Después de los atentados, personas e instituciones lucraron con la guerra, sostiene
Narra Huacuja una realidad distinta del 11-S
En el libro Tomo cero de la obscenidad... hace crónicas de la vida en NY tras los ataques
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
Después de los atentados de hace un año en Nueva York, personas e instituciones lucraron con la guerra, la destrucción y la desesperación de la gente; de ahí la idea de escribir un libro que narrara la realidad que se vivió en esa ciudad, diferente a la versión difundida por los medios de comunicación, manifiesta la novelista mexicana Malú Huacuja, autora de El tomo cero de la obscenidad; crónicas y relatos sobre la vida y la guerra en Nueva York después del 11 de septiembre (Plaza y Valdés).
Existe "una escala de obscenidad que no puede ser medida y es la de personas o instituciones que lucran con el dolor ajeno. Son cosas que van más allá de todos los registros posibles de crueldad de la naturaleza humana", declara la escritora mexicana en entrevista telefónica desde Nueva York, donde radica desde hace varios años.
Por ello, el libro tiene como unidad temática la obscenidad y se divide en tres temas: la obscenidad de la televisión; la de la codicia, "porque sobre todo las autoridades municipales, el gobierno de la ciudad, estaban tratando de rescatar muchísimo dinero en oro y plata que estaban en el World Trade Center", y finalmente la obscenidad del patriotismo, "entendido no como soberanía nacional ni como independencia, sino como xenofobia; esto fue un fenómeno del cual los comerciantes sacaron mucho provecho. Se fabricaron muchísimos artículos, muchos sacaron dinero de hacer postales de los ataques, de vestir a la gente de bandera".
Nada de eso se vio en los medios de comunicación, que antes de los atentados tampoco mostraban la otra realidad, la de los neoyorkinos de clase media o baja que tienen que trabajar doble para pagar la luz en aras de mantener la idea de que Nueva Yor "es la capital del imperio, del mundo occidental y de la cultura". Después del ataque al World Trade Center poco hablaron de las decenas de trabajadores indocumentados que murieron ahí, sostiene la autora de Crimen sin faltas de ortografía.
Lo que se difundió sobre el apoyo a las acciones militares del presidente George W. Bush tampoco era real, porque sí hubo oposición y manifestaciones, aunque es cierto que "un alto porcentaje de personas está enajenado con el discurso oficial", primero en favor de la guerra en Afganistán y ahora ante un posible ataque contra Irak.
En Estados Unidos, agrega, hay movimientos en contra de un ataque al régimen de Saddam Hussein, "pero todo el sistema está diseñado para que no encuentren modos creativos para ejercer una oposición pacífica. Bush, con su equipo y los empresarios, está decidiendo el destino del país y del mundo".
Si bien existe un grupo importante, aunque minoritario, informado y consciente de las consecuencias de una acción armada estadunidense en Irak y luchan por informar al resto de la población, otro grupo, éste sí mayoritario, participa en favor de la guerra y la invasión, porque "ser estadunidense, después del 11 de septiembre, se entiende como una religión: están los antiestadunidenses y los pro estadunidenses; para éstos, quienes no son de su religión, en su primitiva cosmogonía, deben ser eliminados o, al menos, paralizados".