TIEMPO DE BLUES
Raúlde la Rosa
La experiencia de la música
Primera llamada
EN EL TRANSCURSO de una semana asistí a
dos conciertos. El primero fue al que, una vez al año Oscar Chávez
da en el Auditorio Nacional; el segundo fue el de Lenny Kravitz en el estadio
Azteca. Dos mundos, dos conceptos.
EN
LOS DOS acompañé a mi hija Andrea, que cuenta con fresquísimos
12 años, y esta es la razón que tengo para escribir esta
nota: la percepción que una casi adolescente tuvo de estos dos artistas.
Me resultó importante compartir esos dos mundos que giran alrededor
de la música.
EN EL CONCIERTO del Caifán la sorpresa
inició con el lleno total del Auditorio Nacional. Diez mil personas
asistieron a escuchar y disfrutar de un cantor que sigue vigente en el
sentimiento de varias generaciones que lo han seguido por más de
xuatro décadas. A los que andábamos en los veintitantos años,
allá por los años 60, descubrimos gracias al Oscar (todavía
no era El Caifán) la rica tradición musical de origen
popular que en México se había creado.
ROMANCES EPICOS COMO Román Castillo
nos abrieron el entendimiento a una larga y desconocida tradición
musical y, sin duda, Oscar era uno de los pioneros en ese asunto de la
investigación, rescate y difusión de esta tradición.
Segunda llamada
TODAS ESTAS COPLAS picarescas, corridos, sones,
surgen desempolvados y vigentes en una época que coincidió
con una revaluación del folclor a escala mundial. En Estados Unidos,
por ejemplo, los folk-singers, encabezados por Pete Seeger, eran
las nuevas estrellas del mundo de la música popular. Joan Baez,
Peter, Paul and Mary, Bob Dylan, cantaban al lado de los viejos blusistas
en los festivales como el Newport Folk Festival.
EL BLUES EN esa década tuvo un revival
(renacimiento) que lanzó a las leyendas del blues a recorrer Europa,
dejando una gran influencia en los músicos de ese continente, principalmente
los ingleses.
ES POCO CONOCIDA la irrupción del folclor
sudamericano en nuestro país, pues los primeros discos de esa música
popular llegaron en grabaciones producidas en Europa. Eran prácticamente
desconocidos los discos argentinos, chilenos o bolivianos, pues en su mayoría
provenían de Francia y Holanda. Así conocimos grupos como
Los Incas, Achalay, Atacama, Los Machucambos, Los Fronterizos y una larguísima
lista.
DE OSCAR, EMILIO Carballido, en una nota del álbum
Herencia Lírica Mexicana, primer disco de Oscar, escribió:
"Nosotros, acostumbrados a los cantantes populares de vida pintoresca,
o bohemia o rural, y a los cantantes comerciales capaces de falsificar
desde su nombre hasta la última nota que cantan, no tenemos aún
un sitio preciso para el intérprete de melodías populares".
Cuatro décadas después, Oscar Chávez sigue siendo
dueño de un único y gran talento, perseguidor de un único
y gran propósito.
ES RECONFORTANTE, FINALMENTE, estar en medio de
un público que asiste fielmente a escuchar a un artista que no es
promovido por la radio o la televisión y sin embargo lleva grabados
más de 100 discos; reconfortante también fue deleitarnos
con los arreglos que Jorge Buenfil hizo de boleros, bambucos y danzonetes
yucatecos, y escuchar y recordar esa gran riqueza de la música yucateca
tocada con tesituras finas a cuatro guitarras y una orquesta de cámara
venida también de ese continente musical que es Yucatán.
Los Morales, que en su apellido llevan la penitencia, hicieron lo que saben
hacer tan bien, provocarnos la risa con la picaresca de la copla y un talento
nato como instrumentistas. Gracias a todos ellos, por ese concierto que
Andrea recordará toda su vida.
Tercera llamada
SIETE
DIAS DESPUES estábamos en el estadio Azteca dispuestos a ser
sorprendidos por la tecnología y los cientos de bocinas encargadas
de llenar el lugar con la música de Lenny Kravitz.
NADA QUE VER con la cercanía visual y auditiva
del concierto de Oscar Chávez. Aquí entra ese concepto de
los llamados megachonchiconciertos, con miles de luces robóticas,
nubes de humo y los decibeles en todo su esplendor (tardé dos días
en reponerme auditivamente). Pero a eso va el público, a compartir
colectivamente el ritual moderno de los conciertos masivos, a uniformarse
levantando los brazos haciendo la V con los dedos o los cuernitos con los
mismos.
COREAR LAS CANCIONES y demostrarle a Lenny que
todos sabíamos sus canciones, que lo conocemos, y las jovencitas
se lo decían con los aullidos infaltables en estos espectáculos
con todo y la aventada de algunas prendas íntimas.
LO IMPORTANTE ES que la calidad del tal Lenny es
innegable y su carisma también. Me sorprendió el orden del
respetable, entusiasta y sin desmanes.
DESDE OSCAR HASTA Lenny, mi hija y yo tuvimos dos
experiencias importantes, convocados exclusivamente por la música.
Así de sencillo. Me retiré con una pregunta: ¿Cuántos
de los que asistieron al Azteca conocen la riqueza de la música
tradicional mexicana?