A 191 años del suceso, Aguirre Franco
dice que el edicto no tiene reconocimiento jurídico
La excomunión del cura Hidalgo fue un crimen
de España, no de México: el arzobispo de Acapulco
JOSE ANTONIO ROMAN
Bajo el nuevo rostro patriota y en un mea culpa
con un par de siglos de retraso, la jerarquía católica reniega
de sus antepasados. A 191 años de haberse publicado el edicto de
excomunión del cura Miguel Hidalgo, el arzobispo de Acapulco, Felipe
Aguirre Franco, miembro del Consejo Permanente del Episcopado Mexicano,
afirmó: "Ese crimen fue de España, no de México".
Dijo que la expulsión de la Iglesia católica
y la degradación sacerdotal de quien es considerado en la historia
como el Padre de la Patria fue un "hecho muy doloroso para la Iglesia mexicana".
Incluso señaló que el edicto de excomunión -que le
fue leída al cura Hidalgo antes de ser fusilado- "nunca ha sido
reconocido jurídicamente" por la Iglesia como plenamente efectivo.
En
su argumento justificó que dicho decreto fue emitido por Manuel
Abad y Queipo, en aquel entonces arzobispo electo de Michoacán,
pero que nunca tomó posesión, por lo que el edicto "nunca"
reunió los requisitos canónicos establecidos por la Iglesia
católica para ser efectivo un documento de esa naturaleza.
En conferencia de prensa, en la que informó junto
con otros obispos sobre los trabajos de la reunión del Consejo Permanente,
el arzobispo Aguirre dijo que esta discusión, si es o no válida
la excomunión del cura Hidalgo, "resulta ya algo bizantina", pero
que una revisión histórica seria y sin prejuicios, enseñan
que esta excomunión nunca existió en términos jurídicos.
Hay que recordar que el proceso degradatorio sacerdotal
se llevó a cabo el 29 de julio de 1811 en una de las salas del Hospital
Real de Chihuahua y consistió en rasparle al cura Hidalgo la piel
de la cabeza, que había sido consagrada como cristiano y sacerdote
con el santo crisma.
También le arrancaron las yemas de los pulgares
e índices de las manos que habían sido consagradas el día
de la ordenación. Después lo entregaron al gobierno español
para que lo fusilaran, sin ninguna de las prerrogativas y beneficios eclesiásticos
en que antes se amparaba cualquier reo.
Parte del edicto de excomunión dice: "Que sea condenado
donde quiera que esté, en la casa o en el campo; en los caminos
o en las veredas; en las selvas y en el agua, o aún en la iglesia.
Que sea maldito en el vivir y en el morir. Que sea maldito interior y exteriormente.
Que sea maldito en su pelo. Que sea maldito en el cerebro. Que sea maldito
en la corona de su cabeza y en sus sienes, en su frente y en sus oídos.
Que sea condenado en su pecho, en su corazón, en sus manos, en sus
dedos, en sus venas, en sus músculos, en sus piernas, pies y uñas
de los pies. Ojalá que el Cristo de la Santa Virgen lo condene".
Bien aceptaron la excomunión
Ciertamente, Manuel Abad y Queipo fue nombrado obispo
por la regencia y nunca fue presentado por el Papa; además, por
ser hijo natural no podía ser sacerdote ni obispo, según
las leyes eclesiásticas de aquella época. Sin embargo, bien
aceptaron la excomunión dictada por él. Manuel Abad y Queipo
era obispo de Michoacán y permaneció en el cargo hasta 1815,
en que salió para España.
Debido a que la excomunión nunca tuvo validez,
el arzobispo Aguirre Franco dijo que ahora resulta innecesario que el Papa
intervenga. "Nosotros sabemos que esa excomunión ya fue levantada
desde tiempos anteriores, no necesita que ahora intervenga el Papa. Más
bien la juridicidad de esa excomunión es la que se puso en tela
de juicio", insistió.
Y agregó: "Nosotros, como Iglesia, reconocemos
que es un hecho doloroso; la excomunión no la hemos reconocido como
efectiva; más bien fueron cosas, crímenes de España
y no de México, en ese entonces. Fue una medida que afectó
dolorosamente al pueblo de México y a las personas, pero que no
tiene ese reconocimiento amplio dentro de los cánones de la Iglesia
de México, eso se puede decir a grandes rasgos, aunque es una cosa
discutible y algo bizantina".
En este mismo sentido, el obispo de Tehuacan, Mario Espinosa,
también presente en la conferencia, respaldó al arzobispo
Aguirre, y dijo que en el momento del edicto el arzobispo Abad y Queipo
no había tomado posesión formal de su cargo. "Simplemente
lo lanzó como una amonestación, y para nosotros, la Iglesia,
sabemos que mientras no se toma posesión no se tiene ningún
efecto jurídico, entonces desde su raíz lo de la excomunión
nunca tuvo ningún efecto", dijo el prelado de la diócesis
poblana.
Aguirre Franco se refirió también al balance
que este martes harán varios obispos del Consejo Permanente, junto
con el cardenal Jean Louis Tauran, secretario de la Santa Sede para la
Relación con los Estados, del décimo aniversario del establecimiento
de relaciones diplomáticas entre México y el Vaticano.
Sobre este punto, en lo personal, dijo que el país
dio un "paso muy importante", en el que se ha comenzado a caminar en un
"estilo de vida" y de "nuevas relaciones" entre el gobierno de México
y la Santa Sede. "Las relaciones siempre han sido provechosas"; prueba
de ello, según dijo, es que tres de las cinco visitas de Juan Pablo
II a México se han dado en el nuevo marco de las relaciones diplomáticas.
Se expresó de manera positiva de los embajadores
que el gobierno de México ha acreditado ante la Santa Sede, desde
el profesor Enrique Olivares Santana, que fue designado por Carlos Salinas
como primer representante diplomático oficial, hasta el actual,
el panista Fernando Estrada Sámano. "Hemos visto que han llevado
gestiones muy calificadas, muy meritorias", lo cual ha contribuido para
unas buenas relaciones diplomáticas en estos 10 años.
Recordó que hace una década, después
de que el nuncio apostólico Gerolamo Prigione presentara sus cartas
credenciales como primer representante diplomático de la Santa Sede
ante el gobierno de México, varios obispos, tras acudir a la residencia
oficial de Los Pinos, se trasladaron a la columna de la Independencia a
depositar una corona a los héroes de nuestra patria.
Este martes, el cardenal Tauran, junto con varios miembros
de la jerarquía eclesiástica, oficiará a las 17 horas
una misa en la Basílica de Guadalupe, como celebración de
estos primeros 10 años de relaciones diplomáticas. Es muy
probable que en ella se realice un breve balance de lo alcanzado en esta
década, desde su punto de vista.