VOX POPULI, VOX DEI , ¿O NO, MISTER
BLAIR?
Doscientos
cincuenta mil manifestantes en Londres (los organizadores hablan de 400
mil) dijeron no a la guerra contra Irak que promueve el gobierno de George
W. Bush seguido por su fiel escudero británico, Anthony Blair. Entre
los manifestantes se destacaba uno de los inspectores del rearme iraquí
y viejo conocedor de la situación en ese país desde la época
de la Guerra del Golfo, quien se cansa de repetir que los argumentos de
Bush-Blair sobre la peligrosidad del armamento de Bagdad son pura patraña,
exageraciones o suposiciones sin base real que las sustente. A esa manifestación
(hubo otras similares en otros países europeos) hay que agregar
el rechazo a la guerra contra Irak que dio el triunfo a la coalición
entre los socialdemócratas y los verdes alemanes y las declaraciones
de condena a esa guerra formuladas por el novelista alemán Günter
Grass y el escritor estadunidense Norman Mailer, quienes unieron así
sus voces de protesta a las de más de cuatro mil intelectuales y
académicos de Estados Unidos que firmaron el documento titulado
"No en nuestro nombre", en el cual desautorizan al presidente Bush a hablar
y decidir en nombre de su pueblo.
No sólo es evidente que la camarilla armamentista
y petrolera que gobierna Estados Unidos tropieza con crecientes dificultades
en su propia patria, al enfrentar a un grupo importante de intelectuales
y hasta de políticos demócratas (como Edward Kennedy), sino
que también está claro que "Tony" Blair tampoco habla en
nombre de los británicos. En efecto, primero los sindicatos y su
partido, el Laborista, se negaron a apoyar su política belicista
a la rastra de Washington y después las calles refrendan esa oposición
masiva, a pesar de los desesperados esfuerzos de Blair por dar argumentos
a su mentor del otro lado del Atlántico. La manifestación
antibélica londinense de ayer tiene aún mayor importancia
porque sigue, en apenas dos días, la publicación con gran
refuerzo publicitario de un documento del gobierno de Londres que, con
una serie de "se supone", "prepararía", "querría hacer" y
otros condicionales, pretende demostrar la afirmación de Blair de
que el gobierno iraquí podría lanzar ataques letales con
sólo 45 minutos de preparación.
La marcha contra la guerra es así, al mismo tiempo,
una demostración de que el pueblo del Reino Unido piensa lo contrario
de lo que sostiene el dúo Blair-Bush y también una clara
muestra de desconfianza frente al inquilino de Downing Street 10, el cual
fue elegido como laborista y actúa y habla como conservador thatcheriano.
De modo que queda claro que la administración Bush podrá
contar con el apoyo incondicional del primer ministro inglés Tony
Blair, pero no cuenta para nada con el del pueblo del Reino Unid, de la
misma manera que la "alineación" o "inclinación" ante la
voluntad de Washington expresada por el secretario de Relaciones Exteriores
de México, Jorge Castañeda, no representa ni compromete al
pueblo mexicano.
El aislamiento de los belicistas de Washington frente
a Europa, China, Japón y el mundo árabe e islámico,
así como frente a los pueblos latinoamericanos, agrava día
a día el nerviosismo del gobierno de los petroleros, que ve aproximarse
las elecciones en las que podría perder el control del Congreso
y necesita lanzar cuanto antes una guerra injustificada. El grupo de Bush
participa en una verdadera carrera contra el tiempo, pues la crisis económica
y los despidos se suman a las protestas por la supresión de los
derechos civiles y contra la guerra y, juntos, erosionan la base del presidente,
cuya única arma es el patrioterismo exacerbado por las mentiras
y la histeria.
De ahí la importancia de las manifestaciones como
la londinense, contra las mentiras de Blair, y la neoyorquina, contra la
política antisocial del capital financiero mundial (o sea, de los
grandes grupos que George W. Bush representa). La voz popular, que según
los antiguos romanos es la de los Dioses, se está haciendo sentir
y condena a los sembradores de muerte.