Iván Restrepo
En busca de aire limpio
Desde hace varios años el tercer domingo de septiembre
lo dedican los países de la Comunidad Europea a mostrar las ventajas
de no utilizar el automóvil. El pasado domingo 22 esta celebración
permitió que el transporte público, las bicicletas y los
patines derrotaran durante varias horas al automóvil. A la vez sirvió
para ver lo mucho que falta para acabar con la contaminación atmosférica.
Madrid, París, Roma, Berlín, Londres, son metrópolis
con mal aire debido a los cientos de miles de vehículos particulares
que circulan por sus avenidas y calles y consumen hidrocarburos de dudosa
calidad. Aunque el sistema de transporte público, en especial el
metro, es bueno y mejora cada día, su majestad el auto, el estatus
que para millones de personas representa poseerlo, impone su ley.
Una de las regiones donde las autoridades han impulsado
prioritariamente el uso del sistema público y desalentado el privado
es Alsacia, en el noreste de Francia, gracias a la participación
activa de la gente que, afectada por la contaminación, exigió
medidas enérgicas para combatirla. Desde hace 20 años la
región es administrada por un consejo y un presidente que duran
en sus cargos seis años y son elegidos mediante sufragio ciudadano.
La capital es la bella Estrasburgo, sede también del Parlamento
Europeo. En estas dos décadas han conseguido una evidente transformación
económica y social por medio de programas para lograr mejor calidad
de vida y la distribución lo más equilibrada posible de las
actividades económicas, con un creciente apoyo a la educación
y la capacitación, el transporte público y el cuidado del
ambiente. Precisamente a estos rubros se dedican las dos terceras partes
del presupuesto, pero aun así falta mucho por hacer, en especial
en el campo ecológico.
Es importante destacar que 60 por ciento de la población
de Alsacia se concentra en 15 por ciento del territorio y que 40 por ciento
de éste es rural. Pero quienes viven en el campo no son ciudadanos
de quinta, como en México, pues gozan de un alto poder adquisitivo
y sus cosechas agropecuarias son de las más preciadas de Francia.
Guardadas las proporciones, Alsacia es buen ejemplo de
lo que tendrá que hacerse en la cuenca del valle de México
el día en que la clase política se dé cuenta de que
es necesario integrar en una gran región administrativa y política
al Distrito Federal y los estados de México, Hidalgo y Morelos.
Serviría de modelo su sistema de ocupación racional del territorio,
en el que se conservan las áreas naturales y se acrecientan los
espacios verdes de las ciudades, mientras las zonas habitacionales, agrícolas,
industriales y de servicios están en el lugar más adecuado
para evitar en lo posible los desplazamientos innecesarios de la población,
deteriorar el medio y no crecer a costa de los recursos comunes.
Se une a lo anterior un sistema de transporte local y
regional eficiente, multimodal, que se extiende a las regiones vecinas.
Estrasburgo no tiene metro pero sí varias líneas de modernos
y eficientes tranvías y autobuses que van por las principales vías
de la ciudad y se contectan con los trenes regionales. En el centro desterraron
el automóvil. Los usuarios pagan tarifas diferenciadas y realmente
bajas si consideramos el nivel de vida reinante y el costo de usar el auto.
Los fines de semana y los días festivos son todavía más
favorables e incluyen la posibilidad de visitar casi gratis los más
de cien museos que hay en la región, de tal forma que quienes salen
de paseo prefieran usar tren, autobús y tranvía. O la bicicleta,
cuyo uso se alienta por doquier.
A la experiencia que brinda la región de Alsacia
se pueden agregar otras igualmente exitosas. Pero en México seguimos
con programas parciales y sexenales, en vez de hacerlo en términos
metropolitanos y de largo plazo, con el propósito de que las decenas
de millones de personas que ocupan la cuenca del valle de México
tengan una calidad de vida más aceptable de la que soportamos hoy,
cuando nuestros políticos siguen actuando como caciques de aldea,
defendiendo sus parcelas de poder. Este artículo no es una invitación
a hacer turismo legislativo, que tan mala fama tiene y del que nos ocuparemos
pronto. No se necesita gastar el dinero público en viajar mañana
a conocer esta y otras experiencias de las que seguramente algo saben nuestros
funcionarios y diputados locales. Si no es así, pueden obtener los
datos básicos sobre los logros y retos en la región de Alsacia
mediante su página en Internet, www.region-alsace.fr. También,
sobre cómo el binomio ciudadano-autoridades funciona para el bienestar
de las mayorías. Suerte.