Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 26 de septiembre de 2002
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Espectáculos

El día que se acabe la tradición se acabará el pueblo, aseguran locatarios

Tres días de fiesta para celebrar los 45 años del mercado de La Merced

Marías, clientes, bomberos, sexoservidoras, cargadores, chemos... todos disfrutaron parejo

El baile, con los sonideros del momento, se extendió hasta Anillo de Circunvalación

JAIME WHALEY

Tres días de jolgorio dieron comienzo el lunes por la noche cuando los locatarios del mercado de La Merced empezaron a celebrar el 45 aniversario de la edificación de sus actuales instalaciones, en plena calle, sobre lo que en su tiempo quizo ser un periférico, en Anillo de Circunvalación

El día de Nuestra Señora de la Merced, precisamente el 24 de septiembre, que este año cayó en martes, es el pretexto para una serie de festejos que comprenden prácticamente las cuatro grandes áreas de ese todavía gran surtidor para la metrópoli que es el mercado.

Sonideros como el Cañandonga, La Changa y Perla Antillana llegaron de los cuatro puntos cardinales del valle de México para alegrar la fiesta que terminará por ahí de la tarde del jueves pero que, como está cercano el fin de semana, puede alargarse hasta el domingo, aunque ya por otros rumbos, pues la oficial, como se apuntó, es de 72 horas rigurosas, luego de las Mañanitas con mariachis a la medianoche del día 23.

Todo el día, por los anchos pasillos de la nave mayor, o sea el corazón mismo del mercado que va de las calles de General Anaya hasta Rosario y Pradera, en los linderos de la delegación Venustiano Carranza, el cotidiano movimiento se incrementó cuando los clientes habituales pasaron a recoger sus boletos para la celebración oficial, la de la Unión Social Unica de Comerciantes y Locatarios del Mercado de La Merced, que será con otro rumboso baile en el Salón Tropicana, de la Plaza Garibaldi. Sin embargo, los bailes en los que cualquiera participa, esos que se dan lo mismo a las puertas de la estación del Metro -que para la ocasión se cierra- que en el interior del mercado Ampudia, o sea, el de los dulces, son los que le imprimen colorido a la fecha.

''Orale, pinche gordo, ya estás bien pedo, no mames.'' Tres sujetos casi en igual estado que el señalado forcejean con un efectivamente obeso sujeto, arropado con una camiseta de los Pumas, que en las escaleras del paso a desnivel San Pablo se hace de palabras con otro más flaco que algo le reclamó cuando los dos estaban sentados a unos metros de una de las muchas imágenes de la Señora de la Merced.

La policia delegacional, la de la Venus, se limita a hacer rondines y a desviar el paso de los autobuses y peseras que en contraflujo circulan por Anillo de Circunvalación, mientras ya el baile abandona las banquetas e invade el arroyo.

''Esos ojetes no dan nada, únicamente mandan a éstos (refiriendose a los policías)'', cuando se le inquiere a un locatario si reciben alguna ayuda de la delegación para los festejos, luego de que Juan, uno de los cargadores del mercado, aclara de que ''hacemos coperacha entre todos para la comida'' que en prueba de solidaridad se le obsequia a quienquiera que se acerque sin distingo de raza, credo o religión. Lo mismo en un plato de unicel se les sirvió arroz, frijoles, mole y chicharrón en salsa verde, con tortillas a pasto, a Marías que a vigilantes del Metro, que a las sexoservidoras que pululan por la zona, aunque el Rafa aclare ''putas, joven, no me las bautice''. Dicen que hasta los bomberos de la Estación Central, ahí a un par de cuadras, alcanzaron itacate.

merced_celebracion_km02 La cumbia es el ritmo que predomina en los bailes de los pasillos y calles que confluyen en los mercados, ya sea el de dulces, el de flores, el de carnes frías o el anexo. Al pardear la tarde, de camionetas y camiones bajan luces estroboscópicas, carruseles y demás parafernalia para amenizar el baile que se torna con ambiente más juvenil ahí en la desembocadura del paso a desnivel Pedraza, donde ya la señora de las chelas no se da abasto para repartir las Modelos y el New Mix, a 10 pesos el bote.

''Diableros'', cargadores, chemos que le atizan a su bolsita o a la estopa, aquel que le dicen el poeta, con sus luengas barbas y grasosos hilachos que lleva por ropa, que musita por la desdentada boca quizás unos versos, el inframundo de la Merced, personajes que son de ahí y parte de todo, conviven en extraña armonía.

Ya la Rosy, mujer algo entrada en kilos que no logra disimular, sino que al contrario resaltan sus ajustadas licras, en una especie de secuestro exprés -pues así de rápido, dicen, es el servicio- se lleva de la mano a trastabillante hombre, ya canoso, y se pierden por la entrada del hotel Necaxa; él apenas le mostró un arrugado billete de 50 pesos.

Un lugar muy frecuentado son los sanitarios donde por un peso cincuenta, se recibe una tira de papel higiénico Ambar -esa es su marca-; ahí el encargado, Cipriano Hernández, amablemente da datos sobre la celebración pero ya se apura a sacar de la sección de mujeres a imberbe chamaco que presto estaba ya para espiar por sobre una de las puertas de los inodoros. ''Un madral'', aclara Cipriano cuando se le inquiere sobre la asistencia a los festejos y agrega que aunque él tiene aquí apenas siete años, está enterado de que desde tiempos inmemoriales se festeja este dia, ''desde que el mercado estaba allá, cruzando la avenida, en Manzanares''. El regente Ernesto P. Uruchurtu y el presidente Adolfo Ruiz Cortines pusieron en servicio la nueva Merced en 1957. ''Este es el mercado más grande de la capital y creo que es el segundo más grande del mundo'', dice.

Añade que en la iglesia de las merceditas, frente al Salto del Agua, en Arcos de Belén, es donde se venera la imagen de quien es la patrona del campo y el comercio.

Algo faltó para que la celebración fuese completa; no hubo ruido de cohetes. ƑQue ya no los venden aquí? ''No sé, patrón, aquí nada más hay que ver, oír y callar''. Pero en tanto la tradición continúa y, como señala Cipriano, el día que se acabe se acaba el pueblo.

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