Se está acelerando el proceso de liberación;
imparable, la batalla por la soberanía: Otegi
Reprime la policía vasca marcha en favor de
Batasuna y contra Madrid
Garzón prohibió la manifestación;
la Ertzaintza utilizó 20 furgones, dos tanquetas y helicópteros
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 14 de septiembre. Lo que comenzó
como una manifestación pacífica, en la que decenas de miles
de personas se congregaron en Bilbao para protestar por lo que consideraron
la proscripción de sus derechos civiles, derivó en una auténtica
ba-talla campal entre agentes de la policía autonómica vasca
y simpatizantes y militantes de Batasuna.
Después de dos horas de enfrentamientos, la congregación
se dispersó con saldo de más de 30 heridos y tres personas
detenidas.
La protesta, que el gobierno na-cionalista vasco se rehusó
a prohibir en un primer momento, pese a presiones de Madrid, se convocó
a raíz de decisiones judiciales adoptadas por el juez Baltasar Garzón,
en el contexto de la proscripción de Batasuna, coalición
vasca a la que el gobierno español acusa de ser brazo político
de ETA.
La marcha convocada por diversos líderes de la
izquierda abertzale fue objeto de polémica la semana pasada,
ya que el gobierno de Juan José Ibarretxe autorizó la protesta,
al ser convocada por un gru-po de artistas, dirigentes sociales e intelectuales
bajo el lema "Gora Euskal Herria (Viva el País Vas-co)".
En Madrid, Garzón ya había dictaminado que toda marcha "inspirada
en Batasuna" era ilegal.
Ante la negativa del gobierno vasco de prohibir la marcha,
Garzón emitió un nuevo auto judicial que dictaminó
que detrás de la marcha estaba ETA y que por tanto carecía
de legalidad.
Esta medida se sumó a las adoptadas en sus autos
recientes, en los que además de suspender las actividades de Batasuna,
cerrar sus lo-cales y sedes y embargar sus cuentas bancarias, también
declaró "ilegales" todas las protestas que estuvieran "impulsadas
o inspiradas" en la formación independentista.
Bajo la incertidumbre sobre si la manifestación
había sido o no au-torizada, decenas de miles de personas se congregaron
en la céntrica calle Autonomía de la capital vizcaína,
encabezados por algunos de los convocantes, quienes portaban una enorme
ikurriña (bandera).
Dos horas de reflexión
Unos
metros más atrás marchaba la mesa nacional de Batasuna, en
la que figuraban Jon Idígoras, Periko Salabarría, Arnaldo
Otegi, Joseba Permanch y Jone Goirizelaia.
Después de avanzar unos 500 me-tros, en medio de
aplausos y gritos a favor de la independencia, contra el Partido Nacionalista
Vasco y el juez Garzón, la manifestación topó con
un nutrido cordón policial, para el que el gobierno vasco movilizó
de-cenas de agentes antidisturbios, 20 furgonetas, dos tanquetas con cisternas
de agua y dos helicópteros que sobrevolaron la zona durante las
dos horas que duró la protesta.
Fue precisamente el final de la citada calle, donde se
abre una glorieta que da nombre a la plaza Za-balburu, el punto de conflicto.
Cuando era claro que la policía impediría
el avance de los manifestantes, las abogadas de Batasuna, Jone Goirizelaia
y Arantxa Zulueta, intentaron mediar con la policía, transcurridos
escasos minutos de negociación los agentes, después de recibir
algunos insultos (como zipayos, "perro" en euskera), repelieron
con balas de goma y macanas a los manifestantes.
Fue entonces cuando la protesta derivó en enfrentamiento
en el que la policía disparó balas de goma contra los manifestante,
y lanzó chorros de agua azul verdosa, posiblemente tratada con químicos,
que provocó irritación en los ojos y quemaduras en la piel.
Algunos manifestantes respondieron lanzando objetos, pero
la mayoría se limitó a levantar los brazos y tirarse al suelo
tapándose la cabeza.
En medio del estruendo de los disparos, dos personas totalmente
desnudas, que portaban una bandera en favor del acercamiento de los presos
etarras a cárceles del País Vasco, fueron esposados y trasladados
a dependencias policiales con el cuerpo ensangrentado. Posteriormente trascendió
que entre los heridos figuran al menos tres eran periodistas, dos del diario
Ga-ra y otro de la televisora Tele 5.
El enfrentamiento se prolongó unos 30 minutos hasta
que el sonido de los proyectiles desapareció y fue sustituido por
cánticos y consignas; los manifestants, lejos de dispersarse se
mantuvieron con el puño en alto frente a los agentes.
Las negociaciones entre las abogadas de Batasuna y mandos
de la Ertzaintza no avanzaron, al mantenerse firme la decisión
de no permitir el paso a la protesta, al argumentar que era una orden dictada
por Garzón y que, por tanto, "o se dispersan o podemos seguir así
toda la tarde", dijo uno de los policías a las abogadas, quienes
finalmente decidieron iniciar un acto político en plena calle, con
los agentes apuntando con sus rifles de balas de go-ma y la tanqueta con
líquido verdoso lista para ser utilizada de nuevo.
Si bien los choques, que después tuvieron un segundo
episodio al arremeter un grupo de jóvenes contra miembros de la
Ertzaintza y quemar algunos botes de basura, dejaron un saldo de
30 heridos de todas las edades -desde una niña de cuatro años
hasta personas de más de 65-, algunos de ellos graves, como uno
que sufrió una fractura de clavícula, otro con el riesgo
de perder un ojo y muchos más con contusiones y quemaduras; fueron
detenidas tres personas, acusadas de desórdenes públicos.
Amparo Laserasu, una de las convocantes, explicó
que la "manifestación fue todo un éxito, a pesar de que el
gobierno español quiso prohibirla por todos los medios a su alcance,
desde el judicial hasta el policial. Eso quiere decir que luchar por los
derechos de Euskal Herria no es sentimiento ni voluntad de unos
pocos sino de gran par-te de la sociedad. Este pueblo tiene la fuerza y
la voluntad de seguir adelante y eso es lo que vamos ha-cer, seguir adelante
en defensa de nuestros derechos".
Arnaldo Otegi también tomó la palabra en
un improvisado discurso, en el que se refirió a la violenta carga
policial, al apuntar que "ésta es la foto de la desesperación
de un Estado que sabe que tiene perdida la mayor de las batallas, pues
la de la soberanía es imparable. Nos han golpeado, mojado y lanzado
pelotas de goma, algunas de las cuales llevaban escrito 'Otegi hijo de
pu-ta'. Pero es mejor ser un hijo de puta que un policía que apalea
a su pueblo. Numerosos medios europeos y fuera de Europa están aquí,
y ésta es la foto, en blanco y negro; ahora hay que dispersarse
para que no nos cuelguen el sanbenito o el cartel de violentos y
terroristas".
No al Estado agresor
Anteriormente, el legislador de Ba-tasuna explicó
con sorna a La Jornada que con las decenas de miles de personas
que se manifestaron en Bilbao se "demuestra el nivel de aislamiento
popular de la izquierda independentista; se demuestra que tenemos un
pueblo que no está dispuesto a soportar ni un minuto más
la agresión de España, y está decidido a conquistar
su independencia. Juntos decimos que representamos a un movimiento popular
antifascista que se opone a los planes de un Estado agresor, y estamos
convencidos de que con este pueblo es imposible que los españoles
culminen sus planes".
Añadió que están "convencidos de
que el Estado ha roto definitivamente cualquier intento de comunicación
con el pueblo vasco, que sa-be que no puede haber otro pacto con ese Estado
que no sea el que se pueda articular de nación a nación o
de soberanía a soberanía. Estamos convencidos de que el proceso
de liberación de este pueblo se está acelerando, entre otras
cosas porque tenemos un Estado incapaz".
Cuando comenzó la dispersión de la protesta
se produjo un nuevo enfrentamiento, de jóvenes independentistas
encapuchados que em-pezaron a arrojar objetos a la policía y quemar
unos 30 contenedores de basura, y rompieron algunos cristales de comercios
y bancos.
Fue entonces cuando el estruendo de las balas de goma
se apoderó de nuevo de la plaza Zabalburu, iniciándose una
nueva batalla campal que finalizó sin detenciones, pero sí
con más personas heridas.
Después, la calle Autonomía de Bilbao se
fue quedando sola, al dispersarse poco a poco las decenas de miles de personas
que, en la retirada, continuaron gritando consignas en favor de la independencia
del País Vasco y contra las medidas adoptadas por el juez Garzón
y el gobierno español de José María Aznar, de proscribir
a Batasuna.