Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 17 de septiembre de 2002
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Política
Con un "Vivan la unidad nacional y la paz" Fox Quesada puso fin al festejo

En menos de 30 minutos el Presidente y la clase política pasaron del fervor patrio a la verbena

Los dirigentes de PRD y PRI, ausentes en la ceremonia oficial del Grito

ALONSO URRUTIA

Un año después, el presidente Vicente Fox Quesada volvió con su grito sugestivo y vehemente: "¡Vivan la unidad nacional y la paz!" Con esa frase finiquitó su arenga con ocasión del 192 aniversario de la gesta independentista. Desde la copada Plaza de la Constitución, la masa respondía puntualmente a coro cuantos "vivas" lanzaba el mandatario, mientras parte de la clase política se disponía a contemplar el estruendoso espectáculo pirotécnico.

Así, con el tañer de la campana de Palacio Nacional, Fox vitoreaba a los tantas veces aludidos "héroes que nos dieron patria", citaba a los caudillos y remataba repitiendo la arenga de su primer año de gobierno: "¡Viva la democracia!"

Esta vez la ceremonia del Grito de Independencia fue presenciada por los representantes de la prensa nacional a distancia, desde un improvisado templete colocado en la calle. Sorprendidos unos, indignados otros, los reporteros adivinaban a distancia quiénes gritaban los "vivas", quiénes entonaban el Himno Nacional o se imaginaban las charlas que sostenían los representantes del poder en los balcones.

Ahí estaba la presidenta de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Beatriz Paredes, platicando largamente con el director del Instituto Mexicano del Seguro Social, Santiago Levy.

Al Presidente se le veía muy sonriente, podría decirse que feliz, acompañado por su esposa Marta Sahagún y sus hijos. Una y otra vez saludaba a la muchedumbre reunida. Llena la plaza, había presenciado el espectáculo de decenas de intérpretes, cortesía del Gobierno del Distrito Federal, cuya actuación se dio por concluida media hora antes del comienzo de la ceremonia. "Es así como llevamos hasta ustedes este espectáculo por cortesía del gobierno de la ciudad, un gobierno que sí cumple."

Así, comercial de por medio, entraron la banda del Ejército y el coro de la Marina, antes del tradicional Grito. No más de 30 minutos de llevar el fervor patrio hasta el extremo, antes de pasar a la verbena, así nomás, dentro del Palacio Nacional.

Allí se encontraba reunido el poder político y económico en pleno: dirigentes empresariales, que convivían con la clase política, el gabinete y hasta el clero católico compartían pambazos, tamales, tostadas, sopes de chorizo, vinos y aguas, entre otras cosas.

El obispo Onésimo Cepeda platicó casi toda la noche con el líder del priísmo en el Senado de la República, Enrique Jackson; el secretario de Gobernación, Santiago Creel, conversaba con corresponsales extranjeros, quienes tuvieron acceso al Palacio Nacional desde el comienzo de la ceremonia; el cuestionado contralor, Francisco Barrio, quien se niega a hablar.

Hubo políticos de todos los partidos, pero ni a Roberto Madrazo ni a la amiga del Presidente Elba Esther Gordillo se les vio. Tampoco llegó la dirigente nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Rosario Robles, que apenas unas horas antes había encabezado una multitudinaria manifestación contra el proyecto foxista de reforma eléctrica.

Llegaron también los representantes de la administración capitalina, esta vez encabezados por el propio jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, quien, aunque brevemente, estuvo presente en la ceremonia del Grito de Independencia, acompañado por su secretario de Gobierno, José Agustín Ortiz Pinchetti, y el subsecretario Alejandro Encinas.

Los actores Gonzalo Vega, María Victoria y Marco Antonio Muñiz estuvieron entre los selectos comensales que compartieron ayer la exclusiva verbena en el patio central del Palacio Nacional. Un breve recorrido del Presidente con el fondo musical del mariachi Lucero de la Mañana, y nada más.

Mera convivencia, pues esta vez no hubo discursos ni entrevistas.

Afuera, la desbandada popular, después de horas de euforia, huevos de harina, trompetas, buñuelos y tamales, todo aquello que tenga referente nacional. Cohetes que estallan aquí y allá. La vendimia en pleno y la seguridad compartida entre el Estado Mayor Presidencial y la Secretaría de Seguridad Pública, que garantizaron un saldo blanco.

Corren los primeros minutos de la madrugada del 16 de septiembre y el personal de limpieza toma por asalto la explanada del Zócalo. Se inicia la carrera contra el tiempo para dar paso al desfile militar.

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