por las calles rebeldes, contaminadas y llenas de vericuetos de la ciudad de México para motivarlo a escribir la historia de un pueblo. Pero se requiere mucho más para acercarse tanto, que la contemplación incite a la indagación de los secretos de lo que hoy se es.
Othón de Jesús Lara Klahr atribuye al azar lo que lo llevó a escribir De Aztacalco a Indianilla (con escala en La Hija de los Apaches), crónica con la que recientemente ganó el premio Bernal Díaz del Castillo que reconoce la labor de los cronistas en la ciudad de México, pero son sus propias palabras, que hablan de casas vetustas, changarros y personajes, que lo revelan como amante nato del paisaje citadino.
Lara Klahr, quien recibió el premio en la ceremonia de clausura de los trabajos del segundo congreso La ciudad y sus cronistas, que se realizó los días 25, 26 y 27 en el ex convento de San Lorenzo en el Centro Histórico, confía su método: caminar, husmear, observar y preguntar.
''Me animaron ejemplos de cronistas contemporáneos como Angeles González Gamio, Elena Poniatowska y Edgar Tavares, quienes recrean con mucho sabor la vida cotidiana de nuestra ciudad".
Lara Klahr, quien se desempeña como editor en La Jornada, precisa: ''quise hacer una especie de antiperiodismo, en cuanto a que los de la voz no son grandes personajes, sino el ciudadano común, y en esto también reconozco la influencia de Paco Huerta, quien profesa el principio de dar voz al ciudadano infinitesimal".
La crónica por la cual Othón Lara se hizo acreedor al primer premio (50 mil pesos) que otorga el gobierno de la ciudad de México es un paseo por el barrio de Romita ("génesis de la Roma"), del que, explica, recibió ese nombre por una asociación con el paseo romano Tívoli, con un ''hermoso camino arbolado que unía al pueblo prehispánico de Aztacalco con la calzada de la Piedad, hoy avenida Chapultepec''.
Después de un descanso en la pulcata La Hija de los Apaches con curado de viagra, que reivindica al elixir de los dioses aztecas en tiempos de impotencia y rememora a un poeta (Ramón López Velarde) que "iba a echarse un vasito de pulque, una miada y seguía su camino", Lara Klahr remata su paseo azaroso con un legendario caldo de Indianilla "pa' la cruda" en la colonia Doctores.