Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 15 de septiembre de 2002
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Política

Rolando Cordera Campos

El reloj de arena

Como llegó, la hora de los acuerdos que anunció el Pre-sidente el primero de septiembre se fue sin gloria pero con mucha pena. El mensajero fue debidamente ajusticiado en la Cámara de Diputados y el país empezó de nuevo su cuenta regresiva: Ƒcuánto más nos va a durar el mal llamado "bono democrático"? Las cuentas del Fondo Monetario Inter-nacional sobre nuestras perspectivas ya no son las mejores y el mal humor de los cúpulos de la empresa privada no promete mucho en cuanto a paciencia cambiaria.

La salida priísta de la Cámara, una vez que el diputado Santiago puso contra la pared al secretario Creel, no forma parte de las mejores prácticas parlamentarias ni puede aceptarse como comportamiento político democrático. Abandonar el salón de sesiones o bloquear hasta el cansancio una iniciativa forma parte del repertorio conocido de todos los parlamentos, pero dejar hablando solo a un representante del Ejecutivo es simplemente una majadería que poco tiene que ver con la política moderna, de oposición o no.

Si, además, como fue el caso, la gota que derramó el vaso priísta de la civilidad política es la solicitud de juicio de procedencia para dos de sus legisladores, sobre los cuales recaen sospechas del Ministerio Público de malos manejos de fondos públicos, la cosa no sólo se ha puesto grave sino ominosa: lo que pende sobre México es una tormenta de grandes proporciones que en cualquier momento puede dejar el cuarto de las metáforas para volverse huracán feroz contra la precaria estabilidad financiera y la no menos débil tranquilidad política y social.

Si se acabó la hora del acuerdo, la que no puede darse por cancelada es la de la responsabilidad política que todos los partidos le deben a la sociedad que los financia y declaró entidades de interés público en la Constitución. De ese tamaño es ya la "vencidita" que los priístas decidieron jugar con el gobierno del presidente Fox, algunos de cuyos exégetas e ideólogos, por su parte, parecen buscar con ahínco y gusto de golosos.

Tanto Fox como su secretario de Gobernación han convocado a hacer política moderna y democrática, que sólo se entiende en la búsqueda incesante de acuerdos para afirmar y reformar la trama social y económica del país. Pero su convocatoria, si la evaluamos precisamente y en sus propios términos, es una iniciativa coja y manca, atractiva en el momento de hacerse pública pero incapaz de asegurarse una mínima continuidad en el terreno de la acción, que nunca es en solitario o en el salón de té sino en la plaza pública y, en particular, en el Congreso de la Unión, donde reside hoy una dosis importante de la fuerza política concentrada del Estado.

Al caer en la ilusión que vaya usted a saber quién les vendió, de que es a través del chantaje publicitario, las rabietas empresariales o las minúsculas directivas partidistas como se puede trazar el rumbo de las reformas, Fox y el secretario Creel han perdido tiempo y forma y México vuelve a encontrarse en tierra de nadie, al amparo de las y los tiradores y los y las aventureras de toda laya, y ahora sin soportes externos ciertos que le aseguren un rescate oportuno en caso de urgencia. Dejar el Congreso, es decir, a los diputados y los senadores de carne y hueso, a la buena de Dios, es un error craso de estrategia que comparten por igual los responsables de la política interna, empezando con el Presidente, pero también su partido y sus grupos conductores, si es que en el caso del PAN todavía se puede hablar de eso.

Los priístas se portaron como los que cada día que pasa se les parecen más, en desplantes y bravatas infantiles como las del día primero, pero el PAN se llevó la palma de oro en materia de desaseo político y parlamentario.

Qué bueno que multen a los faltistas, pero Felipe Calderón volverá a equivocarse si piensa que los grupos parlamentarios y los parlamentos son escuelas privadas donde la letra con sangre entra. Lo que el PAN nos debe, junto con su gobierno, es una respuesta amplia a una pregunta sencilla que a medida que se van las horas nos preguntamos cada vez más mexicanos interesados en la vida pública: Ƒpueden y quieren gobernar a México? ƑEstán dispuestos a correr el riesgo de decidir y mandar, pero siempre dentro del código y conforme a la criterios estrictos del régimen democrático? ƑEstán conscientes de que lo más escaso y preciado de la política plural en circunstancias de crisis y turbulencia es el tiempo, que todos tenemos prestado?

Fox y sus compañeros miden sus tiempos y los nuestros con un reloj de arena. Es hora ya de que se incorporen a la hora digital y se ocupen de cuidar otra cosa que sus ratings y el prime time de las televisoras.

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