Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 13 de septiembre de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Editorial

BUSH, CHANTAJISTA SOLITARIO

SOL CORNISA 1 Ayer, ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el presidente estadunidense, George W. Bush, espetó a la comunidad internacional la amenaza de quebrantar la legalidad internacional y de agredir militarmente a Irak en forma unilateral, a menos que el organismo se pliegue a las exigencias de secundar ese ataque. Al mismo tiempo, el mandatario estadunidense desmintió a la propia ONU, cuyo organismo de inspección de armas ha señalado, con toda claridad, que no hay pruebas de que ese país árabe esté desarrollando armas de destrucción masiva, como lo sostiene el discurso oficial de Washington.

Bush pronunció un discurso plagado de inexactitudes y mentiras rotundas, pero su mensaje central fue inequívoco: la Casa Blanca exige al Consejo de Seguridad un mandato para derrocar al gobierno de Saddam Hussein, y si no le es otorgado, su gobierno apostará a rebasar a la ONU actuando de manera unilateral y dejando al organismo internacional en una condición de "irrelevancia".

Por supuesto, la urgencia estadunidense de acabar con Saddam no obedece a que éste sea dictatorial y genocida --que sin duda lo es--, que esté fabricando armas de destrucción masiva --de lo cual no hay una sola prueba-- o que haya dejado de cumplir las resoluciones de las Naciones Unidas --punto discutible--; las razones reales para la agresión militar son que la permanencia de Saddam Hussein en el poder irrita a la familia Bush, que Estados Unidos desea controlar el petróleo del país árabe y que la Casa Blanca necesita desesperadamente, ante la cercanía de los comicios legislativos del año entrante, escenarios bélicos para impresionar al electorado.

Poco le importaron al mandatario las advertencias de Kofi Annan, secretario general de las Naciones Unidas, en el sentido de que Estados Unidos debe comportarse en el marco de la legalidad internacional: "Cualquier gobierno que se comprometa a cumplir la ley en el ámbito nacional, debería comprometerse a hacerlo también en el exterior"; "incluso los países más poderosos saben que necesitan trabajar con otros, en instituciones multilaterales, para lograr sus objetivos", dijo el funcionario internacional en una inusual muestra de independencia y divergencia con respecto al gobierno aludido.

En todo caso, el discurso pronunciado ayer por Bush constituye una expresión de arrogancia, pero no de fuerza. Por el contrario, al llevar las presiones sobre la comunidad internacional hasta el grado del chantaje, el presidente estadunidense puso en evidencia su aislamiento internacional y la falta de un respaldo claro a sus pretensiones militaristas entre la propia sociedad de su país; dejó al descubierto, en suma, su enorme debilidad política.

Lo anterior no es necesariamente una buena noticia. La soledad, la ilegitimidad y la falta de autoridad son, con frecuencia, malas consejeras para los hombres del poder, y el grupo que gobierna la nación vecina podría verse tentado a lanzar una guerra contra Irak incluso sin haber logrado, para ello, consensos internacionales o nacionales. Si se empeñan por transitar ese camino, no sólo estarán cometiendo un crimen y un atropello a la legalidad mundial sino que estarán orillando a su país a una tragedia de proporciones difícilmente imaginables.


Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año