René Drucker Colín
El inquilino
Casi todos los días leemos en los periódicos,
escuchamos en la radio o vemos en la televisión noticias realmente
aterradoras sobre lo que sucede en el mundo. Con frecuencia sentimos gran
impotencia y frustración por no poder controlar o modificar lo que
nos parece evidente que sea o una gran injusticia o un gran abuso del poder.
Hoy nos enfrentamos posiblemente al peor inquilino en
la historia de la Casa Blanca en Washington. El resultado del abuso del
poder mostrado por este individuo desde el 11 de septiembre del año
pasado ha sobrepasado con creces el horror de la pérdida inútil
de vidas humanas en las Torres Gemelas.
Pero lo más terrible de todo se refiere a la cobardía
a la que ya nos tienen ciertamente acostumbrados los diversos "líderes"
mundiales al no enfrentarse públicamente y con la fuerza de la razón
a las locuras de un presidente estadunidense que tiene, como señaló
recientemente un diputado inglés, el más bajo nivel intelectual
de todos los líderes mundiales que él haya conocido.
Mi opinión, así como la de muchos otros
que escriben y se preocupan por el futuro desarrollo de una próxima
guerra con Irak, con toda certeza no cambiará ni un milímetro
la decisión tomada de antemano por los cowboys de Washington,
pero por lo menos los mexicanos deberíamos levantar la voz con mucha
fuerza y frecuencia para evitar que nuestro gobierno se pronuncie y apoye
los actos intervencionistas de Bush.
No podemos ni debemos permitir que la política
exterior mexicana se muestre nuevamente sumisa ante el gobierno estadunidense,
al que los mexicanos le importamos un bledo, tal como ha demostrado a lo
largo de los años.
No debemos permitir, que la vorágine patriotera
que impera hoy día en Estados Unidos nos succione al grado de reconocerle
al inquilino de la Casa Blanca que tiene el derecho de obligarnos a compartir
sus locuras extremas. Al contrario, deberíamos con valor y civismo
levantar bien fuerte la voz y decir: ¡no a la guerra con Irak!
El argumento de que no podemos ir contra Estados Unidos
palidece ante la relación histórica con ese país,
ya que su interés por nuestro bienestar ha sido nulo. Sabemos que
los gobiernos estadunidenses no tienen amigos, sólo intereses, y
sus alianzas se basan exclusivamente en eso.
Estados Unidos ha sido el país con mayor número
de intervenciones extranjeras en el mundo, todo en nombre de la democracia
y la defensa del American way of life que no es más que la
defensa del mercado a través del cual pueden vender todas sus patrañas.
El mundo a mis pies, parece decir este señor Bush,
y el que no esté de acuerdo sufrirá las consecuencias. Pues
prefiero sufrirlas, cualesquiera que sean, pues mejor eso a saber que finalmente
nuestro gobierno haya apoyado una acción para que nuevamente Estados
Unidos obtenga los beneficios económicos y políticos, que
es lo único de trasfondo que hay en toda esta gran locura neofascista
en la cual quiere embarcar al mundo.